LAS TRES PRINCIPALES: ORACIÓN, AYUNO Y LA PALABRA DE DIOSNuestra vida en la tierra es una batalla espiritual y Dios nos enseña que si decidimos seguirlo, debemos prepararnos para el combate
La fe sin obras es una fe muerta | 02/05/2017
La palabra de Dios nos enseña que nuestra vida en la tierra es una guerra y el Señor nos recuerda que si hemos decidido seguirlo, tenemos que estar preparados para el combate. El Sacramento de la Confirmación fortalece los dones del Espíritu Santo dentro de nuestras almas, transformándonos en “Soldados de Cristo Rey”. Junto con los mártires cristeros de México, nuestro grito de batalla debe ser “Viva Cristo Rey”, ¡Larga vida al Rey!
Debemos estar conscientes de que el demonio existe, tiene una inteligencia aguda (de una manera pervertida), es muy astuto y mañoso, y es constante y persistente en su trabajo (ponernos tentaciones). Sin embargo, Dios, la Virgen María, sus ángeles y Santos, son mucho más poderosos que él.
El Beato Papa Pablo VI nos advierte de dos extremos con respecto al demonio que debemos evitar: el primero es negar que el diablo existe, de hecho, esa es una de sus tácticas. Y el otro extremo es darle al diablo demasiada importancia, este es un gran error. Los individuos alarmistas, temerosos, hablan más del poder del diablo que de la Omnipotencia de Dios. ¡Evitemos los dos extremos!
Armas espirituales para vencer al demonio
1.- Vigilancia.
Permanece alerta y no dejes de orar, de esta forma, cuando venga la prueba podrás superar las tentaciones del demonio.
La razón exacta de la caída de los Apóstoles al llenarse de miedo y abandonar a Jesús en el Huerto, fue que no estuvieron vigilantes en la oración.
2.- Identificar el ataque y admitir que está ocurriendo.
Cuándo la tentación acecha puede resultar muy útil y simple, admitirla de una manera tranquila, “Estoy siendo tentado por el diablo, el enemigo de Dios”.
Descubrir al enemigo cuando nos ataca es la mitad de la batalla. Ignorar su presencia puede aumentar su poder sobre nosotros.
3.- Evitar las ocasiones cercanas al pecado.
A menudo somos tentados porque nos colocamos cerca de la ocasión de pecado, recuerda los proverbios: “¡No juegues con fuego!”, ¡Aquel que juega con el peligro, perecerá con el peligro!”, “¡El que camina en la cuerda floja, caerá!”.
Una de las razones más simples por la cuales Eva comió de la fruta prohibida, es que ella estaba cerca del árbol del cual Dios le dijo que no comieran.
4.- No te descuides cuando te encuentres en estado de desolación espiritual.
Cuando estamos en ese estado, San Ignacio nos da cuatro claves:
• Más oración
• Más meditación
• Examina tu conciencia (para ver por qué estás en desolación)
• Aplícate alguna penitencia adecuada.
Algunos demonios solo son expulsados a través de la oración y la penitencia.
5.- Usar Sacramentales
El uso apropiado de sacramentales puede ser bastante eficaz en la batalla contra del demonio, en especial tres: El Escapulario de la Virgen del Carmen, la medalla de San Benito y el agua bendita.
Santa Teresa de Ávila insiste en usar agua bendita para expulsar al demonio de nuestra presencia, ¿por qué?, el diablo está lleno de orgullo y el agua Bendita es pequeña y poco visible, el demonio odia eso y no lo puede soportar. Por eso en los exorcismos se utiliza el agua bendita
6.- Usar Jaculatorias
Las Jaculatorias son como dardos de fuego que penetran al Cielo.
Cuando somos asaltados por el enemigo, es recomendable ofrecer oraciones cortas y fervientes (jaculatorias); éstas son extremadamente eficaces en espantar al diablo.
Algunos ejemplos de estas cortas pero poderosas oraciones son: “Jesús en ti confío”, “Dulce corazón de María se la salvación del alma mía”, “Señor, sálvame”, “Señor ven a rescatarme”, “Jesús, ten misericordia de mi”… y por supuesto invocar con fe y confianza el Sagrado nombre de Jesús, María y San José.
7.- Rechazar inmediatamente la tentación.
Parte del problema en el combate espiritual es la respuesta lenta, aletargada y anémica ante la tentación. La gracia de Dios nos sostiene a través del arma la oración, pero aun así, debemos comprometer nuestra voluntad y rechazar con valentía y firmeza la tentación desde el comienzo.
Algunas tentaciones frecuentes tienen gran fortaleza sobre nosotros porque abrimos una puerta y la cola del diablo entra, y es difícil echarlo luego.
8.- Evitar la pereza.
En una ocasión, cuenta el Diario de Santa Faustina, que el diablo estaba vagando por los corredores del convento, buscando desesperadamente a alguien a quien tentar.
