(Benjamín Forcano).-Estamos superviendo y oyendo que Esperanza Aguirre, candidata por el PP al Ayuntamiento de Madrid, piensa prohibir que los indigentes duerman en la vía pública porque, además de no ir a los albergues municipales que existen,ahuyentan al turismo, principal fuente de nuestra riqueza.
Mire Vd., Condesa y Grande de España, ante un ser humano cualquiera, yo lucho para que no duerma en la calle, porque tiene una dignidad como Vd. y como yo, y esa dignidad le confiere:- "El derecho al trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia " (Constitución Española, Art. 35). Y aún más claro: "Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos -y Vd. ha sido y se propone ser poder público-promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación"(Constitución Española, Art. 47).
Es lo primero. Puede y debe hacerlo. Porque es sentir de los ciudadanos. Y porque hay dinero que nosotros aportamos. Tratar de atraer el turismo buscando su pláceme y mejor contento es tributo de políticos obtusos que bendicen a sus multinacionales en pro del lucro y del dinero para que, quienes más acumulan, puedan vivir como faraones más o menos locos y no con la talla de seres humanos. La marca España no es el turismo ni la vanagloria de mercantilizar la grandeza milenaria de nuestra historia y cultura.
Voy a imaginar que fuera Vd. una indigente, como lo es Livio, un rumano casado y con hijos, sin trabajo, que toca la acordeón y se ha visto obligado por más de un año a dormir al raso bajo el cielo de Madrid. Me he interesado por él, hemos buscado ayudarle y, hace unos días, me comunicaba alborozado que ya tenía habitación para dormir y también ayuda para ponerse dentadura.
De ser Vd. no le diría, como no se lo he dicho a Livio, que su presencia es repelente, ahuyentadora del turismo y que debiera abandonar la vía pública, incluso para dormir. (Cosa que no permitimos con los animales domésticos, pero que no nos resulta insoportable verlo en los humanos). Si los ciudadanos viéramos a Livio como lo que es y no como un apestado, tiraríamos de nuestras sobras y nos impediríamos vivir malgastando.
A Vd., imaginariamente indigente, pero ahora política y candidata a Alcaldesa de Madrid, y encima cristiana, le diría: tenga corazón, ame a todo ser humano como a sí misma, véase rechazando al mismísimo Cristo en esos 2.000 indigentes de Madrid (cuanto hicisteis con uno de estos hermanos míos más pequeños conmigo lo hicisteis) y jure renunciar al cargo si no logra que todos ellos puedan vivir en una casa digna y con un trabajo que les permita realizarse y valerse por sí mismos.
No se preocupe, Marquesa, de si el turismo sube o baja. Estudie con los mejores las condiciones y normas pertinentes para hacer efectivo ese derecho. Nadie se lo puede impugnar. Y le aseguro que, así, podrá Vd. pasearse por Madrid, orgullosa de que en su ciudad ningún ser humano se vea constreñido a no poder dormir ni siquiera al raso bajo las estrellas.
El turismo aumentará y le aplaudirá. Y yo le daré mi voto.
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