[2012-10-25]
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La creencia en los ángeles es algo que se está desvaneciendo, de la misma forma que la creencia en Dios, entre los propios cristianos, básicamente por dos motivos. Uno es el materialismo que impregna el mundo y que desplaza la dimensión espiritual. Y otro es el temor de caer en la superstición, en la que caen algunos cultos de la New Age.
Pero los ángeles están allí, comparten nuestro mundo, están puestos para ayudarnos, y han sido reconocidos como una realidad desde el principio del cristianismo.
De hecho, 77 por ciento de los americanos creen en ellos, según una encuesta de AP-GfK de finales del año pasado.
La creencia está principalmente ligada a la religión: el 88 por ciento de los cristianos, el 95 por ciento de los cristianos evangélicos y el 94 por ciento de los que asisten semanalmente a servicios religiosos de cualquier tipo creen en los ángeles.
Pero la creencia en los ángeles es bastante generalizada, incluso entre los menos religiosos. La mayoría de los no-cristianos piensan que los ángeles existen, al igual que más de 4 de cada 10 de los que nunca asisten a servicios religiosos.
Más allá de las diferencias religiosas, las mujeres son más propensas que los hombres a creer que los ángeles son reales, y los mayores de 30 son más propensos que los adultos jóvenes a pensar que existen.
La creencia en los ángeles está en realidad muy extendida en algunas partes del mundo, aunque está lejos de ser universal. Mientras que los italianos y croatas están a la par con los estadounidenses, por ejemplo, no más de un tercio de los daneses creen en los ángeles, de acuerdo con el Estudio de Valores Europeos. Las cifras inglesas son similarmente bajas, apenas el 36 por ciento cree en los ángeles, según Gallup.
Estas cifras parecen correlacionarse aproximadamente a la creencia en Dios. Americanos, italianos y croatas profesan mayoritariamente la creencia en Dios, mientras que menos de la mitad de los daneses y apenas la mitad de los británicos lo hacen.
Estamos aquí en una línea cultural divisoria. Por un lado, están los que creen en lo divino, en lo espiritual. Por otro lado los que no lo hacen. Los primeros son, evidentemente, más propensos a creer en los ángeles, y los materialistas y seculares definitivamente no.
La línea que existe es poco notable, como es el descreimiento de los secularistas. Lo que parece más interesante, son los cristianos que encuentran razones para no creer. Las encuestas apuntan a algo de este escepticismo, las personas que profesan la fe en Dios no necesariamente creen en los ángeles.
Hay muchas razones para esto, pero hay dos razones principales sorprendentes. La primera es que el materialismo ha inoculado toda nuestra cultura en contra de lo espiritual, y aun los creyentes profesos se ven afectados más por esto de lo que la mayoría de nosotros nos damos cuenta.
Stephen Freeman, un sacerdote ortodoxo y blogger popular, a menudo habla del universo de dos pisos para explicar estas cosas. Desde la Ilustración tenemos una tendencia a dividir lo espiritual y lo material y acordonarlos en dominios separados.
Al consignar lo espiritual en el segundo piso, con el tiempo se nos olvida que está allí. Al igual que una baratija en el ático, que tiene poco que ver con nuestra vida cotidiana. Los ángeles se convierten en una idea de último recurso en un universo de dos pisos, si es que son considerados alguna vez en absoluto.
La segunda razón es que el miedo a la superstición hace que muchos creyentes se sientan incómodos con los ángeles. Cualquier enfoque serio sobre los ángeles huele a muchos de nosotros extraño e ingenuo, y posiblemente incluso idólatra. Descontando que los ángeles sirven como un mecanismo de defensa contra los excesos del movimiento de la Nueva Era o loca piedad popular.
Estas dos razones son problemáticas. La primera tiende a degradar a Dios a un concepto teórico más que a una presencia activa en el mundo. Y la segunda tiende a hacer de él un solitario amigo. Ambas tienden hacia una especie de reduccionismo, llevando los límites de la experiencia espiritual a un área cada vez más pequeña. Los ángeles son un accidente en ambos escenarios.
Entre estos dos extremos, la espiritualidad cristiana saludable camina un camino intermedio poblado por ángeles, y el mejor lugar para conocer esta forma equilibrada y útil es observar la iglesia primitiva y cómo entendían el mundo espiritual.
San Agustín prevé la división del orden creado en dos campos, uno de luz y otro de oscuridad, uno de amor y devoción a Dios y el otro de soberbia y alienación del Creador. Llamó a estos campamentos “la ciudad de Dios” y “la ciudad del mundo”.
Tenga en cuenta que sólo hay dos ciudades en este esquema. Agustín dijo que no hay que “suponer cuatro ciudades, dos de los ángeles y dos de los hombres.” Más bien, “nosotros podemos hablar de dos ciudades o comunidades, una formada tanto por los ángeles buenos como por los hombres, y la otra del mal“.
A diferencia de los secularistas que no creen en los ángeles, y los cristianos que los mantienen a distancia, Agustín nos presenta una imagen de inmediatez y proximidad, no hay segunda historia que nos separe. A su juicio, el cielo no está lejos. Sus fronteras atraviesan nuestro lugar, y compartimos nuestra ciudad con los ángeles. No sorprende entonces que Agustín sugiera que los consideremos nuestros vecinos.
La espiritualidad cristiana tradicional asume la presencia de los ángeles. Y mientras que debemos evitar las nociones de la cultura pop, debemos entender y aceptar la visión antigua y honorable de la iglesia desde su comienzo, y abrazar la fe en los ángeles.
Los ángeles, como Agustín y todos los teólogos de la iglesia primitiva reconocen, comparten el mundo con nosotros.
Fuentes: Joel Miller para Fox News, Signos de estos Tiempos
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