Elementos de ultraizquierda como Europa Laica y el diario Público vuelven a la carga contra su chivo expiatorio favorito. Jesús Bastante -ese fenómeno que en 2009
consiguió que Público pusiese en portada un bulo ya desmentido- firma hoy
un artículo en el que asegura que la Iglesia recibe del Estado 10.000 millones de euros al año, y añade lo siguiente:
“Algunos estudios de próxima publicación concluyen además que anulando las subvenciones a la Iglesia no sería necesaria la ampliación de la jubilación a los 67 años.” Según Bastante, esas ayudas a la Iglesia le cuestan 200 euros a cada español anualmente. Eso sí,
don Jesús se encarga de destrozar esa estadística al incluir en la media la asignación a la Iglesia Católica en el IRPF, una asignación voluntaria que sólo marcamos aquellos que libremente queremos destinar una parte de nuestros impuestos a la Iglesia. Se trata de
una libertad que no tenemos, por ejemplo, para decidir si queremos que nuestros impuestos vayan a partidos políticos y sindicatos a los que no votamos y en los que no militamos, y cuya aportación a la sociedad es más que discutible.
La Iglesia ahorra al Estado 4.148 millones de euros en educaciónLo que no cuenta el Lobby cristianofóbico es lo que la Iglesia aporta al Estado y a la sociedad. La
Memoria Justificativa de Actividades de 2008 publicada por la Conferencia Episcopal indica, por ejemplo, que son
4.148 millones de euros de ahorro al Estado ya sólo en educación.
Un documento publicado por la CEE en julio de 2008 indicaba lo siguiente:
“Según datos del propio Ministerio de Educación, una plaza en un centro público tiene un coste anual de 3.518 €. Por su parte, en un centro concertado esa misma plaza cuesta al erario público únicamente 1.841 €“. Un total de 1.370.151 alumnos reciben su educación en colegios católicos. Los padres de esos niños pagan impuestos igual que todos, pero por una cuestión de ideología la izquierda lleva mal que elijan la enseñanza católica, aunque le resulte más barata al Estado. De ahí campañitas como la desatada por Público y Europa Laica.
El Estado se ahorra 31.186 millones de euros gracias a la IglesiaLa propia Conferencia Episcopal no se atreve a dar cifras sobre el ahorro que suponen al Estado las obras sociales católicas. Sí que hay algunos estudios que apuntan cifras concretas. En noviembre de 2004
el prestigioso economista José Barea cifró en más de 31.186 millones de euros (cerca de 5,19 billones de pesetas) el dinero que la Iglesia ahorra al Estado. En aquel estudio se precisaba que el Estado se ahorra 5.350 millones de euros gracias a los hospitales católicos y 4.016 millones gracias a otros centros sociales atendidos por la Iglesia. La citada
Memoria de 2008 de la CEE señala que
las ONGs católicas Cáritas y Manos Unidas atendieron a 2.764.719 personas en sus 4.459 centros. Tres años después, y con el aumento del paro y de la miseria que ha supuesto la crisis, podemos hacernos una idea de lo que habrá aumentado esa cifra: ahora hay
en España 2,7 millones de parados más de los que había en 2004, muchos de ellos atendidos y alimentados por las obras sociales católicas.
Si la Iglesia no prestase esa labor, se tendrían que subir los impuestosEsta labor de la Iglesia cuenta con el reconocimiento de la sociedad:
año tras año aumentan las personas que marcan la casilla de la Iglesia en el IRPF. De esta asignación salimos beneficiados todos. Como señalaba el profesor Barea en el mencionado estudio,
“si la Iglesia no prestase sus servicios, tendrían que aumentarse los impuestos. El beneficio es doble: para los beneficiados y para los contribuyentes”. Así que
la supresión de esas partidas que sugiere Jesús Bastante en Público no sólo no tendría el efecto que él señala sobre las pensiones, sino que más bien
pondría en aún más aprietos no sólo a las pensiones, sino también a otras prestaciones públicas, al tener que asumir el Estado una enorme labor social que la Iglesia lleva a cabo a un coste mucho menor del que supondría que la asumieran funcionarios o personas contratadas a precios de mercado.
Europa Laica, financiada con los impuestos de todosHay que decir que el número de personas que marcan la casilla de la Iglesia en el IRPF aumenta año tras año a pesar de
las campañas de Europa Laica para que no se marque ninguna casilla, ni la de la Iglesia ni la de fines sociales.
Curiosamente,
a lo que no nos podemos negar los contribuyentes es a financiar a Europa Laica. En diciembre de 2006 esa minúscula entidad, que no atiende ni a enfermos ni a pobres ni a ancianos,
recibió 2.500 euros del Ministerio de Justicia por medio de la Fundación Pluralismo y Convivencia, con cargo al erario público. Paradójicamente,
la subvención tenía como fin “la promoción de la libertad religiosa”,
un derecho rechazado desde la web de Europa Laica.
Cáritas, Manos Unidas, las monjitas… ¿Un “Lobby religioso”?Si es más o menos habitual que la ultraizquierda cristianofóbica emprenda campañas demagógicas contra la Iglesia Católica,
publicando estadísticas manipuladas y ocultando lo que la Iglesia aporta al Estado y a la sociedad; lo que me pasma es encontrarme con un apoyo a esta campaña desde un blog de la
Red Liberal, concretamente desde una de las bitácoras de referencia del llamado
anarcocapitalismo.
Jorge Valín ha secundado la campaña de Europa Laica pero, eso sí, añadiéndole él este título:
“Detalle de lo que cuesta el Lobby religioso”. Yo me esperaba encontrar las cifras que cobran del Estado grupos de inspiración cristiana que se dedican a la acción de lobby, como HazteOir.org, pero el caso es que HO no recibe subvenciones. En lugar de eso, me encuentro con
obras asistenciales, hospitales, colegios, cuidado del patrimonio artístico… ¿Eso es un “lobby religioso”?Confieso que cometí la imprudencia de preguntar lo siguiente a Jorge en los comentarios de esa entrada: “¿para ti Cáritas es “Lobby religioso”? ¿Lo son las monjitas que ayudan a ancianos y enfermos?” Su respuesta, unos minutos después, ha sido la siguiente: “Sí claro que son. Subvenciones para nadie.” En fin, eso me pasa por preguntar. Está claro que
poner la ideología por encima de la realidad es un riesgo que corren los partidarios de cualquier ideología, también de la liberal.
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