Starr 3/10/2012
Bendiciones hijos míos. ¿Hija mía has visitado el jardín últimamente?
- No Padre, hace tiempo ya que no llego al jardín.
Deseo mostraros algo, tomad mi mano y venid en pos de Mí.
Ahora hija mía describe en detalle lo que ves.
- Veo un verdor muy intenso y hay aroma a hierba mojada. Ha llovido, veo agua esparcida en el verde pasto. Veo a mi derecha grandes cestas de flores de un color rojo intenso, con el centro amarillo. A mi izquierda grandes espacios de piedritas de colores, muy pequeñas, nunca había visto piedrecitas azules, tampoco las vi rojas, son pequeñitas y si las tomo con mis manos se escurren con facilidad entre mis manos. Al frente está la fuente que tantas veces he visto poblada de ángeles en su borde. En su borde sentada está mi amada hermana Roser sosteniendo en su falda a dos niños, mientras una niña de cabellos muy negros está sentada a su pie jugando con las flores, le ha puesto en la cabeza una corona de flores amarillas y rojas y un vestido muy blanco con puntillas en los bordes. Su cabello está sujeto con dos colitas y unas cintas blancas como terciopelo adornan su cabello.
Muy bien hija mía, allí tienes a tus próximos hijos, ahora prosigamos.
- Padre siento mucha curiosidad veo a Emiliano muy afanado con un árbol muy especial, alguna vez escuché que existe el árbol de las hojas doradas, nunca lo había visto y ahora lo tengo frente a mi, su tronco es grueso se lo ve fuerte, sus ramas caen en cascada y sus hojas doradas relucen con el sol, también hay cientos y cientos de pajarillos en sus ramas todos cantando al mismo tiempo cada uno cantando al mismo tiempo, cada uno con su trino particular, ensordecen mis oídos, pero es tan alegre su trinar, es tan maravillosa la melodía que compone con sus cantos me quedaría a vivir en este sitio. ¿Padre antes no vi ese árbol? ¿Por qué ahora recién lo descubro si es tan bello, tan fuerte y tan alegre?
- Porque ese árbol siempre ha sido muy especial, ha estado al cuidado del jardinero siempre, puede faltar de atender alguna planta alguna vez, pero este no. ¿Hija sabes como se llama?
- No Padre.
Alegría, es el árbol de la alegría por eso allí se posan todas las aves, por eso siempre allí hay música, por eso es tan fuerte porque la alegría hija mía fortalece, todo aquello que se cimenté sobre la alegría tiene asegurada una vida larga y próspera.
Por eso deseaba mostraros hoy este sitio y en especial el árbol de la alegría es lo que más falta os hace para alcanzar la paz y lo que menos mis hijos ejercitan la alegría.
Hoy deseo que dejéis de sufrir es hora de despertar ya de enterrar el hacha de la ira y de sacudiros esa pesada carga que lleváis, es hora de que os miréis a vosotros mismos con benevolencia y con ternura hasta que os convirtáis en el gran amigo de vosotros mismos, os estoy dictando el evangelio de la paz, os estoy dando los medios y la manera para que en vosotros solo sea una fuente de paz eterna, perpetua, pero si no os amigáis con vosotros mismos si no recobráis el árbol de la alegría que cada uno de vosotros lleva plantado dentro no será posible la paz.
¿Cuántas aves se posan en vosotros para cantar?
¿Encuentran las aves en vosotros un árbol fuerte, alegre y propicio para vivir? Es una pregunta que todos deberéis hacer si es que en verdad deseáis vivir en el reino de la paz.
A lo largo del recorrido de vuestra vida habéis ceñido vuestra cintura con el cinturón de la hostilidad y a vuestra cabeza solos vosotros le habéis puesto una corona de espinas donde nadie puede posarse y descansar, dejaos ya de martirizaros, mirad a vuestra Madre como os cuida celosamente día y noche, pero hay algo que ella no puede hacer por vosotros y es amaros a vosotros mismos, entonces como se ama al hijo más desvalido deberéis amar a esa frágil vasija que es vuestro ser, precisamente porque es muy quebradiza necesitáis envolverla en un abrazo de piedad y de ternura.
Las estrellas giran eternamente aquí arriba frías y silenciosas, los acantilados permanecen inconmovibles al borde de los océanos, con sus raíces hundidas en la arena, el invierno es frío y el estío ardiente.
Hijos míos las cosas son como son, vosotros sois como sois y de todas maneras a pesar de todas vuestras carencias de todas vuestras mezquindades son una maravilla. Veo a mis hijos deprimirse, se han colocado grandes metas y no las alcanzan, anhelan tener la virtud y los dones de otros y eso los pone vanos y amargados, desean adquirir aquellas cosas que sus hermanos poseen y como no es posible entonces caminan por el mundo maldiciendo su poca fortuna, no os irritéis, no os deprimáis hijos míos ni os entristezcáis por nada.
