5 de febrero de 1976
SE REZA MAL
Hijo mío, escribe:
"Yo Soy el Señor Dios tuyo; ¡no tendrás otro Dios fuera de Mí!". También escribe: "Ama al Señor Dios tuyo con todo el corazón, con toda tu alma, con toda tu mente".
Os habéis habituado a escuchar estos Mandamientos como se escucha el sonido de las campanas que cada día hacen oír su repique.
Todos las oyen pero casi ninguno las hace caso; así también los Mandamientos han quedado como letra muerta, mientras que deberían estar vivos en vuestros corazones.
He querido poner esta premisa para hacerte comprender mejor cómo se reza mal, incluso por los pocos que rezan. poquísimos son los que rezan bien, ya que no es posible rezar si se ignora el primer Mandamiento; peor todavía si, conociéndolo, se olvida.
Ponerse en la presencia de Dios quiere decir cumplir una serie de acciones espirituales, esenciales para una oración buena y eficaz. Es necesario hacer un acto de fe que eleve nuestra alma hasta Él.
Lo que quiere decir tomar contacto espiritual con Dios Uno y Trino. A este acto de fe tienen que seguir, necesariamente, actos de humildad, de confianza y de amor que sirven para intensificar el contacto con Dios.
Estos actos son indispensables para una buena oración, porque impiden un ejercicio puramente mecánico que repugna a Dios.
Yo alejo de Mí a los que me honran solo con los labios y no con el corazón. Desgraciadamente son muchos, entre los pocos que rezan, los que rezan solo materialmente, engañándose a sí mismos de haber cumplido un deber que en realidad no se ha cumplido.
En el plano justo Por lo que vengo exponiendo, ves qué graves deficiencias hay en la vida espiritual de los cristianos; por el momento me limito a ésta, pero ¡cuántas otras hay que señalar! "Ama al Señor, tu Dios, con todo el corazón...
Para quien ama verdaderamente a Dios, poniéndolo en el vértice de toda su vida, no hay peligro de elevar a Él oraciones que sean la expresión del orgullo y del egoísmo, como el pedir sólo el éxito de las cosas materiales, la salud, riqueza y honores.
Si se piden solamente estas cosas, no se puede establecer ningún contacto con Dios.
Dios no entra en almas llenas de preocupaciones materiales, sedientas sólo de bienes terrenos; estas almas están envueltas por la oscuridad.
Quien ama a Dios verdaderamente, se pone en el plano justo delante de Dios buscando la gloria y el amor de Él.
Quien ama verdaderamente a Dios, busca, como primera cosa en su oración, el Reino de Dios en las almas, para su mayor Gloria; “Quaerite primum Regnum Dei et haec omnia adiicentur vobis”39 Dios no sería Dios si no fuera fiel a sus promesas. "Pedid y se os dará, llamad y se os abrirá...".
Quien reza y queda decepcionado, lo debe al hecho de ponerse fuera del Primer Mandamiento "Yo soy el Señor Dios tuyo, no tendrás otro Dios fuera de Mí".
Y porque no observa el Mandamiento fundamental: "¡Ama a Dios con todo el corazón!", su oración no es escuchada. Se ha olvidado que Yo he enseñado a los Apóstoles y a vosotros cómo se debe rezar: "Padre nuestro que estás en el Cielo...”
Ponerse en la presencia de Dios es un elemento de primer orden en la oración. El orante se olvida de sí mismo para subir con su alma a Dios Padre que es el único Grande, el único Santo, el único Bueno. Algunas reflexiones
Aquí entra el Mandamiento del amor como parte esencial de la oración a Dios Padre. La Paternidad divina equivale también al amor del prójimo.
Decimos "Padre Nuestro" para recordarnos el amor hacia los hermanos como nosotros hijos de Dios, del mismo único Padre, del Cual ha brotado por creación nuestra vida y hacia el Cual nos dirigimos.
En Él debemos fijar nuestra mirada con confianza como el náufrago mira con confianza y esperanza a la estrella polar. "Santificado sea tu Nombre":
Debemos santificar, esto es, glorificar el santo Nombre de Dios, uniéndonos al coro de todas las voces (nihil sine voce40) y satisfaciendo así la finalidad de la Creación que es la glorificación de Dios. "Venga Tu Reino":
Quien verdaderamente ama se olvida de sí mismo, porque su pensamiento corre hacia la persona amada para la que quiere la felicidad. "Hágase tu Voluntad” el buscar la realización de nuestros deseos y quereres, es anteponernos a los demás y esto es egoísmo.
El anteponer a nuestra voluntad la Voluntad Divina, esto es amor. Si el que reza, reza con estos sentimientos, y se pone en la presencia de Dios, preocupado sólo de su gloria, del advenimiento de su Reino, de la realización de su Voluntad, ve que su oración produce efectos inesperados y maravillosos.
Todo le será dado y en medida sobreabundante. ¿Puede tal vez Dios, Padre infinitamente bueno, dejarse superar por sus hijos? ¡No, esto no! Por esto Él dejará caer sobre el orante una lluvia de gracias y de dones celestes.
Dios nos pide a nosotros que lo amemos. No tolera que nosotros lo pospongamos a nuestras mezquindades humanas, porque sería ofensa e ingratitud.
Maestros de oración
“Mis ministros ¿no deberían ser maestros incansables para enseñar a los fieles a rezar? Una buena mamá no se cansa jamás de enseñar a sus niños, a medida que crecen, las cosas necesarias para la vida.
Y mis ministros ¿no son ellos los que engendran, mediante el Bautismo, la vida divina en las almas? ¿No vivís vosotros una auténtica paternidad espiritual sobre los fieles confiados a vuestro cuidado? ¿Qué cosa es la que os hace descuidar deberes tan importantes?
Los efectos desastrosos de esta paternidad tan mal ejercida sobre vuestros hijos espirituales los podéis constatar, si tenéis el valor de observarlos.
A Dios, justo Juez, nada escapa de lo que debéis dar. Está en juego la salvación de tantas almas cuyo precio es infinito.
Hijos míos, es verdad, que las causas de la crisis de Fe, que está encaminándose a su epílogo, son diversas y algunas de ellas están fuera de vuestra voluntad; pero también es cierto que algunas de estas causas se os deben imputar ¿Qué será de vosotros, si no os arrepentís y no hacéis penitencia? ¿Qué será de vosotros, si continuáis sirviéndoos a vosotros mismos en vez de servir a Dios?
Hijos y sacerdotes míos, el tiempo que os queda no es mucho.
No Yo, sino vosotros estáis determinando vuestra eternidad.
Hijo, no me canso de pedirte oraciones y reparación”.
39 Buscad primero el Reino de Dios, y todas estas cosas se os darán por añadidura.
40 Nada sin voz.
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