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No hace falta ir a misa para apreciar la dimensión humana, cultural, social y asistencial del cristianismo. Es el caso de un ateo declarado que valora la huella y la presencia de la Iglesia en Europa en general, y España en particular.
Se trata de un oncólogo cántabro, el doctor José Manuel López Vega, colaborador de diversos medios como el Diario Montañés de Santander, que en un artículo publicado hace unos años reivindicaba el papel de la religión, desde su declarada increencia.

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El artículo, titulado Un ateo que marca X para la Iglesia Católica, cobra singular actualidadahora que el laicismo radical arrecia contra los aspectos más sagrados del cristianismo y contra los sentimiento más profundos de la inmensa mayoría de los españoles.
Para quienes violan en broma a monjas, asaltan capillas o sacan procesiones blasfemas, para quienes no entienden que existe el derecho a la expresión públicas de las creencias, y que separación de Iglesia y Estado, no significa burlarse de Dios, la Virgen y los santos o enviar al cristiano a la catacumba, es interesante ver las razones que da un ateo para marcar la X en la casilla de la Iglesia.
López Vega, que tiene un blog donde escribe sobre lo divino y lo humano, viene a decir queel papel de la Iglesia Católica es indiscutible más allá de las creencias personales de cada uno, y que sólo la cerrazón y la irracionalidad explican la cristofobia desencadenada contra el cristianismo.
Por su interés reproducimos íntegro el artículo del doctor López Vega:
“Mi pensamiento y mi vida discurren ajenos a los dioses, en general, y al Dios de los católicos en particular”
“Si es reprochable empezar hablando de uno mismo, también será esclarecedor decir de entrada que mi pensamiento y mi vida discurren ajenos a los dioses, en general, y al Dios de los católicos en particular.
No comulgué ni fui confirmado, me casé por lo civil, mis dos hijos no fueron bautizados y han estudiado en escuelas laicas, como su padre.
Por lo breve, digo, ni soy católico ni aguardo orientación de ninguna fe religiosa, la que fuere. ¿A qué viene, entonces, mi chocante postura de destinar la X del IRPF a la Iglesia Católica?
Algunos la tildarán de gracieta simplona, otros de contradicción incomprensible, de inane provocación, etcétera.
Nada opongo a tales opiniones, menos aún si sustentan la idea, más o menos refinada, de que seré aproximadamente un gilipollas.
Pero si alguien desea curiosear en por qué un ateo marca su X a favor de la Iglesia, quizá le interesen mis tres razones principales:
1ª. Ante las privaciones de muchos seres humanos (no solo en países subdesarrollados), es natural fomentar la ayuda y la cooperación. Que se describan con palabras como solidaridad, compasión, justicia o caridad es lo de menos; lo crucial es canalizarlas a través de organizaciones eficientes.
“Ya sé que existen las recientes criaturas llamadas oenegés, pero cómo negar el papel histórico de las misiones católicas”
Ya sé que existen las recientes criaturas llamadas oenegés, pero cómo negar el papel histórico de las misiones católicas y de Cáritas en ese terreno.
No estableceré un ranking de altruismo, pero yo, siendo ateo, dudo que los recursos administrados por la Iglesia sean desdeñables o necesariamente sustituibles: voto por mantenerlos.
Uno de los muchos comedores sociales gestionados por Cáritas
Uno de los muchos comedores sociales gestionados por Cáritas
2ª. Para explicar la idea de Europa -y no digamos la de España- a un extraterrestre, sería imposible obviar el catolicismo. Entre nosotros, terrícolas, sería fatigoso desgranar su legado intelectual, arquitectónico, ético y artístico.
Asistí recientemente a la misa dominical en un convento de clarisas, con su olor inefable a musgo e incienso. A mediodía, las monjas ocupan un coro, allá por el ábside; los fieles llenan la pequeña nave y el cura lee sugestivos textos, y lo hace bien, y por un momento me siento parte de algo más grande y más permanente que yo, algo que sosiega la respiración y atempera el pulso, sin necesidad de lapidar a nadie.
Y luego visité otra iglesia, donde se cantaban bellísimas habaneras de tema religioso. Voto por ese espíritu de paz y concordia, aunque yo no sea creyente.
3ª. Justo por no serlo, me parece inexplicable el furor obsesivo por bajar los crucifijos de los colegios. No veo qué daño causan los símbolos de una fe que no me asiste, pero sí ilustra mi paisaje histórico y emocional.
“No concibo que un absurdo revanchismo haga saludar a gobernantes infames como Chávez y ningunear al Papa, líder espiritual de muchos compatriotas”
Me espanta el fanático que se jacta de clausurar escuelas católicas o quemar frailes.
No concibo que un absurdo revanchismo haga saludar a gobernantes infames como Chávez y ningunear al Papa, líder espiritual de muchos compatriotas.
A mi juicio de ateo, es lógico y deseable que el Estado sea laico, pero sucede que España no lo es. Hay vida inteligente fuera del Estado, así que pongo la X para la Iglesia Católica, no vaya a ser que algún insensato la destine a construir mezquitas y tengamos que resucitar a don Juan de Austria.