Jesús: Necesito almas consoladoras del Sagrario, de la Eucaristía, ¡¡pero también almas que lleven la Eucaristía a los demás!! Almas eucarísticas.
Pensad que aquí, a la Custodia, no va a venir nadie, si no le habláis de ella. Yo aquí rescato. Pero no vienen a Mí.
No vienen a pedir a ser rescatados.
Es éste mi mayor anhelo y lo que
Yo os pido y Yo necesito: almas que me lleven a los demás, almas que le hablen de la Eucaristía, almas eucarísticas.
Amada, amados, cuántas catequesis, cuántas reuniones y cuántas programaciones en vuestras Parroquias, ¡y que poca vida eucarística!
Así, continuáis con vuestra misma vida de placeres, de comodidades e incluso de pecados. Y no estáis dispuestos a dar la vida por nadie. Mucho menos por vuestro Maestro.
Dejad todas esas organizaciones y
venid, aunque sólo sea un rato pequeño al día, a estar postrados delante del Sagrario. Veríais cómo vuestros horizontes cambiarían, y veríais resurgir la Vida Nueva en vuestras Parroquias. Ni tan siquiera moviéndoos de allí. Ni tan siquiera haber empezado a poner en práctica ese plan maravilloso largamente trabajado.
Esos planes son como papel que va a la basura, no sirven de nada sin vida eucarística.
Veríais vuestras Parroquias renovar. Veríais vuestras Asociaciones, vuestros Grupos, Movimientos, florecer. Porque Yo les enviaría almas. Les enviaría vocaciones si fuérais almas eucarísticas. Veríais a vuestro Dios saciar la sed de vosotros. Daríais de beber a vuestro Dios.
Mi corazón, se encontraría consolado, y mis ansias de amor serían satisfechas.
A aquellas Comunidades donde se viva esto, Yo les prometo florecer.
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