17-05-1999
Virgen:
Oh hijos, los míos, mis niños... mueren día a día, porque no hay un alma que se
sacrifique por ellos, que ruegue a Dios por ellos. ¿Queréis salvarlos?
Bendito Apostolado de la Oración, bendita salvación para los pecadores que otro se
ofrezca por el condenado. Bendito amor verdadero, el que da la vida por sus
hermanos. Benditos seáis todos los que os sacrificáis y oráis por los pecadores.
Tejed así vuestra túnica eterna, sembrad así los frutos de la eternidad sin límites.
Cuando os reunáis con la familia de los hijos de Dios y todo sean agradecimientos
y amor ... ¡pensad en ello!
Vengo con urgencia a recoger vuestras plegarias, sacrificios, mortificaciones,
abnegaciones y entregas puras al Amor de Dios. ¿He de irme con mis Manos
vacías? Ya llego, ya toco a vuestra puerta, ¿qué tendréis que dar a esta Mendiga del
Amor?
El Cielo abre sus puertas para recibirme, los que purgan y la Iglesia militante
esperan sus fuerzas de estas vuestras donaciones. ¿He de decirles que no recogí
ninguna? ¿He de decir que de alguna casa me echaron con puntapiés?
¿O diré que acogisteis a vuestra Madre exhausta, cansada de mendigar por todas las
puertas de la tierra, la consolasteis y la llenasteis de oblaciones para ellos,
hermanos vuestros, a los que amáis con todo el corazón? ¿Diré que encontré en
vuestros hogares plena identificación con nuestro Amor de los Amores, cuyo
Nombre es Santo y Reina por siempre?
¿O diré que estabais tan ocupados, teníais tanta prisa que, pese a notar que El
agonizaba a vuestro lado y os llamaba, disteis media vuelta y fuisteis a vuestros
quehaceres mundanos sin reparar en Él?
Niña, tu Madre acude a ti urgentemente. Úrgeles tú, que se acaba el tiempo y
muchos de los míos aún no han venido. Necesitan vuestra vida entregada a Dios,
necesitan vuestros sacrificios y oraciones, necesitan vuestra luz, vuestra sal.
¡Id! Rápido. Antes de que se cierren las Puertas de su Infinita Misericordia.
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