4 de Diciembre de 1978
SOCIEDAD PERFECTA, DIVINA Y HUMANA
Hijo mío, toma de nueva la pluma y escribe.
Mi Iglesia; una vez más repito Mía, porque salió de las heridas de mis Llagas, especialmente de Mi Corazón abierto por una lanza, es "sociedad perfecta", Divina y Humana, y como tal está provista de todos los medios para realizar la finalidad para la que Yo, Verbo eterno de Dios, la he creado.
Quien ve hoy a Mi Iglesia desde el exterior podría dudar de esta afirmación mía, tanto más si la observa sólo por la parte exterior, esto es, en su humanidad, o si la observa nada más a través de los muchísimos males que hoy la aquejan, o si piensa como muchos, que los medios de que dispone no son adecuados para estos tiempos ni para el progreso, no considerándolos ya válidos para el fin para el que le fue ron dados, porque vendría a tener una visión de la Iglesia que no corresponde a la realidad, sería en efecto una visión fuertemente oscurecida y deforme hasta tal punto que si no se hace hostil, permanece por lo menos indiferente a su respecto y este es un mal peor aún.
Es cierto que los males que hoy la afligen son tales y tantos que la hacen irreconocible, pero el estado actual no debe ni puede ser considerado como su estado "habitual".
Hoy Mi Iglesia está en crisis, una gran y terrible crisis de Fe, pero cuando haya pasado, lo que quedará será tan bello que no es posible describirlo.
Los Sacramentos: signos eficaces de la gracia
Quiero hablarte hoy de algunos medios considerados no idóneos ya por muchos fieles he dicho fieles, pero vale también para muchos Ministros míos; hablo de los Sacramentos, que son tesoros celestiales dados a la Tierra por mi Misericordia, y a la Iglesia para que pudiese y pueda ser en medio del mundo Sacramento de Salvación.
Se ha hecho de todo para desacreditar su potencia y su eficacia, para desacreditarlos ante los ojos de los cristianos y no se ha comprendido que esto forma parte del plan, en fase de plena actuación, preparado por las fuerzas oscuras del Infierno para demoler Mi Iglesia.
Los Sacramentos, signos eficaces de la Gracia, no son figuras o símbolos, sino una realidad altamente consoladora, y dados por Mí, verdadero Dios y verdadero Hombre, a la humanidad:
para insertarla en mi Iglesia;
para darle la fuerza para hacer frente a las misteriosas potencias del mal y poderse defender y proteger de las mismas;
para normalizar las relaciones Conmigo resquebrajadas por las culpas actuales;
para conservar, desarrollar y hacer crecer la "vida";
para regular la vida social de la Iglesia misma, ayudándola en su camino misionero a alcanzar su finalidad;
para multiplicar en la Iglesia los "hijos de Dios" y así poderlos asistir, confortar y animar en su tránsito de la Tierra a la Eternidad.
En todo esto, hijo mío, tú puedes ver la "lógica" de los Sacramentos y puedes comprender su grandísima utilidad y los efectos maravillosos que producen en las almas y en todo el Cuerpo Místico;
el1os responden a la exigencia de la naturaleza del hombre, en efecto son "signos materiales" que corresponden a la parte material del hombre, que tiene necesidad de ver, oír, tocar, gustar… signos materiales, pero que "confieren" la Gracia, y la Gracia no se refiere a la materia sino al espíritu, esto es, al alma del hombre, a la que compenetran e invisten de la fuerza necesaria para los diversos momentos de su vida en la tierra.
Por todo esto ¡las fuerzas oscuras del Infierno han hecho y hacen de todo para oscurecer su belleza y su eficacia!
Pero ¿de qué modo, hijo mío?
Sirviéndose precisamente de aquellos que deberían ser los tutores de los Sacramentos, los defensores de su dignidad y los sostenedores de su eficacia y potencia...
Considerando el modo con que son administrados, es cierto que los fieles no sacan de ello motivos de mayor aprecio, al contrario, en cuanto que más que Sacerdotes llenos de fe y veneración, los Ministrantes dan la impresión de ser obreros que manejan distraídamente sus utensilios de trabajo...
tú ves a muchos Sacerdotes acercarse al Altar o al Confesonario con una vestimenta que no tiene nada de Sagrada…
los ves tratar y manejar los "frutos" de mi Redención con el mismo descuido con el que se maneja la pala, la azada o la paleta...
Oh, no es ciertamente ésta la manera de inculcar en los fieles confianza, veneración y estima a los Sacramentos, que son dones maravillosos y estupendos testimonios del Amor de Dios por sus hijos, "miembros vivos" de su Cuerpo Místico!
los enemigos se sienten seguros y… saborean la victoria…
Después de la purificación, los Pastores deberán llevar a cabo una obra de reestructuración acerca de la disciplina de los Sacramentos, rectificando donde hay que rectificar y devolviendo todo al punto justo.
Ya te he dicho que Mi Iglesia es atacada desde el exterior por las fuerzas oscuras del Infierno y desde el interior por los tantos Judas que la traicionan con el pretexto de actualizarla en sus múltiples estructuras, Doctrina, Sacramentos, Liturgia…
con una gigantesca y vasta maniobra; y con la coalición con todas las fuerzas a Ella enemigas, los tantos Judas y las fuerzas oscuras del Infierno están preparando su destrucción. .. y se sienten ya seguros y ya saborean la victoria…
Pero ¿por qué todo esto?
¡Porque no se cree en Mi Divinidad!
¡Oh!, cuán grande como nunca y amargo será su desengaño cuando deberán constatar que Yo, Jesús, no soy sólo un simple hombre que vivió como tantos otros sobre la tierra hace dos mil años, sino que soy verdaderamente Dios, que todo lo puedo y que estoy en la tierra más vivo que nunca y que obro cuando y como quiero…
verán que Mis palabras no son como las de ellos; ¡Mis Palabras no pasan, ni pasarán jamás!
He dado a mi iglesia tesoros inestimables que no son como los tesoros de los hombres, porque Yo le he dado tesoros vivos de vida eterna, son cálidos latidos de amor y rayos de Luz celestial que muchos también entre mis Consagrados no han sabido comprender, ver, apreciar ni amar... pero habíais sido ya advertidos también de esto: "Nolite ponere margaritas ante porcos"[109], pero quien está inmerso en las realidades terrenos no podrá jamás ver la Realidad celestial.
Hijo, por hoy basta. Te bendigo y contigo bendigo a todos aquellos que te son queridos; ámame siempre.
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