09-04-2001
Jesús:
Vosotros juzgáis el Amor de Dios muy ínfimo, creéis que es puramente humano,
asemejáis el Amor de Dios al de un hombre, y no es así.
El Amor de Dios excede a
todo conocimiento, va más allá de lo que puede imaginar la mente de un hombre.
El Amor de Dios no devuelve con la misma moneda al hombre. El Amor de Dios es
Poderoso, excede a vuestra imaginación.
Imaginad el más puro y poderoso amor de
mundo, y no tiene parangón, no se puede comparar. Con vuestras mentes no lográis
alcanzarlo, es necesario que os dejéis manejar por mi Espíritu. Aprended, como
María, a ser dóciles a mi Espíritu, así podréis dar todo lo que Yo os pido, todo lo
que se os requiere. Así podréis responder al Amor de Dios, que excede todo
conocimiento, toda creación.
Yo escribí una vez cartas de amor a mi novia, mi creatura. La novia las rompió y
las arrojó al fuego. ¿Puedo así comunicarme con alguien que no quiere oírme?
Válgame Dios, que aunque fuera el más elocuente de los enamorados, a la novia
que ha cerrado su oído, no puedo comunicarle nada, no puedo decirle nada.
¿Por qué no me escucháis? Creaturas ingratas que os preguntáis todavía: “¿qué
debemos hacer?, ¿a dónde debemos ir?” Yo ya os lo he dicho. Actuad en
consecuencia.
10-04-2001
Virgen:
(Le pedía ayuda)
¡Oh, el mundo del sentimiento, hija mía!, cómo está revuelto en ti y en todos. En la
mayoría de vosotros, hijos, ¡qué pocos son los que se rigen por su propia voluntad!,
¡cuántos los que se dejan llevar por el sentimiento!
Mira, hija, mira, hija mía, que el sentimiento no es nada a mis Ojos, tiene muy poco
valor. El sentimiento de euforia o desencanto que hoy es y mañana pasa, no es
nada, no dice nada de vosotros.
Lo que quiero son las obras serias de la voluntad.
Lo que quiero es que queráis, y al querer, lo haréis. Las obras del amor, hija, las
obras, no esa vacua palabra del momento de la euforia que luego se convierte en
nada en el momento del pesimismo. No os fiéis de ellos, los sentimientos dominan
al hombre, pero a veces, y sobre todo hoy en día, son tan veletas, que le hacen
actuar por el camino equivocado y dar bandazos retrocediendo en lo que un día
avanzaron.
El demonio lo sabe y os presenta sentimientos negativos, actúa en el campo de
vuestros sentimientos porque sabe que está descuidado, que no lo cercasteis con
una valla y a campo descubierto lo dejáis sin protección, favoreciendo la ocupación
de todos vuestros enemigos: el mundo, el demonio y la carne.
Estos, han acampado en terreno bien preparado y nadie se lo ha impedido y en este punto, están haciendo
estragos en vosotros.
Os fiáis demasiado de ellos,280 os fiáis de ellos, ¿y no os fiáis de Dios?, ¡oh
insensatos! Son ellos los que rigen vuestra vida, ¿y no le dejáis que la rija Dios? Es
una barbaridad, tamaña insensatez que os acarreará mil y un disgusto, y lo que es
más, es terreno peligroso para resbalarse hacia la condenación.
Hijos, pequeños, parecéis niños de pecho que ahora lloran ahora ríen dependiendo
de su bienestar o malestar de ese momento, niños que no saben dominarse y pensar
qué es lo que más les conviene, qué deben hacer, y se dejan llevar de los apetitos.
¡Qué pena de ejército!, son soldados pusilánimes a los que nunca se les podrá exigir
nada, ¡nunca pedir nada!
¿Qué hacéis ahí llorando por vuestros propios problemas insignificantes y no lloráis
por vuestros pecados y los de vuestro pueblo, y no os ponéis manos a la obra para
impedir el pecado, y no os fijáis que quien llora es Dios y no encuentra el
consuelo? ¿Qué hacéis calculando cómo haréis todo lo que se os pide y tanto
calculáis y tan poco os fiáis de Dios, que no dais el primer paso?
Mi Espíritu está en paro esperando vuestro requerimiento. Invocadle y acogedle,
¡para luego darle!
La batalla, poco a poco, se volverá más cruenta. Primero luchad contra vosotros
mismos para poder poneros a luchar contra los otros. ¡Qué fuerte y qué preparado
veo al ejército del mal y qué blando y pusilánime veo a mi ejército!, el que es
verdaderamente poderoso porque tiene a Dios, porque le impulsa el hálito del
Espíritu y porque lo lidera la Virgen, su Madre.
Lo sabes, ¿verdad?, esta es vuestra primera lucha. Cuando hayáis salido
vencedores, vendré a por los que queden. Con ellos llevaré a cabo la siguiente
batalla, contra el ejército del mal. La verdadera y cruenta batalla, dura hasta el
extremo, dura y angustiante, “aplastadora”. Para ésa sí que os necesito fuertemente
preparados, por eso, que se aparten de las filas los que no lograron vencer esta
primera281, a esos no les quiero luchando en este puesto, a esos les digo adiós, no
pueden venir al combate, que se acojan a la Misericordia de Dios.
Y vosotros, ¡hijos!, los que quedáis, ¡no miréis atrás!, no mirar atrás a los que
quedan ahí en el camino, quedan llorando hijos, sí, pero es que sólo saben llorar,
¡necesito verdaderos guerreros!, los guerreros de estos últimos tiempos, hija mía,
no se parecen en nada a esas mujercitas medrosas que no pueden ni levantar mi
espada 282. Las armas que debéis levantar, tienen un sólido peso y sólo se pueden
coger si se quiere con una decisión fuerte, y si no se tiene miedo.
¡Adelante!, venid a Mí purificados. Ya blancos, con las vestiduras blancas, vuestro
cuerpo relumbra y ciega a las obras del mal, ciega ya al mal. Venid, que Yo os seguiré dando las armas e instruyéndoos en el uso que debéis dar a cada una de
ellas.
280 De los sentimientos
281 Contra el sentimiento.
282 Rosario
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