20-10-2000
Jesús:
Torrente de Vida que acaba con este río de muerte,224 así Soy Yo. Así vendré sobre
vosotros, mi amado pueblo. ¿Hasta cuándo he de tolerar vuestras culpas y consentir
vuestras obras de muerte?
Escribe que se necesita ahora, más que nunca, un espíritu decidido, un ánimo
combatiente. Si sois zarandeados por nimias preocupaciones de vuestro yo egoísta,
... ¿qué ocurrirá cuando llegue el Día?
Yo así os preparo. Si podéis ahora salvar los
pequeños obstáculos, llegará el día, y salvaréis el obstáculo de muerte que se os
abrirá a los pies, asiéndoos fuertemente a Mí, a mi Corazón, que os llevará en
volandas hasta el Reino Nuevo.
Todo, en la tierra, está puesto cabeza abajo. Tiempo nunca visto hasta ahora de
confusión en todos los órdenes, naturales y sobrenaturales. Caminan los hombres
sin pastores por las veredas abiertas, oscuras y frías, tétricas, en todas las
direcciones, nerviosos, violentos, enfermos, desquiciados... No se ve la Luz, el
Norte se ha perdido. Ellos mismos se matan entre ellos, se procuran la muerte. Por
todas partes muerte, odio y rencor. Las almas de los justos claman desde el Cielo
justicia al Creador.
Mi Padre no puede contemplar ya por más tiempo el asesinato de sus propios hijos
tan queridos, no puede asistir impávido a vuestra ruina, a la ruina que os estáis labrando con vuestras propias manos. Y mirad que cuando la batalla entre vosotros
sea más cruenta, el odio más feroz, la destrucción más atroz, vendrá la Ráfaga
Divina de Fuego a devoraros a todos los que con vuestras obras propiciasteis
vuestra muerte y la de vuestros hermanos.
Las obras de muerte, vuestras obras de
muerte. Esos edificios que creéis haber construido teniéndolas como base, tienen
los pies de barro, y mirad cómo quedarán desmoronados.
No voy a consentir –dice el Señor- un minuto más de ofensa a Mí, Dios vuestro, de
ofensa al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Avísales que no queda ya tiempo. La Paciencia de mi Padre Dios, ha sido colmada.
La sonrisa va a helárseles en los labios, su burla a Dios va a volverse contra ellos.
Vendré a pedir cuentas de todo lo que dejé encomendado. Vendré a recoger los
talentos que presté y su fructificación en cada hombre.225 Vendré a pedir cuenta de
la salvación del hermano, de los a vosotros encomendados.
¡Ay del que no encuentre preparado! “Mañana te responderé” ... pero no habrá tal
mañana. El tiempo de después no llegará, y el alma que esperaba tiempos mejores
para convertirse, será arrojada a la gehenna en el “Día del Gran Diluvio”.
No os conviene jugar así con vuestro estado de gracia. Os aconsejo que no estéis ni
un minuto en estado de pecado ante los ojos de mi Padre. Puede llegar el Esposo y
arrojaros fuera. No sabéis ni el día ni la hora.226
No os voy a dar más tiempo.
¡Si supierais cuán enojado está Dios con esta pagana humanidad! Alguno habrá que
se atreva ahora a pedir cuentas a Dios, a corregir sus decisiones y a enmendar sus
juicios. A pedir protección sobre él en los días del Fuego, de la Ira. ¿Por qué mi
Padre Dios ha de protegerle ahora? ¿Tan grande ha sido su trabajo a su servicio?
¿Tan grande su amor por Él? ¿Tantas las negaciones que ha tenido que hacerse para
darle Gloria? Que nadie que no ha dado, venga exigiendo a Dios, porque ése morirá
con horribles dolores de espanto, será aniquilado el primero entre grandes dolores
de muerte.
Es horrible, hija, es horrible el pecado que hoy inunda el mundo. Todavía tú no lo
ves del todo, pero el mundo se asemeja a una inmensa ciénaga desde donde no sube
más que hedor a mi Padre Dios, hedor, odio insultos contra su Bondad, obras de
muerte, asesinatos y odio, venganza y rencor... Obras que han de desaparecer de la
faz de la tierra, y sólo pueden desaparecer si llega Dios con sus Ángeles y aniquila
a todos los causantes, no dejando ninguno.
Por eso, hijos míos, estad en Gracia, no perezcáis, no permitáis que vuestro
espíritu, vuestra alma y vuestra carne realice ninguna de las obras de muerte que
realizan vuestros contemporáneos, si no, el Ángel de Dios puede venir y
confundiros con uno de ellos, aniquilándoos también a vosotros. Diferenciaos,
separaos, sed mi Resto, en quien confío. Amor y dolor, sacrificio, austeridad,
compasión y caridad, ternura, tesón, ansia por mi Reino, ¡obras de amor, hijos!, ¡obras de amor! Y Yo podré retribuiros resarciéndome de lo que tuve que dar a los
malos.
Sí, no temas. Ya sé que te desmorona un poco oír esto, pero es lo que Yo quiero
hoy decirte, hija. Me gustaría decirte otras cosas, pero debes avisar para que la
gente enmiende su vida antes del Día, antes de que sea tarde. Posteriormente ya te
lo agradecerán los elegidos, aunque ahora les cause gran dolor oírlo.
Hijos, os quiero a todos refugiados en mi Corazón, que nadie escape con miedo.
Iría al precipicio eterno, se despeñaría si sigue por otros caminos de los que Yo
marco.
Sé que no es agradable, hija mía, son tiempos muy duros hija, y cada vez lo van a
ser más. Son los tiempos que preceden a la venida del Esposo, y Yo quiero
encontrármelo todo limpio de culpa a mi llegada, todo limpio de odio, aseado de
vergüenzas.
Bendecid, alabad y adorad mi Nombre Santo. Reparad las ofensas proferidas contra
mi Eucaristía, contra mi Cuerpo Místico, contra mi Cuerpo Santo y mi Divinidad.
¡Oh, hija!, no sabes hasta qué punto se me ofende hoy día aquí, en la tierra.
Amadme, amad a Dios, vosotros, vosotros los elegidos, vosotros los escogidos.
Construid e1 Reino Nuevo, trabajad para el Reino eterno, no perecedero, que
perdurará por los siglos de los siglos. Amén.
Continúa, no te agobies. Yo te sostengo. En lo dulce, en lo amargo, continúa,
cordera, por Mí, por el Evangelio, por el Reino Nuevo, por el verdadero Amor a
Dios, por la VERDADERA DEVOCIÓN AL CORAZÓN DE JESÚS.
Amén por los siglos. Amén para la Vida Nueva. Adiós, hija, adiós. Amén, hija mía,
mi Amor bendito, Amén.
224 Creo que fue al día siguiente cuando comenzaron las inundaciones de la gota
fría
225 Cfr. Mt 25,14ss.
226 Ésa fue la lectura del día 25
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