15-08-1999
Jesús:
Como piedras que caen con fuerza sobre una pendiente y aplastan lo que hay
debajo. Así vendrá mi Reino. Se instaurará por la fuerza, porque no quisisteis
instaurarlo conmigo por las buenas, desoísteis todos mis Llamamientos.
En España quedará instaurada la auténtica Devoción. Antes prepararán el terreno
mis pequeños trabajadores. Yo establezco a los humildes sobre los poderosos, para
que éstos queden confundidos. Tan pequeños y débiles niños, ¿cómo podrán
realizarlo?
Quiero santos mártires, santos consagrados, santos sacerdotes y monjas, santos
laicos, casados, solteros, jóvenes, niños ... todos los estados de mi Iglesia.
Quiero
combatientes en todos los estados.
Mi Corazón se consume por cada uno de los hombres, y ved cómo no encuentra
siquiera una mirada de apoyo. Mi Corazón se consume, mi Fuego me quema,
porque el Amor no es amado. Reparan mi Casa, intentan remendar por las esquinas,
trabajan afanosamente en reconstruir los tejados, y el Horno es dejado a su suerte,
su Llama no es avivada. Olvidado en el oscuro rincón de vuestro Templo,
desfallece mi Alma de consuelo, muere de Amor. Y mis obreros trabajan en la
luminaria, se afanan en darle “color” al Templo. ¡Y la Luz es apagada cada vez y
cada vez más!
En la Eucaristía late de Amor mi verdadero Corazón, el verdadero Corazón de
Dios. ¿Cómo pretender presentar mi Devoción sin mi Eucaristía? Es como
pretender hacer pan sin masa ni harina. Volved a instaurar la Eucaristía como
centro de vuestra Fe, y vendrá mi Reino sobre vosotros.
¿Cómo amar y prestar servicio al hermano, cómo trabajar con éxito sin el
Alimento?
¿Por qué no mostrarme como estoy realmente, herido, dolorido, pisoteado,
ultrajado, vilipendiado, olvidado y humillado por todos, Varón de Dolores?168 ¿Por
qué mentir y mostrar una idea falsa de Mí?
¡Yo Soy vuestro Ardiente Enamorado!
Y me despreciáis día tras día en mi petición
de matrimonio. Huís de Mí, de mi Vida de unión con vuestra alma. Y Yo sólo
deseo unirme a cada uno de vosotros para haceros felices por la eternidad.
Consagraos a Mí, sí, ¡pero en el espíritu!, en espíritu y en verdad, no con falsa
palabrería, retórica y letra al fin, que impresa en un papel, no significa nada para
Mí. Yo quisiera que cada uno grabara en su corazón las letras de las
Consagraciones que me leéis públicamente, ¡a fuego!, y las cumpliera, so pena de
perder su propia vida para no saltarse ni una sola de sus promesas.
Yo me inmolo por vosotros en fidelidad para los siglos. Pido esto de vosotros.
Esta Devoción no es como aprenderse una serie de fórmulas y recitarlas de carrera.
Que nadie se engañe, no engañéis. Yo os abro mi Corazón, me desgarro por
vosotros.
Esta Devoción es para los que están dispuestos a derramar la última gota de su
sangre por el Amado, por Mí, su Amado, su Rey, el Lote de su Heredad.
Y ahora Yo os pido instaurar mi Reinado por medio de mi Eucaristía.
La Verdadera Devoción al Corazón de Jesús es el Amor a la Eucaristía y su entrega
a Dios como Cordero Inmolado, a imitación de Cristo.
Por eso os digo: ¡Defendedme!, defendedme de mis opresores. Luchad por Mí, para
que no sea derribado de mi Trono en la Iglesia, para que los corazones en gracia
puedan recibirme.
Yo me pongo en manos de mis verdugos, pero no temáis: Resucitaré el Tercer Día.
Aunque todo os lleve a dudar, no dudéis de Mí, no dudéis de mis Palabras.
Y venid, ¡VENID A REINAR CONMIGO!, y ocupad un puesto a mi lado,
vosotros, los de la Gran Tribulación, los que supisteis defenderme con vuestras
vidas.
168 Cfr. Is 53,3.
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