26-10-2000
Jesús:
Has leído el Libro de Sofonías. Mira cómo está escrito para estos días.
¡Oh Señor!, ¡piedad, piedad!
Tendré piedad con quien tuvo piedad con Dios y con sus hermanos. A cada uno
retribuiré según lo merecido. La Justicia de Dios es excelsa, son grandes sus
Juicios, son certeros.
Aun así, Yo concedo tiempo para arrepentirse, advierto una y otra vez. Por aquí y
por allí suscito a mis profetas, que van donde los gentiles y donde mi pueblo y les
advierten, les avisan de mi parte, y no son creídos. Todos esperan ver para creer,
pero entonces será demasiado tarde, no habrá tiempo, porque el Brazo de Yahveh
caerá sobre ellos.
Todo tranquilo, y tú debes advertir.
Que crea el de corazón abierto, tú no desmayes, no trabajes en balde para quien
tiene cerrado con siete cerrojos su corazón y no está dispuesto a abrir. El tiempo
empleado con esa persona puedes utilizarlo para salvar siete almas más.
En el tiempo aparentemente tranquilo –aunque fraguándose por dentro el Desastre tú
debes advertir. Ha llegado la Hora esperada desde antiguo, ha llegado el
momento. Es mi último aviso: «¡Convertíos y creed en el Evangelio!»230
.
“Mi Casa es cueva de ladrones”231: para hoy más que nunca pronuncié esa frase.
Me roban dentro de Mí, roban mis almas para Satanás, saquean mi Templo y
venden baratijas para engañar a mi pueblo. Se asombran de que haya pocos, de que
vengan pocos al Templo.
¡Hipócritas! Ellos mismos lo han propiciado
tergiversando el mensaje. ¡Predicadme a Mí! ¡Predicad mi Evangelio y mi
verdadera Palabra! ¡Dad mi verdadero Amor! Y veréis cómo vuelven las ovejas al
redil.
Pero este grito mío no será escuchado, como no lo fue tantas y tantas veces, y os
dejaré con vuestras propias equivocaciones, si queréis, dentro de mi propia Casa, de
la que ya me habréis expulsado. Y bien, me voy, me voy donde los corazones
quieran albergarme para hacer de ellos mi Casa, mi Casa de Oración, mi verdadero
Templo.
El Templo de Dios ya no es Templo del Altísimo. Es Casa de Satanás. Acudid a él
los que queréis comerciar con la Bestia. Los que no, venid verdaderamente a Mí
formando un pequeño Resto de los últimos tiempos. Yo no os voy a dejar solos. Os
dejé toda vuestra libertad y preferisteis expulsarme. Mansamente me voy, mirad
que Yo no os voy a forzar a amarme. Prefiero una y mil veces el amor sincero y
libre de mis pequeñas criaturas, y en ellos me complazco, con ellos estoy. No me
importa la suntuosidad del Templo. En lo humilde nací, nací en un Pesebre,
rodeado de heno y estiércol, pero era para mi Padre la antesala del Cielo, porque
estaba José, porque estaba María, y con su amor sincero propiciaron una cuna para
su Salvador. Su Amor fue el que me dio el Calor.
Esto mismo para vosotros, pobrecitos de Dios, no os preocupe la suntuosidad de
donde tengáis que albergar al Creador de todo: el Creador ve el fondo de vuestros
corazones, y gustosamente va e irá a la casa donde le habréis preparado el más puro
amor y sincero agradecimiento con vuestra entrega y vuestro sacrificio. Irá y se
dejará cuidar por vosotros, defender si es preciso, con vuestras vidas.
Cuántos locos andarán sueltos esos días persiguiendo a los amantes de la
Eucaristía. ¡Pobres hijos, manejados por Satanás! No les temáis. Pueden quitaros la
vida, pero no el alma.232 El alma que es mía de verdad jamás será arrebatada para el
infierno, jamás será quemada.
Clandestina Iglesia, casi de las catacumbas.
Jesús, parece que hables de un tiempo lejanísimo.
Te he dicho: Cuando todo esté aparentemente en calma y parezca imposible esto
que Yo te anuncio, tú debes advertir.
Entonces falta poco...
Falta el tiempo que considere mi Padre Dios.
Sí, clandestina mi Iglesia verdadera de estos tiempos. Días muy nublados, días
tristes que anteceden a la Gloria de mi Casa, la implantación del Reino Nuevo, el
Reinado de los Corazones de Jesús y de María.
