VATICANO, 28 Ene. 15 / 09:54 am (
ACI/EWTN Noticias).- El Papa Francisco decidió retomar sus
catequesis de la Audiencia General sobre el tema de la
familia. En el Aula Pablo VI y ante miles de fieles reunidos habló sobre los problemas que se generan cuando el padre está ausente y los hijos son “huérfanos” en la práctica.
“Los padres están a menudo tan centrados en sí mismos y en su trabajo, y a veces en su propia realización personal, que olvidan también a la familia. Y dejan solos a los pequeños y jóvenes”.
Para entender mejor esta realidad, puso un ejemplo que vivió siendo Arzobispo de Buenos Aires: “advertía el sentido de orfandad que viven hoy los chicos. A menudo preguntaba a los padres si jugaban con sus hijos, si tenían la valentía del amor de perder tiempo con sus hijos. La respuesta era fea. La mayoría de los casos respondía: 'No puedo porque tengo mucho trabajo'. El padre estaba ausente de aquel hijo que crecía, y no jugaba con él, no perdía tiempo con él”.
El Papa explicó que muchos niños son huérfanos en la práctica porque cuando los padres están en casa “no se comportan como padres, no cumplen su tarea educativa no dan a los hijos, con su ejemplo acompañado de palabras, aquellos principios, aquellos valores, aquella regla de vida de la que tienen necesidad como si fuera pan”.
El Pontífice explicó asimismo que la palabra “padre” es “el nombre con el que Jesús nos ha enseñado a llamar Dios 'Padre'”. “El sentido de este nombre ha recibido una nueva profundidad a partir del modo en el que Jesús lo usaba para dirigirse a Dios y manifestar su especial relación con Él”.
“El misterio bendito de la intimidad de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, revelado por Jesús, es el corazón de nuestra fe cristiana”.
Francisco dijo que la palabra “padre” es “universal” y que “indica una relación fundamental cuya realidad es tan antigua como la misma historia del hombre”. “Hoy, sin embargo -continuó- hemos llegado a afirmar que la nuestra sería una 'sociedad sin padres'. En otros términos, en particular en la cultura occidental, la figura del padre estaría simbólicamente ausente, ida, eliminada”.
A este respecto, explicó que “en un primer momento, la cosa fue percibida como una liberación: la liberación del padre-maestro, del padre como representante de la ley que se impone desde el exterior, del padre como censor de la felicidad de los hijos y obstáculo a la emancipación y a la autonomía de los jóvenes”.
Describiendo la situación que se ha vivido en algunas familias, comentó que “a veces en nuestros hogares reinó en el pasado el autoritarismo, en algunos casos incluso con vejación: padres que trataban a sus hijos como sirvientes, no respetando las exigencias personas de su crecimiento; padres que no les ayudaban a emprender su camino con libertad y asumir las propias responsabilidades para construir su futuro y el de la sociedad”.
Pero, “hemos pasado de une extremos al otro”, subrayó el Pontífice. Porque “el problema de nuestros días no parece ser más tanto la presencia invasiva de los padres, como más bien su ausencia, su inacción”.
Sobre la educación, el Papa afirmó que “la calidad educativa de la presencia paterna es tanto más necesaria cuanto el padre se ve obligado por el trabajo a estar lejos de casa”.
“A veces parece que el padre no sabía bien qué lugar ocupar en la familia y la forma de educar a los niños. Entonces, en caso de duda, se abstienen, se retiran y abandonan sus responsabilidades, tal vez refugiándose en una relación improbable ‘a la par’ con los niños”.
Francisco comentó también que “la comunidad civil, con sus instituciones, tiene una responsabilidad -podemos decir paterna- hacia los jóvenes, una responsabilidad que a veces se descuida o se ejerce mal”.
En su opinión, “a menudo se deja a los huérfanos y no se les propone una verdadera perspectiva” por lo que “los jóvenes permanecen, así, huérfanos de las calles seguras que recorrer, huérfanos de maestros en los que fiarse, huérfanos de ideales que calienten el corazón, huérfanos de valores y esperanzas que les sostengan en el día a día”.
Estos, “están llenos de ídolos, pero se roba sus corazones; son empujados al sueño del entretenimiento y los placeres, pero no les dan trabajo; son engañados con el dios del dinero, y les son negadas las verdaderas riquezas”.
Por todo ello, “hará bien a todos, a padres y a hijos, volver a escuchar la promesa que Jesús hizo a sus discípulos: 'No os dejaré huérfanos'. Y Él, en efecto, es la vía que recorrer, el maestro que escuchar, la esperanza con la que el mundo puede cambiar, que el amor vence al odio, que puede ser un futuro de fraternidad y de paz para todos”.
Al final de la catequesis, un grupo de artistas del Circo Medrano de Roma ofrecieron al Papa un breve espectáculo.
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