Veo hijo mío como tus hermanos avanzan y retroceden y veo cuanta preocupación hay dentro de ti y la pregunta es hijo mío
¿Por qué te preocupas tanto?
El que es superficial morirá superficial, pero mejorado por tu empeño, por tu entrega, aquél que reniega de Dios morirá renegando, pero mejorado por ti, cada ser es como es no se puede exigir el cambio, pero si la mejora, con tan solo una mejora en el ser espiritual la tarea está cumplida.
¿Qué no llegan? ¿Qué no avanzan? ¿Qué una y otra vez regresan a lo mismo?
Así es hijo mío y aún así el reino del amor se construyó y el reino de la paz se instaurará, que nada te quite la calma, ni la paz, las tareas se cumplen como deben ser, el trabajo se lleva adelante, paso a paso sin detenerse y sin fatiga.
Si hijo mío por eso deseaba mostrarte el árbol de la alegría, tu árbol es el más bello que haya visto jamás, en él se posan tantos hermanos, a él acuden tantas almas en busca de sombra para protegerse del sol abrasador del enemigo que los quema, a él acuden tantos a refugiarse detrás de su ancho tronco, cuando las sombras los persiguen.
Siempre en ti debe crecer el árbol de la alegría y en cada uno de mis hijos, no te avergüences jamás por nada, no eres una estatua de arcilla hijo mío, eres aurora de la mañana y campana, eres una preciosa arquitectura que poco a poco llegó a ser lo que hoy es una catedral de la fe.
Hoy deseo que mis hijos sean todos benevolentes y cariñosos consigo mismos, sed felices porque son multitudes que esperar participar de vuestra lumbre de contagiarse de vuestra alegría, nadie en vuestra vida puede regresar atrás las cosas que ya sucedieron, forman parte de vuestra historia, las lágrimas derramadas ya fueron derramadas, ahora es necesario que llenéis vuestra casa de armonía y entonces el mundo todo se llenará de armonía, tened presente siempre que vuestra existencia es una gran fiesta y que vivir es un privilegio, cultivad siempre ese árbol y sobretodo amaos, amaos mucho como Yo os amo, no añoréis aquellas cosas que no podéis poseer, pero añorad siempre la paz. ¿Por qué algunos viven más y otros menos? ¿Me preguntan mis hijos?
Porque cada uno de vosotros tiene trazado un plan, aún el niño pequeño que no logra vivir más que unos minutos, aún ellos tienen un trabajo que cumplir y este se cumple, dejan huella, todos atraviesan esta vida con un propósito y si vuestro Padre los llama a su Presencia, es porque su propósito ha sido cumplido, aún los animales que pueblan la tierra, cada uno de ellos está allí y ha tenido vida porque cumple con su fin. Si tienes eso presente, si comprendéis que vuestra vida forma parte de un gran plan de vuestro Padre en el cual todos vosotros estáis inmersos, si lográis comprender que sois valiosos a pesar de lo que el mundo os diga, entonces estaréis cultivando el árbol de la alegría y la paz, será posible dentro vuestro y por ende hijos míos en el mundo entero.
Vuestro hermano Francisco decía, Cantan los prados, cantan las flores con armoniosa voz y mientras que cantan prados y flores, yo soy feliz pensando en Dios.
¿Qué hacia en ese momento?
Cuidaba, adornaba y regaba el árbol de la alegría aún en medio de tanta pobreza y de tantas carencias. La alegría era su evangelio.
Amada hijo en la paz y en la certeza de que pisas las huellas que Yo te he marcado, que no existe un solo movimiento de tu ser que no haya sido trazado por Mi, en la certeza de que tus caminos son mis caminos y que cada paso te conduce directamente hacia tu destino. Ten paz y vive en la alegría de quién se sabe amado por Dios. Ardo de deseos de que cada uno de mis hijos comprendan que su Dios, su Padre eterno es compañía permanente en sus vidas, ardo de deseos de que tomen mi mano y me sientan cercano, ardo de deseos de posarme Yo como una ave pequeña en sus ramas y escuchar como una sinfonía majestuosa el latido de sus corazones diciendo Te amo Dios, Yo te amo Dios.
A veces me pregunto ¿sabrán mis hijos que su Padre también desea ser abrazado? ¿Que su Padre también desea escuchar de sus hijos, te amo Padre y se que estas a mi lado?
Que al haceros la señal de la cruz me agradaría mucho que vuestros labios murmuren, te amo Señor mío y Dios mío es mi gran deseo, amados hijos.
Yo quiero ser Señor amado como el barro en tus manos, toma mi vida Padre y hazla de nuevo, yo quiero ser un vaso nuevo. Te amo Padre.
Os amo hijos míos.
Vuestro Padre ha hablado.
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