18-05-2011
Virgen:
Marga amada: ven a Mí, porque “tu esencia es oración”. Tu vocación es la oración
y tu Don es la oración.
Por eso te encuentras tan bien cuando la haces, y la haces abundante, porque
abundante es la que Dios te pide. Y, haciendo esto, te encuentras como pez en el
agua. Nada en la dicha de hacer oración. ¿Quién te puede arrebatar esto? ¿Las
dudas y problemas cotidianos? ¿El Maligno? Nadie, hija, porque esto es tan
sencillo para ti, que bastará tu voluntad en hacerlo para que lo hagas.
Dios mío, ¡qué peligro un instrumento tan torpe como yo! Arriesgasteis
mucho al elegirme.
Sí. Arriesgamos. Como arriesgamos siempre Nuestro Amor por vosotros. Siempre
depende de vuestro Sí. Es arriesgado entregarse a los hombres, porque siempre
pueden decir No.
Arriesgada fue la Encarnación del Verbo. Yo pude decir “No”. Y, como has leído
recientemente: todo el Cielo estuvo en suspense conteniendo la respiración.
Se trataba de pedir permiso a una criatura. Y la criatura siempre puede decir No.
Eva dijo No. Y llevó el No a su esposo, Adán. Yo dije Sí. Y llevé el Sí a la Iglesia entera.
¡Tan diferente, amada! Tan diferente es tu vida con Dios. ¡Y tú eres una simple
criatura!
Miraos a menudo en la diferencia de criatura-Creador. Abismaos en la inmensa
grandeza de que el Señor haya querido compartir su vida con una criatura.
¿Te das cuenta, amada, en que eres una simple criatura?
¿Te das cuenta en que es Dios el que quiere compartir Su Vida contigo?
Qué poco meditáis esto: vuestra condición de criatura frente a Dios. Por eso Le
negáis cosas. Porque a veces queréis mediros en fuerzas con Él.
Él os ha dado el poder de vuestra libertad. Y vosotros, conscientes de que podéis
hacer a vuestro antojo, pensáis que tenéis poder sobre Dios. Dios no os puede
obligar a nada. Os dejará hacer lo que queráis, lo que decidáis.
Ése fue el pecado de los Ángeles.
Y ése fue el pecado de Adán.
Al darse cuenta de esta “Debilidad” de Dios, quisieron liberarse de su condición de
criaturas, y así estar por encima de Dios. Los hombres se arrepintieron.
No así los Ángeles, que tienen una Voluntad mucho más determinante.
¿Qué significa eso, Mamá?
Que ellos deciden para una, sin posibilidad de arrepentirse.
Ellos son espíritu. Vosotros sois cuerpo y espíritu. En ellos la tentación sólo fue en
espíritu. En vosotros, se utilizó vuestro cuerpo para hacer caer al espíritu.
El Demonio, como tú lo viste, os odia. Viste su espíritu de odio asesino hacia
vosotros.
Odia y maldice a cada criatura. Lo que quisiera es verlas muertas para siempre,
como lo está él.
Tiene la potestad de poderos matar. Desea hacerlo. Pero no lo hace. Porque no le
está permitido. Dios no le deja. Le frena. No puede nada en vosotros salvo que
Dios lo permita o que vosotros le abráis la puerta.
En caso que Dios lo permita, nunca permite Dios nada malo para el hombre, sería
un bien para él. Y en caso que el hombre le abra la puerta, siempre está la mano de
Dios presta a que el hombre le asa. Alargada hacia él, para que se arrepienta, y
viva.
Por eso, amada: ¿qué temer de la acción del Maligno en vuestros días?
¿Qué sucede ahora en el mundo actual? Es el hombre mismo el que le ha abierto la
puerta. De su corazón, de su casa, de su techo.
Entra por cualquier rendija que le
abra: una ventana, un hueco de la puerta o la pared. Como una cucaracha. Y hace nido. Y se reproduce. Y os invade.
(Pienso cómo la pereza, comodidad, la gula y la sensualidad, hacen caer al
espíritu)
No… no dejo caer a nadie. Son ellos los que se sueltan de mi mano.
A menudo se sitúan en precipicios peligrosos, y juegan con el pecado, la tentación
y la posibilidad de caer. Como un juego. Cuando, desprevenidos como están, el
pecado mete sus zarpas en ellos y se encuentran zarandeados por la fuerza absorbente de su acción, piensan que ya no tienen remedio y que sólo les queda
dejarse caer. Piensan que no está una Madre pendiente de ellos. Piensan que Dios
les ha abandonado porque les rechazará por su fea acción. Y piensan que no tienen
remedio ni perdón.
Ahí es donde, no me cansaré de decirlo, hija, y donde quiero que vayas tú, te envío
Yo, quiero que conozcan que Dios les ama y les amará siempre, pese a su pecado,
Dios perdona, y perdona todo, que tiene un Corazón Misericordioso pronto a
abrirse al arrepentido. Y que no se cierra nunca. ¡Nunca!
Que su Madre, una Virgen, está siempre dispuesta a acoger y a levantar, y que si no
saben cómo, que acudan a Mí antes de volver a presentarse a Él. Al fin y al cabo es
Dios, y ellos una simple criatura. Cualquier ofensa, aun la mínima, es una ofensa a
Dios, y es grande.
El alma siempre se encuentra en vergüenza ante Él. ¡Pero no ante su Madre! ¡De
una Madre, nunca podréis tener vergüenza!
Hijos, Yo Soy una simple criatura, como vosotros. A Mí venid a contádmelo todo.
Oh… ¡Yo os comprendo! ¡Cómo os comprendo!
Amados: ¡sois tan pobres y
pequeños!
Queríais volar. Os creíais con el poder. Pero qué pronto se acabó vuestro anhelo de
placeres, qué pronto acabasteis en el suelo. Porque los buscasteis no-según-Dios.
Queridos: ¡venid! Yo os limpiaré. Necesitáis un baño. Yo os lavaré y os perfumaré.
Os vestiré con estos vestidos que he elegido para esta ocasión. Son para vosotros.
Son para vuestra medida. Yo los he planchado, limpiado y blanqueado. Estaréis
preciosos. Estaréis perfectos.
Y ahora, decidme. Ahora que os he blanqueado. ¿No querréis presentaros ante
Dios?
En este caer de vuestro pecado, habéis adquirido la humildad, porque os habéis
vuelto a Mí arrepentidos y pidiendo mi ayuda. Ahora, ¡olvidad aquello! ¡Olvidad
todo! Dios, que es Dios, que es el Poder, ¿no tendrá el poder también de olvidar?
Lo olvida, hijos, lo olvida.
Pensad que venís “recomendados” por Mí. Sois mis enchufados. ¡De verdad!
Creedlo.
¿Qué mejor recomendación puede tener alguien para un jefe, que la de la propia
madre del jefe?
¡Oh, Soy feliz al poder hacer esto, al poder volveros a Él! Oh, ¡qué pequeñitos sois!
¡Venid, venid, venid a Mí!
Tengo muchísimas ganas de arreglaros. Entraréis en la Vida Eterna.
¡Creedlo! Tan sólo creedlo, hijos. Y ya. Y se hará.
Amén.
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