Santa Faustina detuvo al diablo y le dijo que, en obediencia a Jesús, le dijera cuál era el mayor peligro para las monjas. De mala gana él respondió: Almas indolentes y perezosas.
Todos hemos escuchado el proverbio “La ociosidad es el taller del diablo”, esto significa que si no tenemos nada que hacer, el diablo nos dará bastante que hacer.
El gran San Juan Bosco, temía mortalmente el tiempo de vacaciones de sus muchachos en el Oratorio. ¿Por qué?, porque mucho tiempo libre le da entrada completa al diablo en la vida de la juventud, ¿cuán a menudo hemos pecado precedidos por momentos, horas e incluso días de indolencia y pereza?
Nuestra filosofía debería ser la de San Alberto Hurtado, “Hay dos lugares para descansar: el cementerio y el cielo”, en el presente es momento de trabajar en nuestra salvación con temor y temblor. Hagamos nuestro el lema de San Benito: “Ora et Labora”. Trabajar y orar.
9.- Jesús en el desierto como Ejemplo Supremo: Sus tres armas.
Por supuesto nuestro mejor ejemplo para todo es Jesús, quien dijo, “Yo soy el Camino, la Verdad, y la Vida”. Al final de los cuarenta días en el desierto, el diablo vino a tentarlo. Jesús conquistó al diablo con firmeza y facilidad, usando tres armas que debemos aprender a aplicar: la oración, el ayuno y el uso de la Palabra del Dios.
Jesús tuvo una experiencia prolongada de oración en el desierto, acompañada por cuarenta días de ayuno, Él no comió nada. Finalmente el diablo lo tentó usando la palabra de Dios y Jesús también usó la Palabra de Dios como una flecha afilada para perforar los esfuerzos de Satanás.
La oración ferviente y prolongada, la renuncia constante a nosotros mismos a través de ayuno y abstinencia, y la familiaridad con la Palabra de Dios, tanto meditándola como poniéndola en práctica, son armas eficaces para combatir y conquistar a Satanás.
10.- Tener confianza ante tu Director Espiritual.
Una vez más, el Maestro San Ignacio viene al rescate. En la Regla del Discernimiento número 13, el Santo nos advierte de que al diablo le gusta el secretismo, en el sentido de que si uno está en un profundo estado de desolación, abrirnos a un Director Espiritual puede ayudar a que conquistemos la tentación, así que el diablo buscará las formas de que no lo hagas.
Cerrándonos, es como un corte o una herida que está escondida detrás de una curita, hasta que no sea expuesta al sol y desinfectada la herida no solo no sanará, sino que se infectará mucho más y correrá el riesgo de una gangrena y una amputación. De igual forma, una vez que la tentación es revelada a un Director Espiritual, seguramente será vencida.
Abrumada por la tentación, la duda, y la confusión poco antes de hacer sus votos, Santa Teresita se abrió con su Madre Superiora para revelarle el estado de su alma, casi inmediatamente la tentación desapareció, ella hizo sus votos y se convirtió en una de las más grandes santas modernas.
¿Qué hubiera pasado si ella hubiese seguido el consejo del diablo y hubiese mantenido el estado de su alma en secreto?, indudablemente no tendríamos a Santa Teresa de Lisieux, Doctora de la Iglesia.
11.- Recurrir a San Miguel Arcángel.
En nuestra batalla contra Satanás, debemos usar todas las armas en nuestro arsenal. Dios escogió a San Miguel Arcángel como el ángel fiel, el Príncipe de la Milicia Celestial, para encerrar a Satanás en el infierno y a los otros ángeles rebeldes.
San Miguel, cuyo nombre significa “¿Quién como Dios?”, es tan poderoso ahora como lo fue en el pasado. En el medio de las tormentas de las tentaciones, ¿por qué no levantar tu corazón hacia San Miguel y llamarlo?
Puedes rezar la famosa oración “San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla…”, o simplemente pide por su intercesión. Su ayuda desde las alturas de los cielos nos hará salir victoriosos de nuestro combate contra el diablo.
12.- Acudir siempre a María Santísima.
La mayoría de los mexicanos tienen gran devoción por María, especialmente bajo el título de Nuestra Señora de Guadalupe.
Sin embargo en Guadalajara, México, además de venerar a María, Nuestra Señora de Guadalupe como Patrona de México y de las Américas, ellos la honran con otro título: “La General del Ejército”.
En el Génesis, en nuestra batalla contra la antigua serpiente, se honra a la mujer que aplastó la cabeza de la serpiente con su escudo:
“Haré que haya una enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya. Ella te pisará la cabeza mientras tú herirás su talón.” (Génesis 3,15).
De hecho, la antigua serpiente, el diablo, puede arremeter contra nosotros con su fea lengua y escupir veneno, pero cuando nos basamos en la confianza en María, ella aplastará su fea cabeza.
¡Viva Cristo rey!, ¡Viva María Reina!, ¡Larga vida a Jesús y a María!
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