Redacción ACI Prensa
El Papa Francisco en el Regina Coeli. Foto: ACI Prensa
El Papa Francisco explicó, antes de la oración del Regina Coeli, que el cuarto Domingo de Pascua “continúa en el intento de ayudarnos a redescubrir nuestra identidad de discípulos del Señor Resucitado” y aseguró que Dios puede sanar todas las enfermedades espirituales.
“Cada uno de nosotros puede sanar de muchas formas de enfermedad espiritual –ambición, pereza, orgullo– si acepta poner con confianza la propia existencia en las manos del Señor Resucitado”.
Francisco afirmó que Jesús es el “Buen Pastor” pero ésta “autopresentación no puede ser reducida a una sugestión emotiva, sin tener efectos concretos”.
“Jesús resana a través de su ser pastor que da la vida. Dando su vida por nosotros, Jesús nos dice a cada uno: ‘tu vida vale tanto para mí que para salvarla doy todo de mí mismo'”.
“Este ofrecer su vida lo hace Pastor bueno por excelencia: Aquél que sana, Aquél que nos permite a nosotros vivir una vida hermosa y fecunda”.
Francisco indicó que la “actitud” a través de la cual se realiza “una relación viva y persona con Jesús” es “dejarse conocer por Él”.
“Él está atento a cada uno de nosotros, conoce en profundidad nuestro corazón. Conoce nuestras oraciones y nuestros defectos, los proyectos que hemos realizado y las esperanzas que han caído en desilusión”.
“Nos acepta como somos, nos guía con amor, para que podamos atravesar los caminos también impermeables sin perdernos por ellos”.
Al mismo tiempo, “nosotros estamos llamados a conocer a Jesús” y eso “implica un encuentro con Él, que suscite el deseo de seguirlo abandonando los comportamientos autoreferenciales para encaminarse a caminos nuevos, incluso accidentados, indicados por Cristo mismo y abiertos a grandes horizontes”.
A este respecto, advirtió de que “cuando en nuestras comunidades se enfría el deseo de vivir la relación con Jesús, de escuchar su voz y seguirlo fielmente, es inevitablemente que prevalezcan otros modos de pensar y de vivir no coherentes con el Evangelio”.
El Papa también pidió dar gracias a Dios por los nuevos sacerdotes que ordenó antes en la Basílica de San Pedro e invitó a rezar para que “el Señor multiplique las vocaciones a la vida consagrada y al matrimonio cristiano”.
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