Querido amigo/a:
Jueves Santo es el día en que más se ha amado, un amor que traspasa el espacio y el tiempo y que llega hasta nosotros como el eco de una inmensa explosión. Este amor se concreta en la institución de la eucaristía, la institución del orden sacerdotal y el mandamiento del Señor sobre el amor fraterno. En la celebración eucarística de hoy queremos actualizar y dejarnos alcanzar por la fuerza de este amor expansivo.
El amor de Jesús,?extremo y extremado era de?una categoría desconocida?entre sus contemporáneos, como una?realidad de otro mundo. Sus actitudes y gestos de amor tenían toque de gracia, eran como una creación nueva. Todos se admiraban. Amaba a los niños, y ya no querían despegarse de él. Amaba a los pobres, y lo sentían como el mayor tesoro de sus vidas. Amaba a los enfermos, y los curaba con su ternura. Amaba a los pecadores, y empezaban, entre lágrimas, a revivir. Iba atando a todos con ataduras de amor.
Amar, servir, dar la vida. El Señor le dice hoy a Pedro: lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde. El gesto de lavar los pies es un gesto que realizaban los esclavos a los amos, es el gesto que realiza Jesús: he venido a servir. Es verdad, es difícil de entender, no se corresponde con la lógica de este mundo. Ningún apóstol es del todo consciente de lo que está pasando, del “signo” que está haciendo Jesús, de lo que les está regalando.
La experiencia de la última Cena fue una de esas realidades que marcan la historia humana, una realidad intensa y encendida, una página bellísima, un acontecimiento que llegó a ser un punto de referencia inolvidable. En la última Cena también hubo ambiciones, los discípulos discutían sobre los primeros puestos; hubo traiciones negras, con nombres de Judas; pero, superando negruras y bajezas, hubo cascada luminosa, incendios de amor.
Gracias Jesús por hacerte presente en la eucaristía, gracias por los sacerdotes que te sirven a través de su ministerio entregado, gracias por el amor de tantos hombres y mujeres que, poniendo en ti los ojos, aman y dan la vida por los demás. Ayúdanos a llenarnos de este amor desbordante y explosivo. Enséñanos a amar sin medida, a amar hasta que duela, a darlo todo en lo cotidiano de nuestras vidas, a amar al que no lo merece ni agradece, a regalar amor al que no ha conocido la fuerza de este don. Tú amor, Jesús, salvará al mundo. ¡Feliz día del Amor Fraterno, feliz Jueves Santo!
Vuestro hermano en la fe.
Juan Lozano, cmf.
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