Por
Álvaro de JuanaImagen referencial. Foto: Benedictine Sisters of Mary Queen of The Apostles
VATICANO, 22 May. 17 / 06:34 am (
ACI).- “¡Despierten el mundo e iluminen el futuro!”, invitó el Papa Francisco a cientos de religiosas en una audiencia en el Vaticano en la que también les pidió ser profetas de esperanza y tener un buen discernimiento para evitar ser víctimas de la mundanidad.
“Sean profetas de esperanza” para “continuar haciendo cosas grandes”, pidió el Papa en un discurso a las participantes en el Capítulo General de las Pías Discípulas del Divino Maestro, una congregación de la
Familia Paulina con presencia en todo el mundo.
“Es necesario mantener un clima de discernimiento, para reconocer aquello que pertenece al Espíritu y lo que es contrario”. “Ante nosotros se abre un mundo de posibilidades” y “la cultura en la que estamos inmersos se presenta a todos como válida y buena, pero si no queremos caer víctimas de la cultura del zapping y, a veces, de una cultura de muerte, debemos incrementar el hábito del discernimiento, formarnos y formar al discernimiento”.
El Papa invitó a “cultivar la atención y la acogida recíproca” y “practicar la corrección fraterna y el respeto por los más débiles” y pidió luchar contra “las divisiones, las envidias, los chismorreos, diciendo las cosas con franqueza y con caridad”.
El Santo Padre hizo hincapié en los frutos de comunión y afirmó que “nuestro Dios es el Dios de la historia y nuestra fe es una fe que opera en la historia. En los cuestionamientos y en las esperas de los hombres y de las mujeres de hoy encontramos indicaciones importantes para nuestro seguimiento de Cristo”.
“Os invito a cultivar el diálogo y la comunión con los otros carismas y a combatir toda forma de autorreferencialidad. Es feo cuando un consagrado o una consagrada es autorreferencial, que está siempre delante del espejo mirándose”.
Francisco pidió también capacidad de “escucha” y de “compartir” puesto que “son actitudes necesarias para un buen Capítulo y para una sana
vida fraterna en comunidad, en la cual todos dan y todos reciben”.
“No se cansen de ejercitar continuamente el arte de la escucha y del compartir”, subrayó. “En este tiempo de grandes desafíos, que requieren a los consagrados fidelidad creativa y búsqueda apasionada, la escucha y el compartir son más necesarios, si queremos que nuestra vida sea plenamente significativa para nosotros mismos”.
Por otro lado, destacó la importancia de vivir “la profecía de la alegría” que nace del encuentro con Cristo en una vida de oración personal y comunitaria, en la escucha diaria de la Palabra, del encuentro con los hermanos y hermanas”.
“La alegría es una hermosa realidad en la vida de muchos consagrados, pero también un desafío para todos nosotros. ¡Un discípulo triste es un triste discípulo!”, comentó a alegría auténtica es el testimonio más creíble de una vida plena”.
“No se unan a los profetas de desgracias que tanto mal hacen a la
Iglesia y a la vida consagrada, no cedan a la tentación del ‘adormilamiento’ –como los apóstoles en Getsemaní– y de la desesperación”.
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