5 de Diciembre de 1978
SOY "VERDADERA" MADRE TUYA Y VUESTRA
Escribe, hijo mío, soy María, la Madre de Jesús, y también Madre tuya y vuestra; verdadera Madre que os ama sin medida y sin límite.
¿Qué hace una verdadera Madre, hijo mío?
Ella está siempre con el pensamiento y con el corazón junto a sus hijos a pesar de que por las circunstancias esté separada físicamente de ellos. Su amor no sólo la lleva a pensar en ellos y a desear tenerlos junto a ella sino también a participarles y darles todo cuanto puede; se preocupa por su salud; teme y se preocupa por los peligros que puedan ellos encontrar y reza para que no sucumban ante ellos; llora por sus sufrimientos y se alegra por sus alegrías... en suma, trata de prodigarse en todos los modos sin preocuparse de ella misma ni de sus propias necesidades… en una palabra ¡quisiera siempre darse para ser aún con ellos una sola cosa!
¡Esto es lo que hace y lo que exige el verdadera amor!
Si, desgraciadamente, sus hijos, por haber endurecido su corazón en el mal no advierten el amor de su Madre o se ríen de él o no lo consideran en lo más mínimo, tú puedes comprender, aunque no sea fácil entender, el dolor tan atroz del que son causa a "quien" los ama más que a toda otra cosa...
si luego la perversión de los hijos llegara hasta el punto de ponerse hasta en contra de su Madre, ofendiéndola, insultándola y burlándose de ella ¿quién podría tener palabras para expresar el dolor de esa pobre y desventurada Mamá?
os he engendrado en el dolor y en el amor
Hijo mío, hay una Mamá allá arriba en el Cielo, pero que está siempre presente también en la tierra y que ama a sus hijos con un amor tan grande e intenso que no se puede describir ni comprender, que los ama con un amor que viene inmediata mente después del amor de Dios que es Infinito, que los ama con un amor que por si sólo supera el amor de todas las mamás humanas que fueron, que son y que serán y esa Mamá, como tú bien sabes, soy Yo, María, la Virgen Inmaculada que con Jesús, ofrecido por vosotros en la Cruz el Padre, os he engendrado a la "vida divina" en el Dolor y en el Amor.
¡Yo os amo como vosotros jamás podréis comprender; os amo tanto, hasta el punto de que continúo sacrificando a mi Jesús y ofreciéndolo al Padre por vuestra salvación en el Misterio de la Cruz, que se renueva y se perpetúa realmente en el Misterio de la Misa!
Hijos míos, vosotros conocéis el precio de vuestra Redención, que Jesús paga continuamente al Padre Celestial, y junto con El Yo también pago, porque soy la Corredentora.
El Amor que Él os trae es infinito, como infinito es también el sufrimiento ligado a este amor, y Yo estoy unida a Él en una manera única e irrepetible en el género humano, porque Yo vivo de Él y de su naturaleza Divina y Él vive de Mí y de mi naturaleza humana, por lo que todo lo que es Suyo es Mío y todo lo que es Mío es Suyo.
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Los tiempos se acercan... ¡orad y haced penitencia!
Hijo, hijos míos, con lo dicho anteriormente os será más fácil penetrar en mi dolor y en mi sufrimiento sin limite, porque hechas las debidas excepciones como siempre, ¿cuántos son los hijos con el corazón endurecido y extraviado que nada saben y nada quieren saber de mi amor por ellos?
¿Cuántos son los hijos que me ofenden, que me insultan, que me blasfeman y hasta que me odian?
Pero no es todo... ¿Cuántos son los hijos que no sólo a Mí sino también insultan a mi Jesús, el Salvador, la Luz, el Amor, la Vida y la Verdad?
¡Oh, son incontables...! Pero no es todo aún…
En efecto no se trata solamente de hijos comunes, sino de "hijos predilectos", y son tantos aquellos a quienes mi Jesús ha llamado sus amigos y que ahora han hecho causa común con las potencias oscuras del Infierno desertando de Mi Iglesia, el Cuerpo Místico, para pasarse a la iglesia de Lucifer y secundar celosamente sus oscuros e inicuos intereses.
Hijo e hijos míos queridísimos que tanto amo, os digo que seáis perseverantes en la Fe y en la Fidelidad, que seáis perseverantes en el Amor, porque los tiempos se abrevian y la hora decisiva se acerca cada vez más; rezad y haced penitencia, rezad y reparad, sed fuertes y no deberéis temer a nada, porque Yo, María, Madre de Dios y Madre vuestra estoy con vosotros!
Os bendiga el Padre, os bendiga el Hijo y os bendiga el Espíritu Santo, y con Ellos también Yo os bendigo.
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