Miércoles 24 de Abril del 2013
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (12,24–13,5):
En aquellos días, la palabra de Dios cundía y se propagaba. Cuando cumplieron su misión, Bernabé y Saulo se volvieron de Jerusalén, llevándose con ellos a Juan Marcos. En la Iglesia de Antioquía había profetas y maestros: Bernabé, Simeón, apodado el Moreno, Lucio el Cireneo, Manahén, hermano de leche del virrey Herodes, y Saulo.
Un día que ayunaban y daban culto al Señor, dijo el Espíritu Santo: «Apartadme a Bernabé y a Saulo para la misión a que los he llamado.»
Volvieron a ayunar y a orar, les impusieron las manos y los despidieron. Con esta misión del Espíritu Santo, bajaron a Seleucia y de allí zarparon para Chipre. Llegados a Salamina, anunciaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos, llevando como asistente a Juan.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 66,2-3.5.6.8
R/. Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben
El Señor tenga piedad nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R/.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R/.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga;
que le teman hasta los confines del orbe. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (12,44-50):
En aquel tiempo, Jesús dijo, gritando: «El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así el que cree en mí no quedará en tinieblas. Al que oiga mis palabras y no las cumpla yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, ésa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo lo hablo como me ha encargado el Padre.»
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio del Miércoles 24 de Abril del 2013
Queridos amigos:
Ver la luz de Galilea, andar alrededor del lago, subir a Jerusalén y baja a Jericó, se ha dicho, se ha vuelto necesario para comprender el cristianismo. Porque el cristianismo es un hecho antes que una idea, una persona antes que un mensaje, un tiempo y un lugar concretos (primer siglo de nuestra era, Palestina), antes que una posibilidad universal. Sencillamente, porque el cristianismo es Jesús, una persona que vio la luz de Galilea, andaba alrededor del lago, subía a Jerusalén y bajaba a Jericó, se compadecía de la gente, decía palabras que llegaban al corazón, fue muerto por nosotros y al tercer día resucitó. Un día de aquellos dijo una palabra inspirada: "Yo soy la luz del mundo". Juan, el apóstol, quedó impresionado por estas palabras y las reprodujo fielmente en su evangelio: "Yo soy la luz del mundo". Luz cernida de Dios para que los ojos humanos que la contemplen no queden cegados sino iluminados. Luz que es a la vez forma, orden, verdad, frente al caos, el desorden la mentira. Ahora en Pascua comprendemos mejor que Jesús es la luz del mundo, luz que ninguna tiniebla podrá sofocar.
Luz que no ciega, ni deslumbra, ni engaña, ni hiere, sino que ilumina suavemente, cura la ceguera y hace bien al corazón.
No siempre y en todos los momentos de la historia se ha percibido a Jesús de esta manera. A medida que los hombres se acercan sinceramente a Él experimentan que algo se alumbra en su interior. Aunque en algunas ocasiones nos parezca que es de noche, no es de noche: es sólo la sombra. Del otro lado está la luz.
Vuestro amigo.
Patricio García
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