Redacción ACI Prensa
Foto referencial: Pixabay dominio público
El diario del Vaticano, L’Osservatore Romano, presentó en su edición del 19 de febrero un artículo titulado “Totalitarismo digital”, que destaca la importancia de la soledad, el silencio y el ayuno para vivir la Cuaresma en la era de las redes sociales.
La autora del artículo es Antonella Lumini, que recuerda que “cada año, el tiempo fuerte de Cuaresma invita a vivir momentos de recogimiento, reclama el desierto, y si la soledad, el silencio, el ayuno, en la era de las redes sociales, pueden parecer del todo impracticables, en realidad se hacen siempre más necesarios para salvaguardar el equilibrio psicofísico del individuo”.
“No se trata de incentivar la fuga del mundo o de demonizar ciertos instrumentos, sino de reencontrar la justa medida. En una época en la que prevalece el consumo descontrolado de todo, en la que es normal el comportamiento convulsivo hacia la interacción en redes, sería bueno redescubrir la soledad y el ayuno como caminos a recorrer para volver a lo profundo”.
Lumini recuerda que San Agustín invitaba a no “dispersarse, sino a volver a uno mismo porque la verdad que anhelamos reside en lo íntimo”.
La autora escribe también que “mientras estemos abrumados por todo lo que consumimos, incluido el exceso de alimento y el uso excesivo de las redes sociales, no podremos percibir la sed de infinito contenida en el alma: se hace así imposible penetrar en ese misterioso mundo interior que constituye la verdadera riqueza que ninguna cosa exterior podrá sustituir”.
“La soledad le permite a uno experimentar eso solo, desenmascarando, desvistiendo, favoreciendo la relación con el Espíritu, con ese fondo luminoso en el cual el ego se abre a la conciencia, se expande hacia lo insondable. El yo se abre al Yo Soy, el nombre revelado de Dios asumido por Jesús, o se cierra haciéndose centro de sí mismo”, señaló.
En ese sentido, “el ayuno, entendido no solo como abstinencia de alimento, sino también del celular y las conexiones digitales, se convierte entonces en medio capaz de hacer un alto a los círculos viciosos que crean dependencia”.
En la relación personal con Dios, prosigue Antonella Lumini, el “sujeto es alentado a crecer espiritualmente. Al contrario, la constante interacción en red intensifica el proceso de masificación y homologación de las conciencias y produce una regresión (…) en la que la individualidad se pierde”.
Entre los riesgos de no responder a su sed interior, Lumini alerta que la persona puede caer en la “agresividad, la violencia y la tristeza, la depresión y el malestar físico”.
“Una forma alterada y excesiva de relaciones sin verdadera interacción humana anestesia las conciencias, produce una esclavitud tortuosa, seductora, que no es inmediatamente reconocible, que está camuflada. Pero esta esclavitud del totalitarismo digital no se compara con la de los regímenes totalitarios que privan de toda libertad”.
Ante esta situación, alentó, “toca despertar del entumecimiento. La soledad y el ayuno revelan el vacío interior y por eso dan miedo”.
Lumini concluye el artículo afirmando que “como enseñan los padres y madres del desierto, los demonios son vicios, círculos viciosos que aprisionan en una corriente de la que ya no podemos salir. A veces el vicio es presentado como virtud. El silencio, la soledad y el ayuno constituyen entonces el antídoto”.
Antonella Lumini reside en Florencia (Italia), y desde hace 30 años vive como “eremita urbana”.
En 2016 escribió, con el vaticanista Paolo Rodari, el libro “La custodia del silencio”, en el que comparte sus reflexiones sobre el tema.
En opinión de Rodari, “el mensaje fundamental de Antonella Lumini es que el Espíritu habla en todo lugar y habla siempre, basta saberlo escuchar. Para aprender a escucharlo es necesario aprender a hacer silencio”.
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