Foto ACI Prensa
VATICANO, 12 Ago. 15 / 09:51 am (
ACI).- El Papa Francisco dedicó la
catequesis de la audiencia general de este miércoles a reflexionar sobre la importancia de la fiesta en la
familia, el trabajo y la oración, centrándose en el primero de estos tres aspectos.
El Santo Padre indicó que “
la fiesta no es la pereza de quedarse en el sofá o la emoción de una tonta evasión… No, la fiesta es en primer lugar una mirada amorosa y grata sobre el trabajo bien hecho; festejamos un trabajo”.
“También ustedes, recién casados, están festejando el trabajo de un lindo tiempo de
noviazgo: ¡y esto es bello!
Es el tiempo para ver a los hijos, o los nietos, que están creciendo, y pensar: ¡qué bello! Es el tiempo para mirar nuestra casa, los amigos que hospedamos, la comunidad que nos rodea, y pensar: ¡qué buena cosa! Dios ha hecho así cuando ha creado el mundo. Y continuamente hace así, porque Dios crea siempre, ¡también en este momento!”
El Papa resaltó que “el
tiempo de la fiesta es sagrado porque Dios habita en modo especial. La Eucaristía dominical lleva a la fiesta toda la gracia de Jesucristo: su presencia, su amor, su sacrificio, su hacerse comunidad, su estar con nosotros… Y es así, como cada realidad recibe su sentido pleno: el trabajo, la familia, las alegrías y los cansancios de cada día, también el sufrimiento y la muerte; todo se trasfigura por la gracia de Cristo”.
Tras resaltar la importancia del sacrificio por amor que muchas veces los padres hacen para que los hijos vivan la fiesta, el Papa dijo que también en el ambiente de trabajo “a veces - ¡sin faltar a los deberes! - nosotros sabemos ‘filtrar’ alguna chispa de fiesta: un cumpleaños, un
matrimonio, un nuevo nacimiento, como también una despedida o una nueva llegada…, es importante. Es importante hacer fiesta.
Son momentos de familiaridad en el engranaje de la máquina productiva: ¡nos hace bien!”
El Pontífice dijo luego que “
nosotros no debemos ser nunca esclavos del trabajo, sino ‘señores’. Hay un mandamiento para esto, un mandamiento que se aplica a todos, ¡ninguno es excluido! Y en cambio sabemos que hay millones de hombres y mujeres, e incluso ¡niños esclavos del trabajo! En este tiempo existen esclavos ¡Son explotados, esclavos del trabajo y esto es en contra de Dios y en contra de la dignidad de la persona humana!”
“La obsesión por el beneficio económico y el eficientismo de la técnica amenaza los ritmos humanos de la
vida, porque la vida tiene sus ritmos humanos”.
Sobre el tiempo de reposo, especialmente los domingos, el Papa resaltó que “
está destinado a nosotros para que podamos gozar de aquello que no se produce y no se consume, no se compra y no se vende. Y por el contrario vemos que la ideología de la ganancia y del consumo quiere devorar también la fiesta: y también ésta a veces se reduce a un ‘negocio’, un modo para ganar dinero y gastarlo”.
“La
codicia del consumir, que comporta el desperdicio, es un virus feo que, entre otros, nos hace estar más cansados que antes. Perjudica el verdadero trabajo, consume la vida. Los ritmos desregulados de la fiesta causan víctimas, a menudo jóvenes”.
El Santo Padre explicó que “la fiesta es un invento de Dios” y que Él mismo “nos enseña la importancia de dedicar un tiempo a contemplar y a gozar de lo que en el trabajo ha sido bien hecho. Hablo de trabajo, naturalmente, no sólo en el sentido del arte manual y de la profesión, sino en el sentido más amplio: cada acción con la cual nosotros los hombres y mujeres podemos colaborar a la obra creadora de Dios”.
“La fiesta –concluyó el Papa– es un valioso regalo de Dios; un valioso regalo que Dios ha hecho a la familia humana: ¡no la arruinemos! Gracias”.
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