24 de Noviembre de 1978
LA CONFIRMACION HACE VERDADEROS Y PROPIOS "SOLDADOS"
Hijo, escribe.
En el precedente mensaje te hablé de la Confirmación, un Sacramento grande e importante, como lo son todos los Sacramentos, que alista a los cristianos en Mis Ejércitos acrecentándoles dignidad y poder y haciendo de ellos verdaderos y propios soldados.
Soldado es aquel que debe luchar para defenderse a sí mismo y al suelo patrio, que quiere además decir familia, lengua, cultura y todos los valores de la civilización en la que vive y está inmerso.
Así igualmente se debe decir del cristiano hecho adulto en el espíritu por medio de la Confirmación, Sacramento instituido por Mí, llegado a ser "soldado" precisamente para que esté en condiciones de luchar contra todas las fuerzas adversas desatadas contra él por el estado mayor del Infierno, es decir, por Lucifer, Satanás y Belcebú, de manera que combatiendo con armas adecuadas pueda rechazar todos los ataques dirigidos contra él y contra la Iglesia, Sacramento de salvación, puesta en el mundo para acoger en su seno a las almas heridas por el pecado Original y no sólo por el original, y no sólo por el Original, para que pueda guiar a este gran ejército hacia la Tierra Prometida, la verdadera Patria, es decir, la Casa del Padre común, que no ha dudado para vuestra salvación en enviarme a la tierra a Mí, su Hijo predilecto, a morir en la Cruz.
Los confirmados no deben entonces combatir sólo para una defensa personal, sino también por la gran Familia de Dios, la Iglesia. Ellos en efecto están dotados de una estupenda "divisa", de la cual deben estar siempre satisfechos y orgullosos, una divisa indestructible y que una vez recibida quedará para la eternidad, y tal permanecerá aún en el Infierno, pero como motivo de un más tremendo castigo, porque en ella el condenado se reconocerá soldado, pero un soldado que con la traición apagó el esplendor de aquella dignidad y poder de que gozó en la tierra y con las cuales habría podido adquirir un Reino de felicidad eterna.
es necesario dar una visión divina y sobrenatural del sacramento
La Confirmación es el Sacramento que consagra al cristiano como "soldado combatiente" contra las fuerzas adversas del mal, y con el Carácter que imprime indeleblemente en el alma, distingue al soldado de Cristo de quien no lo es;
es un don precioso que enriquece la naturaleza humana del cristiano con fuerza y poder, poniendo al Confirmado en la condición, como ya se dijo, de defenderse a sí mismo y a la Iglesia, de la cual forma parte. Iglesia que es depositaria y Custodio de las riquezas inestimables de la Divina Redención;
con los dones luego que el Sacramento lleva, el confirmado adquiere también derechos y deberes de los que debe tener una clara visión y una perfecta conciencia, puesto que no se pueden cumplir deberes que no se conocen y de los que no se tiene conciencia.
Por todo lo dicho resulta evidente la gran responsabilidad de los Pastores y de los Sacerdotes y de todos aquellos que tienen la delicada tarea de preparar las almas de los confirmandos, de hacerlo con una visión divina y sobrenatural acerca de la naturaleza del Sacramento, que no es un hecho humano referente al cuerpo, sino un hecho Divino referente al Espíritu, con la sola finalidad de recibir de Dios la fuerza necesaria para vencer en la guerra que el confirmado deberá siempre sostener por todo el curso de su vida terrena;
los confirmandos deben conocer bien las condiciones para que el don de Dios, gratuitamente dado, pueda producir sus frutos.
Los Sacerdotes que no se preocupan de preparar bien el espíritu de los confirmandos, sin ni siquiera cerciorarse si están o no en Gracia de Dios, pecan gravemente ante Dios, demostrando con esto estar privados de la sensibilidad que debería ser connatural a la "paternidad sacerdotal".
¿Qué pensar de aquellos Sacerdotes que mandan a los adolescentes a la Santa Confirmación sin haber hecho preceder la Confesión, como si fuera una cosa de poca importancia?…
¡En este punto el sentido de la Pastoral se ha diluido tanto hasta extinguirse del todo!
La Confirmación, verdadero fundamento de todo el Cuerpo Místico
Los confirmandos deben saber que las Tres Personas de la Santísima Trinidad intervienen sobre el cristiano: el Padre, con la Creación; el Hijo, con la Redención; el Espíritu Santo, con la santificación, mediante su "descenso" en el alma de alma de los individuos ¡precisamente en la Confirmación!
He dicho que en mi Iglesia nueva el Sacramento de la Confirmación deberá ser reintegrado en su naturaleza; deberá serle dado de nuevo todo lo que hoy le ha sido quitado vaciándolo de su contenido sobrenatural;
deberá serle prestada de nuevo la más solícita atención por parte de Pastores y Sacerdotes, porque este Sacramento formay es un verdadero fundamento para todo el Cuerpo Místico;
se necesitará ponerlo de nuevo en su justa y verdadera luz, porque es un Sacramento comprensible sólo si es encuadrado en el gigantesco y real conflicto siempre en acción entre las potencias de la Luz y las de las Tinieblas.
Los ojos tienden de por si a la luz, porque para esto han sido creados; la inteligencia tiende a la Verdad porque para ella ha sido dada, pero así como el ojo que se cierra para no ver no destruye la luz, la inteligencia que rehusa mirar de cara la realidad y la verdad, tampoco las destruye. Por eso esta ceguera culpable del cristiano no admite justificaciones, y por esto te he dicho que no habrá Misericordia para todos aquellos que han sofocado en sí la luz de la razón y la luz de la fe.
El Sacramento de la Confirmación tendrá por lo tanto en la Iglesia nueva el puesto que le compete y que tiene en el plan divino de la regeneración espiritual del Cuerpo Místico.
Te bendigo, hijo, ámame; conmigo te bendicen la Virgen Santísima y San José.
Reza y repara.
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