Sr. Director:
Esporádicamente ojeo los blogs, webs, periódicos digitales que (abiertamente o no) han declarado la guerra al Papa Francisco, para ir viendo (si es que eso es posible) el ritmo con el que van “afilando las espadas” (aunque cada vez ojeo menos, principalmente, por temas de salud mental, como jocosamente decía el Papa hace poco…).
Como viene diciendo usted en Hispanidad: el Papa está secuestrado; y como ha escrito hace poco, más de uno se le “subleva” porque no entiende cómo puede estar secuestrado el Obispo de Roma.
En realidad, pocas explicaciones concretando pueden dárseles. Datos, lo que se dicen datos, hay pocos para demostrar esta “teoría”, pero si hay “algunas cosillas” a tener en cuenta que les vendría bien saber a aquellos que no dudan en saetear a Francisco: San Ignacio decía en sus Ejercicios Espirituales que “se ha de presuponer que todo buen cristiano ha de ser más pronto a salvar la proposición del próximo, que a condenarla”.
El prejuicio es un mal ayudante en la muchas veces difícil tarea del discernimiento y es difícil de detectarlo si te lo han metido entre las meninges los medios de (des)información católicos que tienen por objeto el acusar a Francisco de hereje bajo capa de bien.
Por otro lado, es muy iluminador leer estas frases de Mirjana, “vidente de la Gospa”, respecto a este mismo tema:
“Quiero deciros una cosa que tengo en mi corazón. Oigo decir a muchos peregrinos que el papa Juan Pablo era muy bueno, que el papa Benedicto lo era menos y que el papa Francisco no gusta.
A mí esto me duele porque el Papa es el Papa, es nuestro Papa y es nuestro deber rezar por él, por todo lo que lleva a sus espaldas y no sabemos. Solo sabemos juzgarlo, no rezamos ni le ayudamos con la oración. Creo, de todo corazón, que el Espíritu Santo nos da el Papa que necesitamos.
Cuando era necesario un Papa como Juan Pablo, él era el Papa. Cuando necesitábamos el papa Benedicto XVI, el Papa era él. Ahora necesitamos al papa Francisco.
Debemos rezar, no opinar como hacemos a menudo, pensando que lo sabemos todo, cuando en realidad no sabemos nada.
Y es realmente así: no sabemos absolutamente nada de los deseos de Dios en cada momento.
Y por eso nos conviene fiarnos de Él, del Señor, nuestro Dios, porque podemos entrenarnos en abandonarnos en Él, en la capacidad de rendirnos a sus medios eficaces y en su llamada en el momento justo cuando Él así establezca, no antes ni a despropósito”.
Sinceramente creo que es imposible “demostrar” el secuestro de Francisco. Si hay algo que los cristianos deberíamos tener claro es que en los momentos más duros es cuando más importante y necesario es tener fe.
En estos tiempos difíciles para la Iglesia quizás haya llegado el momento abandonarse por completo en las manos de Dios y de guiarse sólo por la fe. Y esa fe incluye creer en esa cosa especialmente católica llamada Papado.
Hasta que el Papa no diga abierta y claramente una herejía con todas sus letras (oabola la Eucaristía) no tenemos derecho a descreer de Francisco. Hasta ese momento (que no llegará) toca defender a Francisco.
Y en cualquier caso, ¿acaso el mismo San Pedro no renegó de Cristo tres veces? ¿Cuántas veces hemos renegado de Cristo cada uno de nosotros con nuestro pecado desde que tenemos uso de razón? ¿Vamos entonces a juzgar al Papa, cuando en realidad (como dice Mirjana) no sabemos nada?
Cayetano Ruiz
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