
Hijo,
Cuánto
dolor observo que hay en toda la Tierra, y eso es porque mis hijos se
separaron de caminar con mi Hijo, de dejaros llevar de la mano, de
escucharlo y seguir cada uno de los Sagrados Mandamientos. Pensáis
que solos podéis hacer todo y no escucháis, no queréis oír la voz
de vuestra Madre que en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo llego a ti y a vuestros hermanos en los distintos continentes
llevando mis palabras, y a través de ellas mis mensajes para que
caminéis por el sendero de la luz, para que no sigáis haciéndole
mal a vuestra Madre Tierra, a la Madre Naturaleza, y para que no os
agredáis entre vosotros. Os olvidasteis que este mundo os fue
entregado para que lo cuidarais todos y que este mundo es de todos
vosotros. Pero no es así para muchos porque unos pocos os adueñaron
de toda la Tierra y convirtieron en esclavos a millones de mis hijos
en el mundo; y aquellos que hoy reinan y gobiernan en muchos países,
vendieron sus almas al ángel desterrado sólo por tener poder, un
poder que os lleve a llenaros de riquezas, que no comprenden y están
tan ciegos que no pueden ver que de nada os han de servir cuando
partan de este mundo, porque, os recuerdo, que desnudos llegáis a
vuestro mundo y desnudos partiréis de él, y frente a la mirada de
mi amado Señor, vuestro Padre, de nada os servirá por más corona
que llevéis sobre vuestras cabezas, porque para nosotros todos sois
hijos iguales; por lo que muchos de vosotros seréis doblemente
juzgados por el mal que estáis cometiendo, por llevar a mis hijos e
hijas al hambre, a la sed, al enfrentamiento armado para que vosotros
os glorifiquéis. A todos, y también con inmenso dolor tengo que
llamar hoy la atención a muchos de mis Hijos Predilectos, vuestros
Pastores, que os olvidaron sus juramentos, que viven en la opulencia,
que no cumplen con los Mandamientos y que sólo quieren ser servidos,
olvidándose que ellos tienen que estar siempre al servicio de sus
rebaños, cuidándolos y estando a su lado, alimentando sus almas a
través de las palabras y escuchando sus dolores y sufrimientos, y no
que pretendan que el rebaño esté al servicio de ellos. Hoy, con
inmenso dolor, veo que ni siquiera muchos de ellos escuchan a quien
se encuentra en EL SILLÓN DE PEDRO. Él, hijos míos, se encuentra
ahí porque nosotros, a través del Espíritu Santo, quisimos que
fuera él que os guiará, y todos vosotros tenéis que aceptar lo que
os dice y cumplir con cada uno de sus pedidos. Pero no sólo ello,
sino aceptar el voto de humildad como él lo viene demostrando a
través de los años y sentir amor, sí, hijos, amor por todos
aquellos que tanto padecen. Tenéis que volver a mi morada, pero
volver para ser verdaderos representantes de mi Hijo, tenéis que
estar al servicio de vuestros hermanos y tenéis que derramar la
semilla del amor y de la palabra en todo lugar del mundo; y tenéis
que aprender que no sois jueces, como muchos de vosotros os creéis
juzgando y difamando a muchos de los rebaños; no lo sois, no podéis
poner en tela de juicio como lo hacéis, os estáis haciendo un
terrible mal a mi morada y estáis atacando todos los principios y
alejando a mis hijos e hijas de mi morada. Hoy cada uno se siente que
tiene el poder de lastimar y castigar a su hermano, y estáis
totalmente equivocados, tenéis que caminar todos juntos, tenéis que
estar presentes en todo lugar donde seáis necesarios, tenéis que
estar junto a los enfermos y junto a aquellos que necesitan de la
Palabra.
Por ello, os pido más oraciones, hijos míos; más
humildad y más amor. Si todos vosotros no os reúnen, si no
comenzáis a hablar el idioma del amor, de la paz, de la misericordia
y de la justicia, entonces todo estará perdido y os alejaréis cada
vez más del Reino de los Cielos.
Hijos míos, os digo a todos, la
copa ya rebalsó, no hagáis que tenga que dejar caer el brazo de mi
amado Señor, porque entonces sí os arrepentiréis muchos de
vosotros de haber nacido y de haber cometido tanto daño en vuestro
mundo. Os llamo a la confesión y al encuentro con mi amado Hijo
JESÚS cada día, a ser un soldado de mi morada y de sus paredes,
cuidándola de todo mal, y a ser un Misionero de nuestros Inmaculados
Corazones y un Apóstol de la Palabra que recorráis cada lugar de
vuestro mundo. Preparaos, amados hijos, porque si no cambiáis,
sentiréis el rigor de la Madre Tierra y la naturaleza se inclinará
contra vosotros y las pestes y las guerras cada día serán más y
más hasta que sólo quede sobre la tierra el amor y la paz.
Os
llamo y os pido a cada uno de vosotros que reflexionéis mis palabras
y que os encaminéis todos juntos a pedir perdón de rodillas a mi
amado Señor, vuestro Padre amado, os lo ruego como Madre de cada uno
de vosotros. Aprended a caminar, y no sólo a caminar, a amaros unos
a otros y a cuidaros entre todos, amados hijos.
Amén.
12/01/2015
07:12 Horas
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