(RV).- El Papa Francisco recibió a unas siete mil personas de la diócesis italiana de Isernia - Venafro, que peregrinaron a Roma en agradecimiento por la visita pontificia, del 5 de julio de 2014. El encuentro, que tuvo lugar en el Aula Pablo VI, se desarrolló en un clima de fiesta, que sin embargo - dijo el Obispo de Roma - no nos debe hacer olvidar los problemas, numerosos y graves, que siguen afligiendo esa tierra.
Empezando por el desempleo, problema crónico, que sufren en especial los jóvenes, que cada vez más migran a otros países, el Papa citó también la falta de servicios adecuados a las efectivas necesidades de las personas. En particular, ancianos, enfermos, discapacitados y familias, reiteró Francisco, subrayando que ya no se puede esperar:
«Ante este escenario preocupante, se hace necesaria una movilización general, que una los esfuerzos de la población, de las Instituciones, de los privados y de las diversas realidades civiles». «No se pueden postergar los pasos concretos para favorecer la apertura de nuevos puestos de trabajo, dando así - sobre todo a los jóvenes - la posibilidad de realizarse a sí mismos, mediante una actividad laboral honesta».
Llevar el amor de Dios a los que más lo necesitan y construir una sociedad más justa y solidaria
El Papa enlazó el Año jubilar Celestianiano, que están viviendo estos peregrinos, con elAño Santo de la Misericordia, para volver a Cristo, al Evangelio, reconciliarse con Dios y con el prójimo. «Y así renace el anhelo de llevar su amor a todos, sobre todo a las personas solas, marginadas, humilladas por el sufrimiento y la injusticia social. A tantos, que cansados de palabras humanas, sienten una profunda nostalgia de Dios. Este jubileo diocesano de ustedes los prepara para vivir aún mejor el Año Santo de la Misericordia, que convoqué hace poco», dijo el Santo Padre alentando nuevamente un amplio esfuerzo caritativo hacia los más necesitados:
«Entonces su camino diocesano, ya loablemente orientado a este camino de la caridad, podrá implicar cada vez a más personas y más realidades sociales e institucionales, acercándose a los que no tienen hogar, trabajo, así como cuantos sufren antiguas y nuevas pobrezas, no sólo para proveer a sus necesidades más urgentes, sino para construir junto con ellos una sociedad más acogedora, más respetosa de las diversidades, más justa y solidaria».
«¡Qué lindo es poder afrontar los altibajos de la existencia en compañía de Jesús, tener con nosotros a su Persona y su mensaje!»
«A los jóvenes y a todos ustedes les repito hoy: los problemas se superan con la solidaridad. Los aliento a ser testimonios de solidaridad en sus ciudades y en sus pueblos, en el trabajo, en la escuela, en familia, en los lugares de encuentro», volvió a recordar el Santo Padre, para luego encomendar a todos a la Virgen María y darles su bendición.
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