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El pais africano afronta una nueva crisis humanitaria por culpa de la sequía
ANDREW HEAVENS CC
Etiopía, uno de los países más pobres del mundo, es también uno de los mayores beneficiarios de las ayudas concedidas por la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) que, en 2014, puso a disposición de la Iglesia local más de 1,2 millones de euros. Este año, la contribución de la fundación debería mantener las 13 diócesis de este país afectado por la hambruna, en la que más de 10 millones de etíopes se enfrentan a la muerte a causa de la sequía extrema que devasta a un territorio ya de por sí bastante sufrido.
El padre Haile Gabriel Meleku, vicesecretario general de la Conferencia Episcopal de Etiopía, alerta sobre las consecuencias de una sequía que causa estragos en el país: “La situación se agrava cada día de forma dramática. Las cifras no paran de aumentar. En este momento son ya 2 millones más de personas que llevan un mes en peligro de muerte, y esta cifra podría revisarse al alza”. Incluso los camellos están muriendo de sed.
La grave sequía que golpea al país provoca desplazamientos de la población que afectan a la asistencia escolar infantil y que pueden desencadenar conflictos locales. El nivel de gravedad varía según la zona del país, pero es Etiopía por completo quien sufre las consecuencias de la situación.
Debido a la desnutrición, indica el padre Haile, “muchos fieles ni siquiera tienen la fuerza suficiente para caminar tres o cuatro horas hasta la iglesia más cercana”. Sí, lo has leído bien. Hay fieles que para asistir a misa caminan cuatro horas bajo un sol abrasador, en un país con hambre y sed, uno de los más pobres del planeta…
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