El Corazón de Jesús es el signo por excelencia del don del amor hasta el perdón. Es también un Corazón que espera nuestra respuesta. Él, fuente de todo bien, sabe que en este “dar amor por Amor” se encuentra nuestra verdadera felicidad, el verdadero gozo que nada puede empañar, puesto que la vocación esencial del hombre es la de amar, Jesús nos dice por medio de su confidente, santa margarita María, en tres grandes apariciones:
• Una declaración de amor del Corazón de Jesús que ama hasta el fin y lo da todo.
• Una queja: “Él ama y no es amado”
• Una petición explícita de una correspondencia al amor. Jesús mendiga nuestra respuesta
La declaración de amor:
El 27 de diciembre de 1673, Margarita María reposó por largo tiempo sobre el pecho de Jesús, que le dijo:
“Mi divino Corazón está tan apasionado de amor por los hombres y por ti en particular, que no pudiendo contener ya en si mismo las Llamas de su caridad es necesario que las propague por tu medio…”
La queja:
En la gran aparición de junio de 1675, Jesús dijo a su confidente:
“He aquí este Corazón que tanto ama a los hombres y en respuesta no recibe de la mayoría sino ingratitudes…”
Acoger con fe este amor infinito, nos abre a la queja del Corazón de Jesús:
“…tanto más que si me devolvieran algo de amor, estimaría en poco todo lo que he hecho por ellos y querría hacer aún más, si fuese posible”
(Un primer viernes de 1674)
La petición:
“Al menos dame este consuelo de suplir a sus ingratitudes tanto como seas capaz…”
Y en el transcurro de la gran aparición de 1675, Jesús le pide la institución de una fiesta para honrar su Corazón.
La hora de Presencia o de Guardia es una respuesta de amor al Amor de Quien no ha escatimado nada por nosotros.
Respuesta que se expresa a través de pequeños actos de renuncia, de fe, de amor, de delicadeza fraterna, de paciencia, de esperanza, de ofrenda de nuestros deberes de estado, de nuestras pequeñas o grandes alegrías, de nuestras miserias…
La hermana María del Sagrado Corazón Bernaud, fundó la Guardia de Honor porque se sentía apremiada a responder a lo que el Corazón de Jesús le había pedido a Santa Margarita María.
Esta espiritualidad desde su origen fué reconocida oficialmente por nuestra Iglesia.
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