07-07-1999
Jesús:
Yo os Bendigo en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu. Amén.
Pero comprended que esta Bendición no sirve de nada, si no es acogida por
vosotros e implica un cambio radical en vuestra forma de vida.
Yo os miro y me recordáis a los paganos, que afanan sus días en recaudar
ganancias para el mundo. De cuya mente obtusa sólo obtengo pensamientos
materiales y egoístas. En cuyo corazón no reina el amor. En cuya vida no reino Yo.
Tú me pides Bendiciones ... Bien ... Yo os Bendigo, ¿encontraré respuesta?
Mirad que se acortan los días y vuestro puesto en el Combate está sin cubrir.
Porque ante mi Llamada, cada uno me presentasteis diversas excusas.
14-07-1999
Jesús:
¿Queréis hacerme el honor de creer en Mí? Cuando se habla de la Fuerza del
Espíritu, ¿a qué pensáis que se refiere? Excede infinitamente a la de cualquier
criatura. Creed en Él. Cuando se habla del Amor del Padre, que perdona a su hijo
pródigo, ¿qué pensáis que quiere decir? Nunca, nunca más vuelve a acordarse de lo
confesado y arrepentido. ¿Por qué vosotros me laceráis nuevamente recordándome
todos vuestros pecados? Yo ya lo he olvidado.
Mirad hacia adelante, y no os acordéis de vuestra vida pasada para hundiros más.
Pensad tan sólo en ella para dar Gloria a Dios, porque os sacó de la fosa, del
lodazal de donde erais incapaces de salir por vuestros medios. Que ello os impulse
a amarme más, a entregaros más por todo el mal que hicisteis. Pero con la
confianza ciega en mi Amor, que olvidó todo para no acordarse jamás, porque vio
en vosotros sincero arrepentimiento. ¿Me haréis ese honor? ¿Me daréis Gloria así?
No quiero que os pongáis ningún freno, quiero que voléis. No quiero que os
amarréis al suelo con pesadas cadenas de hierro. Habéis sido rescatados, no sois ya
los presos enjaulados, los oprimidos por el pecado, ¡sois los hijos de Dios!
Yo mismo, con mis propias Manos, desaté cada una de vuestras cadenas y arrojé al
fuego cada cadena de hierro pesada que os oprimía y os hacía incapaces de la
felicidad y el amor. Yo mismo bajé a los Infiernos y rescaté a los enjaulados, que
esperaban con fe mi llegada.
Quiero de vosotros una fe ciega en mi próxima Venida.
Ese comité de bienvenida, hecho por mis amados amigos, espero que acuda presto
al aviso de mi Llegada inminente. Preparadme, con vuestras obras, las flores que
me ofreceréis a mi Llegada.
Quiero obras, no palabras, niños míos. Y mi Corazón os dará ese abrazo filial y
amoroso que ansío desde la eternidad. Para ello: ¿Queréis asistir y pasar Conmigo
el Calvario, la Cruz?
No dejéis solo a quien se somete a esta tortura por vosotros. Ayudadme a
culminarla, porque TENGO SED y nadie me ofrece su agua. Yo os he dado
abundantes tinajas de la más pura agua; en estos días, ¿no tendréis siquiera una gota
para vuestro Donador de Vida? Dadme almas. Amo desesperadamente a cada
criatura, y no soporto ver a los que se precipitan al abismo de la condenación
eterna. Pensad que os lo agradeceré con creces, y pensad también en lo que
sucederá si no respondéis con creces. Responsables de la condenación de esta o
aquella alma. Eso es una carga demasiado pesada para purgarla en la eternidad.
Solucionadlo aquí. Preferid sufrir una y mil veces aquí, que en el fuego purgante, o
en el fuego eterno.
Todo esto lo conocéis. ¿Por qué tengo que esperar? Yo no esperé un segundo ante
la Proposición de mi Padre de ofrecerme en rescate de todos.
Dadme al menos vuestra poca nada, que Yo sabré qué hacer y cómo aprovecharla,
en beneficio vuestro y de vuestra Iglesia. Amén.
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