13-09-1999
Virgen:
Soy Nuestra Señora de los Dolores.
¿Por qué sufres Tú tanto, Madre?
Soy Corredentora.
¿Podemos hacer algo para que no sufras tanto?
Corredimid Conmigo.
Mi Corazón está llagado por el dolor que infligen a Jesús sus hijos malos e
ingratos.
Mira a este Corazón, que junto con el de Jesús, se inflama hasta explotar y hacerlo
como Fuego sobre la tierra. Porque como Fuego que purifica será enviado su Amor
al mundo, en la forma de Ira de Dios.
¿Es necesario esto?
Es necesario, no me dejasteis otra opción. El mundo entero ha desoído llamada tras
llamada, y el Castigo llegará a todas las generaciones de todos los países en una u
otra medida, según haya sido su grado de abyección, en justa retribución por sus
obras de pecado, y para libraros del influjo del Enemigo principal.
Que sea pronto.
No deseo que se haga, porque veo vuestro sufrimiento, y eso comprime mi Corazón
y me hace derramar lágrimas de dolor.
Juntos habéis estado trabajando en la destrucción de la Gracia, de la Vida de la
Gracia, y cuando apenas exista en el mundo, vendrá vuestra Segunda Liberación,
con la Segunda Venida de Cristo.
Necesitó venir dos veces, porque con una no estaba completa vuestra salvación.
Murió, y ha ido muriendo en los siglos después de constituir su Iglesia, y lo veréis
muerto místicamente en vosotros, Cuerpo Místico, para posteriormente poder
resucitar.
Espero su Venida Gloriosa, espero su Reino sin fin. Me duelo de ver todos los
pobres condenados.
¡Oh, ya no queda fe en vuestros días! Señor, que en vuestros días florezca la
Justicia.174 ¡Ven Señor Jesús!175
¿Qué quiero de vosotros? Aceptad que Nuestro Corazón es Fuente de Dolor, que
mana Sangre por vosotros. Y así vosotros, al estar unidos a Cristo, sois también
dolor por vuestros hermanos, para poder ser fuego de Amor.
Tenemos miedo al sufrimiento.
¿Hablas por todos?
Por mí y por algunos; otros son valientes.
Aprended de mis valientes, los valientes en Cristo Jesús. De Él viene la Fuerza, el
auxilio, el valor para el guerrero.
No temáis.
Que en vuestros días florezca la Justicia. Que vean vuestros ojos Su Santo Reino.
En esa Promesa, estad gozosos.
Benditos tiempos, los Últimos Tiempos, benditos los hijos de mi Padre, los hijos de
Dios.176
Es grande la epopeya. La mayor epopeya de vuestra historia no supera con creces a
esta vuestra última epopeya de Salvación, la gesta gloriosa de los guerreros de
Cristo, de los Guerreros de los Últimos Tiempos.
Vuestro enemigo se ha hecho poderoso, pero el Poderoso es Dios, ¡y vosotros sois
los hijos de Dios!
Uníos y podréis vencerle.
Los hermanos luchan juntos. Sí, esa desunión177 impide
que os fortalezcáis en el Señor, impide la Gloriosa Venida del Espíritu Santo en
plenitud.
Pero veo nuestra pobreza real
¡Oh “pobreza real” convertida en riqueza!, miseria convertida en tesoro, barro
elevado a la condición de hijo de Dios, escombro convertido en piedra del Templo
de Dios... ¡¡Creed en el Poder de Dios!! Si hubiera encontrado algo más miserable,
a eso hubiera escogido, para que el mundo viera la Fuerza de Sus Manos, Su Mano
Poderosa.
174 Cfr. Sal 72,7.
175 Cfr. Ap 22,20.
176 Que viven en los Últimos Tiempos
177 De las Iglesias
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