Hay en el mundo hija mía, demasiada ausencia de Dios, demasiada falta de fe, esa fe que os dice que a pesar de las cosas que marchan mal en el hombre, la victoria final, el resultado final está asegurado, y cuando se pone en duda el resultado final, la victoria que una y otra vez os he asegurado, entonces habéis creado vuestro peor enemigo, el temor.
Simplemente dudáis de Dios, y su capacidad para llevar al hombre a la victoria final y si dudáis de Dios, entonces hijos míos ¿Cómo podéis descansar nunca?
¿Cómo podéis encontrar en algún momento de paz?
Entonces simplemente vive el hombre presa del temor, de la duda. Pero cuando alguno de vosotros elige vivir al modo de Dios, cuando alguno de vosotros opta por el camino de la fe, y grita a los cuatro puntos de la tierra " YO CREO", como lo han hecho tantos a lo largo de la historia, nadie los entiende y sufren lo que vosotros sufrís ahora y lo que otros han sufrido antes de vosotros. Nadie entiende, y cuando tratáis de explicar la sensación de paz, vuestra alegría de vivir, vuestro modo diferente de ver el mundo y de dar valor a la moral, a la bondad, a la autenticidad, al respeto y sobre todo al amor. Cuando tratáis de explicar vuestro éxtasis interior, ellos oyen con asombro vuestras palabras, pero no las escuchan de verdad, no tienen la capacidad en su interior de mirar con los ojos del alma, de ver la bondad y la verdad que esas palabras encierran y la maravilla de vivir de otra manera.
Se asombran de que vosotros tengáis lo que ellos no tienen, lo que no han sido capaces de alcanzar y entonces son presas de la envidia, pronto esa envidia se transforma en rabia y en su enojo tratan de convenceros de que estáis equivocados.
Que lejos estáis de la verdad - que escucháis voces de otro lado - y que sois vosotros los que no entendéis a Dios - Que estáis en contra del universo todo - Y si aún así, no logran arrancaros la alegría, si fracasan en sus intentos por quitaros el tesoro que vosotros lleváis dentro y ellos no, tratan de haceros daño.
Tan enorme es su rabia, y cuando tu, hijo mío, cuando vosotros hijos míos, les digáis que no os importa que estáis seguros del camino que lleváis y que nadie podrá arrebatar de vuestro interior de vuestra vida ese tesoro, entonces os matarán, o tratarán de arrancarles la vida, y entonces cuando vieran que aún la muerte sois capaces de esperar con total serenidad y entrega te llamaran hijo mío santo, y entonces te amarían de nuevo para que por ti lograran lo que ellos no fueron capaces de obtener.
Ya ves hijo mío que en la naturaleza del hombre está el amor y el odio, todos los actos humanos, están motivados por estas dos emociones, el temor o el amor, los dos extremos opuestos de la gran polaridad que rige el mundo, el alfa y la omega, el principio y el fin.
Todo pensamiento del hombre, toda acción del hombre, hijo mío se basa en el amor o en el temor. Ten siempre presente esto, pues cuando debas caminar por el mundo verás con más claridad muchas de las cosas que aquí yo tu Padre te manifiesto y en ti existirá ya la sabiduría para obrar de una u otra manera, aún más que la que ahora posees y que ya has tenido que poner en práctica, y de la cual estoy profundamente orgulloso. Nunca has perdido la altura, la altura que poseen mis servidores, ni la humildad que es la característica de mis discípulos.
He aquí la explicación de por qué el hombre se comporta de esta manera, porque ama y luego destruye, luego aman otra vez, siempre con un movimiento de péndulo de un lado hacia otro, en constante movimiento.
Y la razón se halla en la primera mentira pronunciada ya en los albores de la creación que no se puede confiar en Dios, que Dios os oculta la verdad, que podéis ser como Dios superiores a Dios, de que no podéis contar con mi amor, que mi amor está condicionado si obráis bien o mal, que os premiaré o bien os castigaré, y eso es una mentira, del padre de la mentira, yo no llevo hijo mío un registro detallado de lo que hacéis bien o mal, pues os he dado la libertad, simplemente estoy esperando con las puertas abiertas, y siempre mis hijos serán bienvenidos.
Un Padre ama con amor incondicional, no con amor interesado, pero mis hijos, si, marcan mi amor si les he dado igual a todos o si a uno les he dado más y a otros menos, o si al que llegó el último le he dado tanto como al que llegó el primero.
Entonces dicen de acuerdo a lo que he recibido de ti, de acuerdo a la medida de tu amor demostrado hacia mí, de acuerdo a eso te amaré y te creeré.
Pero si en verdad hijo mío el hombre supiera quien es, que es el ser más magnífico y notable que Dios ha creado nunca, entonces no serían presa del temor jamás, si supieran lo valiosos que sois a mis ojos.....
Pero no sabéis quién sois, de donde el hombre ha sacado que es cualquier cosa menos una obra magnífica, ¿Cómo han logrado convenceros de tal atrocidad?
Ninguno de los pensamientos que tenéis de Mí, se asemeja a lo que en realidad soy para vosotros, habéis perdido la capacidad de sentiros amados verdaderamente, plenamente, y el amor es el alimento del alma.
Yo he dispuesto que viváis vuestro amor, plenamente auténticamente como está mandado desde el principio, pues el universo todo, la creación toda ha sido pensamiento de amor, obra de amor, palabra de amor. Bebed siempre de la fuente de amor que ha sido colocada en vosotros, la que os da la capacidad para demostrar al mundo que existe un amor diferente, al que el hombre ha experimentado hasta ahora, el amor pleno de Dios.
El temor es la energía que contrae, cierra, capta, huye, daña.
El amor en cambio es la energía que expande, abre, emite, permanece, revela y sana.
El temor hijo mío duele, el amor alivia, el temor ataca, el amor deja ir libera, entrega, da. Vivid plenamente en el amor, vivid en la libertad de los hijos de Dios, vivid en amor, dentro de mi corazón, pues de el no os apartareis jamás, no mientras mantengáis vuestra alianza intacta. La que aún permanece sobre la tierra, aquella en la que he puesto toda mi confianza.
Así sea.
Vuestra voz interior es la voz más fuerte con la que hablo, puesto que es la más cercana a vosotros, es la voz que os dice si estáis en lo cierto, si estáis obrando correctamente o no, recordad que me comunicaré siempre con vosotros directamente, hablándoos al corazón, sus sentimientos es mi voz.
Os bendigo y os abrazo eternamente.
Amén.
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