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WALTER SÁNCHEZ SILVA | ACI Prensa
Foto Daniel Ibáñez / ACI Prensa
En su saludo a los fieles al final de la Audiencia General de este miércoles, el Papa Francisco alentó a los fieles a leer la Biblia todos los días, sea cuando están solos o con sus familias.
Dirigiéndose a los fieles que llegaron desde Polonia y que celebran la 10° Semana Bíblica, el Pontífice alentó a que “cada día, individualmente o en familia, encuentren algo de tiempo para leer y meditar las Sagradas Escrituras, para que puedan recibir de Ella la fuerza necesaria para la vida cristiana”.
El Santo Padre exhortó a que “ese sea vuestro empeño” y alentó a compartir “con coraje la Palabra de Dios con los otros. Vivan de Ella cada día, testimoniando la fidelidad a Cristo y a su Evangelio”.
No es la primera vez que el Santo Padre exhorta a leer las Sagradas Escrituras. En marzo de 2017, antes del rezo del Ángelus dominical, Francisco recordó que “la Palabra de Dios tiene la fuerza para derrotar a Satanás. Por esto es necesario familiarizarse con la Biblia: leerla a menudo, meditarla, asimilarla”.
“La Biblia contiene la Palabra de Dios, que es siempre actual y eficaz. Alguno ha dicho: ¿qué sucedería si usáramos la Biblia como tratamos nuestro móvil? ¿Si la llevásemos siempre con nosotros, o al menos el pequeño Evangelio de bolsillo, qué sucedería?; si volviésemos atrás cuando la olvidamos: tú te olvidas el móvil —¡oh!—, no lo tengo, vuelvo atrás a buscarlo; si la abriéramos varias veces al día; si leyéramos los mensajes de Dios contenidos en la Biblia como leemos los mensajes del teléfono, ¿qué sucedería? Claramente la comparación es paradójica, pero hace reflexionar”.
De hecho, continuó el Pontífice, “si tuviéramos la Palabra de Dios siempre en el corazón, ninguna tentación podría alejarnos de Dios y ningún obstáculo podría hacer que nos desviáramos del camino del bien”.
Con las Escrituras, concluyó el Papa, “sabríamos vencer las sugestiones diarias del mal que está en nosotros y fuera de nosotros; nos encontraríamos más capaces de vivir una vida resucitada según el Espíritu, acogiendo y amando a nuestros hermanos, especialmente a los más débiles y necesitados, y también a nuestros enemigos”.
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