23 de Noviembre de 1978
CARISMA: ORDINARIO Y EXTRAORDINARIO
Escribe, hijo mío, soy Jesús, 1o que te estoy diciendo deberá servir para la Iglesia nueva.
El "carisma" no es una cosa nueva para la Iglesia; ha nacido con ella misma y se ha manifestado siempre en todo tiempo, ahora bien, el ordinario es dado a través de algunos Sacramentos, en cambio el extraordinario es dado directamente por el Espíritu Santo, para los fines ya dichos en el precedente mensaje.
Los dos carismas, ordinario y extraordinario, se integran y se funden como la luz de dos lámparas encendidas y puestas una junto a la otra y cuyas individuales luces se compenetran y se funden en una misma e idéntica luz, pues son de la misma naturaleza, y emanan los mismos rayos y el mismo calor.
He aquí esto y aquello que está previsto en el designio de Dios, pero si no es o no fuera así, entonces quiere decir que han entrado en acción, orgullo y presunción para realizar su obra demoledora y contraponerse al plan de Dios.
¡Cuántas veces ha sucedido y sucede esto, creando tremendos vacíos espirituales y desperdiciando tesoros de gracias a causa de un poco de vanidad y de presunción!
Cúmplase este derecho con absoluta objetividad y solicitud
La Jerarquía, a la que compete el derecho de juzgar la validez del carisma extraordinario debe cumplir éste su derecho con clara y manifiesta rectitud, con absoluta objetividad y con celosa solicitud, despojándose a si misma de todo prejuicio de parte, porque no se debe repetir más en mi Iglesia regenerada el espectáculo indecoroso, injusto y no raras veces infame de carismáticos estafados, calumniados, acusados de falsedad, perseguidos o hechos internar en Clínicas Neurológicas o de todos modos privados de su libertad e impedidos de comunicarse con los demás...
¡Estas son terribles injusticias que gritan venganza ante la presencia de Dios!
Yo he querido también de ti esta experiencia; he querido que tocaras con la mano los efectos de la soberbia, definida por el Espíritu Santo como radix omnium malorum; ¿recuerdas cuando pediste al Pastor de una Diócesis poder visitar a una gran carismática, una gran Santa, en cuya humilde casita sucedieron por tantos y tantos años cosas y hechos muy por encima de toda ley humana, cuál fue la respuesta a tu petición? "Yo, ni apruebo ni niego"; es decir no quiso tomar la responsabilidad de una respuesta clara y precisa.
¿Conclusión? La duda ha serpenteado por años en tantas personas y ha sido causa de incertidumbre y sufrimiento para tantas almas...
¿Cuál es la razón? Solamente par sacudirse de las espaldas una decisión que pesaba y evitarse molestias en cadena y también para no poner en peligro su propio y tranquilo vivir... ¡como si fuera posible a un Pastor de almas tener un tranquilo vivir!!!
Y en el carisma recibido de Dios ¿se ha pensado o no? ¡Oh, demasiado a menudo antes que en Dios se piensa sólo en el propio yo!
¡Cuántos son los carismáticos hoy puestos en la condición de no poder usar del Carisma recibido, y por fines abyectos...!
También tú los conoces; pero ¿hasta cuándo?
¡Qué enorme responsabilidad!
La Iglesia nueva será en buenísima parte carismática
El carismático recibe siempre el carisma no para sí, sino para la comunidad y ¡ay de los carismáticos que ceden a la fuerte tentación de usar del carisma no para la gloria de Dios y el bien de las almas, sino para ventaja y finalidades personales!
El carisma no imprime ninguna marca o señal particular en el alma que lo recibe, como hace el Bautismo, la Confirmación y el Orden; Dios lo da y Dios lo puede siempre retirar: Deus dedit et Deus abstulit…[101] Por eso quien no hace de ello buen uso puede ser privado de ello, como ya ha sucedido tantas veces.
Varias veces te he dicho, hijo mío, que la Iglesia Nueva será en buenísima parte "carismática", porque el Espíritu Santo estará sobre ella con Su Soplo santificador y la volverá bella a los ojos de Dios y de los pueblos, no permitiendo que los "carismáticos", ordinarios y extraordinarios, se destruyan recíprocamente, impidiendo el mucho bien ligado a los carismas.
Serán relegados todos en su Infierno los fomenta dores de orgullo y de soberbia;
habrá Obispos santos, ¡por lo que la Iglesia será santificada in radice[102]!
Te bendigo, hijo, y contigo bendigo a todas las para ti queridas y como siempre, pido oración reparadora.
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