15-08-2002
(La Asunción)
Virgen:
María, no me atrevo a llamarte.
¿Por qué no?, ¿me tienes miedo?
Sí.
Me respetas. Y eso está bien. Pero no me tengas miedo. Soy tu Madre que te ama.
¿Para qué el sacrificio sino para unirse al de Cristo hasta dar la propia vida? Único
Sacrificio Válido y Verdadero.
La Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, de ahí toman forma todos los vuestros,
porque están unidos al Suyo.
¡Y necesito víctimas puras que se entreguen en holocausto por sus hermanos!
Porque Dios viene ya a buscar a las víctimas. Ha vuelto ya su mirada sobre la tierra
para ir a por ellas, para aniquilarlas en Sí, y ¿qué encuentra? No encuentra.
Encuentra pocas, muy pocas... son demasiado pocas. Y su Ira no puede ser
aplacada por completo.
Mi Llanto no ha bastado. Muy pocos se han unido a Mí, a las súplicas de una
Madre.
Pero María, Tú eres la Madre de Dios, Tú lo puedes todo.
No, hija, no lo puedo todo.548 Es más grande vuestro pecado, más la falta de
arrepentimiento de los hombres y su cerrazón de oídos a Dios. No puedo nada, hija.
¿Comprendes mi Dolor?
Oh María, en el día de la Asunción, eres la Madre Dolorosa.
Sí, hija mía, hoy más que nunca. ¡Pero si Conmigo hicierais fuerza más almas
víctima! 549 No sois vosotras. Cogeríais la fuerza de Dios porque cogeríais el
Sacrificio de Cristo y se lo volveríais a presentar, tan Puro e Inmaculado. Y El no
os vería a vosotras, sino a Cristo su Hijo.
¿Comprendes, hija?
Que cuanta más gente acepte el Sacrificio de Cristo como
propio y lo haga suyo, lo haga vida, pasando a ser otros Cristos a los Ojos de Dios.
Que si quiere, aplacará su Ira en ellos en vez de hacerla caer sobre sus hermanos. Y
les alcanzarán la Gracia y la Plenitud, la Vida perdida.
Que Cristo muera en vosotros, muera y resucite en vosotros.
¿Venís, valientes?
Los valientes en Cristo Jesús: ¿venís para el holocausto final?
Sí. Se lo diré a todos.
Díselo. Y que algunos, los que se sientan llamados, oigan mi llamamiento y vengan
a mis filas. Las filas de combatientes, de valientes por Cristo Jesús. Para que se
pueda llevar a cabo la batalla contra el pecado. Para que arranquéis a vuestros
hermanos de las garras del pecado que les atenaza y no les deja ver claro y volverse
a Dios.
Más sacrificio, más, más sacrificio. Oración y sacrificio. No vuestra oración, sino
Su oración. No vuestro sacrificio, sino Su Sacrificio. Para que podáis ser salvos.
Vosotros y vuestros hermanos.
¿Existe otro Camino mejor? ¡Oh no! Yo os digo que no existe otro mejor. Habéis
sido llamados para asemejaros más y más a la Víctima. ¿Qué Camino?, decidme,
¿qué Camino puede ser mejor que llegar a ser en la tierra otros Cristos?
Yo os digo que ninguno, ninguno es mejor que llegar al Padre por medio de la
semejanza victimante con su Hijo a través del Espíritu Santo.
Volad ya sin pensarlo más. Volad ya si os sentís llamados. Yo os espero, hijos, para haceros Uno con Cristo. Y El retribuirá a cada uno según lo que le haya dado.
¡Oh Beneficio Grandioso de Alegría y Plenitud por los siglos! Por los siglos de los
siglos. Amén. ¿Sabéis?, los siglos de los siglos, esto es: La ETERNIDAD.
Eternamente felices junto al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. ¡Sólo por un poco de
sufrimiento aquí!, unido a Cristo, unido al de Cristo.
¿Verdad que éste –que es el Camino que hoy os propongo– verdad que éste es el
Camino mejor? Venid a pasarlo Conmigo.
Vuestra Madre os enseñará.
Porque Ella lo ha sido antes: Víctima con la Víctima.
Corredentora. Co–salvadora del género humano. Porque pasó su Pasión, Muerte y
Resurrección con El, por El y en El.
Porque éste es el Camino del cristiano, ¡y qué pocos lo aceptan! Y es por miedo,
por miedo a sufrir.
Pero decidme: ¿Qué os pueden quitar aquí los poderes del mal?, ¿la vida del
cuerpo? ... pues Yo os aseguro que ésta, la Vida del alma, no os será jamás
arrebatada, porque estaréis unidos a Mí. Y la Madre de la humanidad aplasta la
cabeza de la Serpiente que se quiere cernir sobre sus hijos. La aplasta y les defiende
del mal.
Permaneced siempre muy unidos a Mí: éste es el Secreto para ser fieles, muy fieles
a Dios, y lograr cumplir a término vuestra santa misión: Salvadores de vuestros
hermanos. Portadores de la paz.
En espera de que todo eso se realice en vosotros, os espero en el día de vuestro
ofrecimiento en holocausto al Padre a través de Mí. ¿Sabéis cómo estaré Yo de
contenta, de contenta y radiante y feliz?
Aunque sólo vengáis uno –que seréis más, pero os lo digo para que veáis el valor
que tiene un alma víctima–, aunque sólo seáis uno, Yo habría dado por bueno mi
esfuerzo.
Como seréis más: ¡VENID A MI!, en el día de vuestro ofrecimiento. Venid a Mí en
el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
548 ¡Qué tristeza tiene! No ha podido lograr la conversión de sus hijos. Ni con todas
sus manifestaciones y esfuerzos.
549 Se alivia pensando en ello.
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