¡ Oh
Corazón dulcísimo de Jesús! Yo te encomiendo por esta noche mi corazón y mi
cuerpo a fin de que descansen dulcemente en Ti.
Como no puedo alabar a Dios durante mi sueño, dígnate hacerlo tu mismo en
mi lugar, de modo que todos los movimientos de mi corazón, durante esta noche
sean otras tantas alabanza que des a la Santísima Trinidad, y recibas todos mis
suspiros para presentárselos como centellas ardientes de amor. Así sea.
Tendré
cuidado igualmente, antes de dormir, de hacer la señal de la cruz sobre la
frente diciendo: "Jesús Nazareno, Rey de los Judíos," práctica
sumamente eficaz para no ser sorprendido durante la noche por una muerte
repentina.
Fue
enseñada, según dice San Alfonso y otros muchos escritores, por el mismo
Jesucristo a San Edmundo:
"
Hijo mío, le dijo un día el Salvador, quiero que en recuerdo del amor que te
tengo, te signes la frente cada noche, pronunciando mi nombre y diciendo:
!!! Jesús
Nazareno, Rey de los Judíos !!!
Esta
invocación de mi nombre te librará de la muerte repentina así a cuantos la
hagan.
"
Habiendo este mismo santo obligado al demonio que le dijese cuál era el arma
que más temía, el espíritu maligno respondió que eran las palabras que
pronunciaba signándose la frente.
Finalmente,
durante el sueño guardaré la mayor modestia posible, para merecer la bendición
de la Santísima Virgen, pues cuanta San Leonardo que muchos religiosos la
vieron trasladarse a un
dormitorio y bendecir a todos los que hallaba en una postura decente, mientras
que se desviaba con disgusto de los que no guardaban una postura modesta; y
pasaba sin bendecirlos.
Si me
despierto durante la noche, haré enseguida un acto de amor o alguna piadosa
aspiración al divino Corazón de Jesús y el Corazón inmaculado de María.
El P.
Nonet cuenta que el mismo Jesucristo recomendó a Santa Gertrudis que rezase la
oración siguiente, cuando tenía dificultad en dormirse.
"Señor
mío Jesucristo, os suplico, por el reposo tan suave que gustáis de toda
eternidad sobre el seno de vuestro Padre, por el que habéis tomado durante
nueve meses en el seno de vuestra Madre, y por lo que tomáis en el corazón de
los que amáis, que me concedáis un poco de sueño, no para mi comodidad, sino
para vuestra eterna gloria, a fin de que mi cuerpo halle la fuerza necesaria
para serviros y cumplir los deberes que me incumben."
Apenas la
santa hubo acabado esta oración, añade el P. Nonet,
Jesús le dijo: "Ven y descansa sobre mi corazón".
¡ El
santo y delicioso descanso! ¡Oh Dios mío! Ciertamente tengo que morir; mas no
se cuando, cómo ni dónde moriré: sólo sé que, si muero en pecado mortal, he de
perecer eternamente. ¡Santísima Virgen María, Santa Madre de Dios! Ruega por
mí, pecador, ahora y en la hora de mi muerte.
Amén.
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