27-02-2010
(Abro la Biblia por Malaquías, 3: “Se sentará para fundir y purgar. Purificará a los hijos de Leví y los acrisolará como el oro y la plata: y serán para Yahveh los que presentan la oblación en Justicia. Entonces será grata a Yahveh la oblación de Judá y de Jerusalén”)
Jesús: Sí: ¡ayudad a los sacerdotes! Atraed almas a Mí antes del Día. Sí, hija mía: ¡vuélcate en los demás!, ¡vuélcate en los demás! Busca siempre a quién ayudar, a quién amar. Sed ánimo y ayuda para mis sacerdotes. Ante ellos se les presenta una ingente labor, que no pueden llevar a cabo solos. Necesitan de vosotros. Un sacerdote solo, hoy en día, no puede, no puede llevar a cabo su labor. Necesita la colaboración de los fieles. Que lleguen allá donde él no puede llegar. Hay escasez de vocaciones. El mundo es un inmenso erial porque, si se acaban los sacerdotes, se acabará la Eucaristía. Allá donde la Eucaristía no puede llegar, se encuentra un inmenso desierto, un inmenso erial, frío y devastado. El Amor no llega a mis fieles. Y mis fieles perecen. Mueren de hambre y de sed. Tenéis que llevar la Eucaristía. Tenéis que acercar el sacerdote a las gentes. Debéis procurar otras vocaciones, que deben ser enseñadas en el espíritu de la Verdad. Siempre dejaré a quién. Hijos míos: el mundo está muriendo sin la Eucaristía.
Atraed a gentes a Mí. Llevadlas a la Eucaristía. Yo, en la Eucaristía, me quiero derramar. Realizad Horas Santas de Adoración. Ahí derramaré Yo mi Poder de sanación y de resucitar muertos. Los que estaban perdidos, volverán a Mí. Realizad Horas Santas de Adoración. Llevad a las gentes a amarme. No tengáis miedo de acercar a las gentes a la Eucaristía. Es ahí donde podrán encontrarme. Donde tendrán una experiencia de Amor, que los haga capaces de abandonar su antigua vida de pecado. (Veo a Jesús en una Hora Santa. Y que de la Custodia se irradian rayos de Amor, que toca los corazones) Y tú, mi última, ven a Mí en la Eucaristía. Restáurate ahí, reponte ahí. Ahí encuentra las fuerzas. Vive de mi Amor. Por mi Amor, que se te comunicará ahí: ¡vive! Comulga lo mejor que puedas. Lo más centrada que puedas. Albérgame en tu corazón. Que Yo realizaré en ti la transformación. Si no tienes fuerzas, es porque no las tomas de Mí.
La fuerza te la dará la Eucaristía: “El pan de los fuertes”.249 Sin ella nada, hija, sin ella nada. Ni para ti ni para el resto. ¡Con ella todo! Todo podréis soportar, todo con la Eucaristía, mi Resto, en quien confío. Y Yo no permitiré que os falte. Por eso, hija mía: cuidad a cada sacerdote que Yo os pongo en el camino. Cuidad las vocaciones al sacerdocio a vosotros encomendadas. Fomentad las vocaciones. Porque mucho son llamados, mas muy pocos responden.250 ¡Si vieran que tienen detrás una Comunidad que nunca les dejará solos, se atreverían más! Sed apoyo siempre, siempre, para ellos. Demostrad, con vuestra vida, que les merece la pena su entrega. ¡Oh… si los fieles fuerais más consecuentes! No se encontrarían entre vosotros tantos sacerdotes tentados y desanimados. Si se desaniman, viene la Serpiente y les tienta fácilmente. Al igual que vosotros sois hombres, ellos son hombres, y necesitan el apoyo humano. ¡Cuánta infidelidad, hija! Cuánta infidelidad al Amor primero. Y algo así como una mujer abandonada, me encuentro Yo por el amor no correspondido de mis sacerdotes. Debéis enseñarles el camino a aquellos que están más alejados.
Debéis orar y sacrificaros por ellos. Es muy dura la batalla que tendrán que librar y muchos perecerán. Sed su apoyo, sed su apoyo. ¿Por qué te hablo ahora de los sacerdotes? Porque, hija mía, forman parte de las más íntimas entretelas de mi Corazón, como tú viste un día. Y porque así te doy sentido a tu entrega y a tu sacrificio. Es por los sacerdotes. Participa de la Pasión que Yo siento por ellos dentro de mi Corazón. Ofrécete por ellos. Todos tus sufrimientos por ellos. Sí, hija: muchos sacerdotes son infieles a su vocación. Y tras ellos llevan a muchas almas, a miles de almas. Ora y sacrifícate para que sean fieles a su vocación y a mi Amor. Esto es lo que te comunico que a Mí hoy más me preocupa. Participa de la preocupación de mi Corazón. ¡Las vocaciones! ¡Las vocaciones! ¡No son enseñadas correctamente! Equivocan las sendas sus formadores y forman personas desviadas, que desviarán a su vez. ¡Si al menos Yo encontrara alguna víctima que quisiera inmolarse por este asunto! ¡Aquí estoy! ¡Aquí estoy para hacer tu Voluntad! Acepta, pues, todo lo que venga de mi mano. Amén.
249 El Salmo 78,25 habla de “pan de los fuertes” –en el original hebreo- o “pan de los ángeles” –en la versión griega-. Habla del maná, que es figura de la Eucaristía.
250 Cfr. Mt 22,14.
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