- Todos los anticonceptivos que se venden hoy en el mercado son abortivos.
- O hay un compromiso hasta la muerte o no hay matrimonio cristiano.
- La fecundación in vitro (FIV) es una máquina de abortos selectivos. No es vida, es muerte.
- Y máquina de la utilización de embriones humanos como cobayas de laboratorio.
- Todo acto sexual debe estar abierto a la vida.
- Si, como excepción, no se desean tener más hijos, la única vía es la abstinencia.
- El matrimonio es para siempre o no es matrimonio cristiano.
- Se convive sexualmente sólo y exclusivamente para tener hijos, salvo excepciones, que no deben convertirse en norma.
- Los padres no educan a los hijos: los forman en la fe.
- Y si para ello deben dejar de trabajar o abandonar su carrera profesional… deben hacerlo.
Festividad de la Sagrada Familia. Esto me recuerda…
Chesterton decía que llegaría un momento en que tendríamos que demostrar que la hierba es verde. Ese momento ha llegado. Por ejemplo, en materia de amor humano y de matrimonio cristiano, donde la obviedad aterra y la verdad escandaliza.
Me he percatado, again, de ello por
las reacciones a mi artículo de ayer sobre fecundación in vitro (FIV). Hasta tres lectores que se han sometido a la FIV se han rasgado las vestiduras con un artículo que era, antes que nada, una
simple descripción. Porque sí: la FIV no es vida, es muerte. Ergo, creo que resulta pertinente dar vida a esas verdades ocultas y ocultadas sobre la
familia cristiana y sobre el derecho a la vida, dos realidades conexas. A saber:
1.- Todos los anticonceptivos hoy en el mercado son abortivos. Sí, aunque se niegue. Todos evitan la concepción pero, si no logran evitarla, actúan a posteriori, cuando ya hay un nuevo ser humano con un código genético individuado. Por tanto, no hay diferencia entre anticoncepción y aborto. Es lo mismo. Todo es aborto, todo es muerte del indefenso.
2.- Sobre el matrimonio cristiano: o hay un compromiso hasta la muerte o no hay matrimonio cristiano. Entre otras cosas porque el amor es entrega y sumisión recíproca. O crece o mengua. Pero si mengua es por culpa de los cónyuges, de uno, de una o de ambos.
3.- El matrimonio indisoluble no es una opción es la única opción lógica. No es una norma de la Iglesia, es la Iglesia la que se acomoda a la naturaleza humana.
4.- La fecundación in vitro (FIV) es un máquina de abortos selectivos. No es vida, es muerte. Y encima, es la raíz de la perversa utilización de embriones como cobayas de laboratorio, un signo de la degradación de nuestro tiempo.
5.- Volvamos al sexo. En la familia cristiana todo acto sexual debe estar abierto a la vida. Si, como excepción, no se desean tener más hijos, la única vía es la abstinencia.
6.- Se convive sexualmente sólo y exclusivamente para tener hijos, salvo excepciones, que no deben convertirse en norma. El doble fin del amor conyugal: expresión de amor y procreación, no puede disociarse. Vamos, que aquí tampoco se admite el divorcio.
7.- Los padres no educan a los hijos: los forman en la fe. También puede educar el colegio, pero el deber de los padres es el adoctrinamiento, un concepto que sólo puede ser repudiado por el orgullo. Porque adoctrinar no es otra cosa que enseñar a los hijos a amar a Cristo.
8.- Y si para formar a los niños los progenitores deben postergar, ningunear o incluso abandonar su trabajo y perder puestos en su carrera profesional… deben hacerlo.
No es nada raro: son obviedades que hoy producen extrañezas hasta entre bien cristianos practicantes. Pero el problema no estriba en las obviedades.
En la Festividad de la Sagrada Familia, entre otras cosas porque la familia es sagrada para la raza humana.
Eulogio López
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