Queridos amigos, paz y bien.
Hace algunos días, se nos estropeó el termostato del horno. Si lo poníamos a 50º, a los 5 minutos estaba a más de 200º. Las tartas, el pollo, las empanadas, todo lo que metieras dentro, estaba preparado en muy pocos minutos. Pero hasta que nos dimos cuenta, las primeras veces se nos quemó la comida.
¿Por qué hablo del horno de nuestra comunidad? Porque me parece que el tiempo que los discípulos pasaron con Jesús debió de ser algo así como irse horneando, poco a poco. A veces, muy despacio. ¡Qué paciencia debía de tener Jesús! Él hablando de las cosas del Padre, y los discípulos pensando en el pan. A pesar de ir sintiendo de cerca el calor (ese fuego que encendió el corazón de los discípulos de Emaús), a pesar de vivir con el Maestro, les costaba entender.
De todas formas, si estás matriculado en esta universidad de la vida cristiana, no te preocupes demasiado. Los apóstoles, en los primeros exámenes que les hizo Jesús, suspendieron . Hasta Pedro se llevó tres ceros, el día del arresto del Señor. Pero cuando llegó el momento, todos supieron responder con sus vidas. Lo importante es el final. Y al final, tuvieron todos un 10. Tú también estás a tiempo. Aunque no entiendas mucho.
No entender es bastante normal. Hoy por hoy, en ninguna faceta de la vida, nadie nace enseñado. Cada día es maestro del anterior y discípulo del siguiente. Lo peor es no querer entender. Tú, ¿quieres entender? ¿Te esfuerzas cada día por dar un pasito hacia delante? ¿O te conformas con lo que tienes? Piensa que eres como una tarta en el horno. Tú verás si quieres cocinarte hasta el final, y ser un pastel apetitoso, o prefieres quedarte a medio hacer, y ser sólo una masa informe. Jesús, desde luego, te invita a sentir el fuego de su amor, en tu vida.
Por cierto, ya tenemos horno nuevo. Y funciona muy bien.
Vuestro hermano en la fe,
Alejandro José Carbajo, cmf
No hay comentarios:
Publicar un comentario