¡Estad preparados! No sabéis, Yo no os digo ni el día ni la hora.233 Le corresponde
saberlo a mi Padre que está en los Cielos.
Esta preocupación no debe tener cabida en vosotros: “¿Cuándo?” Cuando Yo
disponga, cuando el Señor dé la orden, cuando vea a su Resto preparado, cuando
llegue el Tiempo. Ni siquiera los Santos del Cielo lo saben, ni siquiera mi Madre.
¿Qué queréis saber? ¿El minuto exacto? Son los Planes de Dios, es el Tiempo de
Dios. No escudriñéis lo que no os es lícito saber. Y sabed que si oís: “Va a ser
ahora en este concreto día, a esta concreta hora”, eso no es de Dios, todo eso son
engaños de Satanás. ¿Para qué os vale? Para agobiaros cada vez más y más, para
confundiros, para haceros perder el tiempo, el amor sincero y la fe.
Estupenda obra
entonces la de Satanás en vosotros si andáis preocupados sobre cuándo será el día y
la hora de la venida del Hijo del Hombre.
Os basta saber que Yo os digo por la
boca de mis profetas de ahora: “¡Estad preparados! Cuando menos lo esperéis
vendrá el Hijo del Hombre234 y repoblará la tierra, que encontrará llena de
cadáveres”
¿No es bonito lo que Yo te digo?
Yo lo hago porque os amo y no quiero vuestra condenación. ¡Si las obras de los
hombres fueran hermosas, bonitas a mis Ojos, Yo tendría un mensaje hermoso para
ellos! Pero ahora lo único que os puedo decir es que si no os convertís y realizáis
las obras de la vida, apartándoos de vuestras obras de muerte, pereceréis.235 Y Yo
os lo advierto porque os Amo, porque no quiero que ninguno de los míos se
pierdan, y mirad que estáis a punto de perderos para Dios. Mirad al fondo de
vuestro corazón y descubrid que digo verdad, ¡y acudid a Mí prestos, rápidos! ¡No
dejéis un solo segundo al desánimo, al parón en vuestras faltas!, corréis el riesgo de
asustaros y no venir. ¡Si es lo único que deseo! ¿No me veis con los brazos todavía
abiertos esperando a los rezagados, a los últimos que faltan por venir? ¡VENID A
MÍ! y hallaréis la paz, el descanso eterno, la felicidad verdadera. No os dejéis
engañar, no os dejéis embaucar. El desánimo es lo primero que intentará sembraros
Satanás con sus secuaces. ¡Venid rápidamente a Mí!, sin pensar. Acordaos que Yo
Soy el Padre Bueno, el Esposo solícito, el Hermano atento y cariñoso, el Amante
fiel, que perdona por mil generaciones.236 ¡Oh, venid! No me canso de decirlo.
Mirad mis labios que repiten esa frase: ¡Venid a Mí!, ¡Venid a Mí! Mirad mis Ojos que os suplican la vuelta, mirad mis Manos prontas a acogeros, a sujetaros, pero
dad el paso. ¡Debéis dar el paso! ¡Venid a Mí!
¡Oh, la gente vendrá, Jesús!237
No, hija, no todos... pero algunos sí.
¡Ve tú y díselo! ¡Corre! Antes de que pase más
tiempo, antes de que se acabe el tiempo. ¡Rápido, mensajero! ... ¡¡Mensajero que
porta el Mensaje -La Palabra de Dios-!!238
Aquí estoy Señor, hágase en mí según tu Palabra
Llega al mundo entero y predica mi Evangelio.
Hija, te dejo por hoy. Ama, ama hasta donde tu pequeño corazón sea capaz, que Yo
pondré el resto asemejándote al mío.
Ve, vamos, puedes terminar. Adiós, querida. Te mando mi beso.
230 Cfr. Mc 1,15; Mt 3,2; 4,17.
231 Cfr. Lc 19,46; Mt 21,13; Mc 11,17; Jr 7,11.
232 Cfr. Lc 12,4.
233 Cfr. Mt 24,36.
234 Cfr. Mt 24,44.
235 Cfr. Lc 13,3.5.
236 Cfr. Ex 20,6; 34,7; Dt 7,9.
237 Yo pensaba que, tal y como lo estaba diciendo Jesús, es imposible no ir
238 Es un grito al aire, llamándome
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