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Ora todos los días muchas veces: "Jesús, María, os amo, salvad las almas".

El Corazón de Jesús se encuentra hoy Locamente Enamorado de vosotros en el Sagrario. ¡Y quiero correspondencia! (Anda, Vayamos prontamente al Sagrario que nos está llamando el mismo Dios).

ESTEMOS SIEMPRE A FAVOR DE NUESTRO PAPA FRANCISCO, ÉL PERTENECE A LA IGLESIA DE CRISTO, LO GUÍA EL ESPÍRITU SANTO.

Las cinco piedritas (son las cinco que se enseñan en los grupos de oración de Medjugorje y en la devoción a la Virgen de la Paz) son:

1- Orar con el corazón el Santo Rosario
2- La Eucaristía diaria
3- La confesión
4- Ayuno
5- Leer la Biblia.

REZA EL ROSARIO, Y EL MAL NO TE ALCANZARÁ...
"Hija, el rezo del Santo Rosario es el rezo preferido por Mí.
Es el arma que aleja al maligno. Es el arma que la Madre da a los hijos, para que se defiendan del mal."

-PADRE PÍO-

Madre querida acógeme en tu regazo, cúbreme con tu manto protector y con ese dulce cariño que nos tienes a tus hijos aleja de mí las trampas del enemigo, e intercede intensamente para impedir que sus astucias me hagan caer. A Ti me confío y en tu intercesión espero. Amén

Oración por los cristianos perseguidos

Padre nuestro, Padre misericordioso y lleno de amor, mira a tus hijos e hijas que a causa de la fe en tu Santo Nombre sufren persecución y discriminación en Irak, Siria, Kenia, Nigeria y tantos lugares del mundo.

Que tu Santo Espíritu les colme con su fuerza en los momentos más difíciles de perseverar en la fe.Que les haga capaces de perdonar a los que les oprimen.Que les llene de esperanza para que puedan vivir su fe con alegría y libertad. Que María, Auxiliadora y Reina de la Paz interceda por ellos y les guie por el camino de santidad.

Padre Celestial, que el ejemplo de nuestros hermanos perseguidos aumente nuestro compromiso cristiano, que nos haga más fervorosos y agradecidos por el don de la fe. Abre, Señor, nuestros corazones para que con generosidad sepamos llevarles el apoyo y mostrarles nuestra solidaridad. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

jueves, 18 de octubre de 2012

MENSAJE DE AMOR Y ESPERANZA GRAN MENSAJE DE AMOR Y ESPERANZA



 Una edificante religiosa, ya anciana, que permaneció en el anonimato, nos cuenta que en 1967 murió su única hermana lejos de ella, causándole gran tristeza. Al día siguiente, 20 de Julio, estando recogida en su celda:
“Comencé a escuchar en lo íntimo de mi alma su voz clara y distinta. Llamándome por mi nombre decía:
-Soy yo, no llores. Estoy bien. ¿Pero por qué lloras? No puedes verme, pero soy yo. No llores por mí.
Por obediencia a su director espiritual, también anónimo, fue anotando diariamente en un manuscrito de más de 450 páginas todas las manifestaciones sobrenaturales y locuciones de su hermana, de la Virgen, también de Jesús, que duraron desde Julio de 1967 hasta los primeros meses de 1970, y después, con largos intervalos, hasta 1974. Ponemos a continuación un extracto de tales revelaciones.
- ¿Pero eres tú? – preguntó la religiosa a su hermana difunta.
- Sí, sí, soy yo, pero tú no puedes verme. Soy un alma feliz. He pedido al Señor la gracia de estar junto a ti, de enseñarte. Soy yo, no dudes, te daré una señal. Jesús quiere mucho a nuestra familia por el esfuerzo común que se hace por serles fieles. ¡Misericordia divina! He encontrado más Misericordia que Justicia. Para Dios sólo cuenta nuestro esfuerzo. Estoy en un lugar de delicias.
-¿Es el Cielo?
- No, todavía no. Pero gozo. ¡Qué será después el Cielo! Gozo porque sufro, y sufro porque gozo, cuanto más gozo más sufro, y cuanto más sufro más gozo. Te entristece que la parálisis me dejó sin habla. Tal fue la voluntad de Dios, porque me hubiera traicionado contando las maravillas de amor que acompañaron mi viaje a la eternidad. No hubiera podido callar tantas cosas, ya que veía los cielos abiertos sobre mí. ¿La muerte? ¿Los dolores físicos? ¿La agonía? No tienes que tener miedo, yo los he experimentado. Ten confianza; Jesús, la Virgen, los ángeles, yo. Para quien muere de amor no hay pena en la muerte, sino alegría anticipada. Al fin se abren los cielos que tantas veces hemos contemplado suspirando, y aparece la gloria de Dios y de sus ángeles. La muerte. Qué mala cara se pone a la querida hermana muerte. El perro atado, apenas lo sueltas, te salta encima y te hace mil caricias para testimoniarte su alegría por la libertad recuperada. Debemos aprender de estas criaturas irracionales a recibir con agrado a nuestra gran libertadora. ¿No es justo que haya una recompensa después de tantas tribulaciones, un salario después de una jornada de trabajo, un domingo después del sábado? ¡Mil veces bendita nuestra hermana Muerte! No se la debe contemplar como espectro nocturno con la guadaña en la mano, sino como a quien amablemente se te acerca despacio y te susurra al oído: “Levántate amiga mía, y ven. El invierno ha pasado, ya canta la tórtola y los campos están esmaltados con las más bellas flores. Ven. Vamos a hacer ramos con ellas”. ¡Oh el primer encuentro de Jesús con el alma! ¡Querría volver a morir para experimentar toda su dulzura! ¡Despiértate! ¡Alaba a Dios! Yo cada día estoy más luminosa… Soy la mayor pecadora con quien el Señor ha tenido infinita misericordia. Como el grano de trigo he sido triturada aquí abajo por el dolor, y como el oro probada en el crisol para que saliese oro fino, a fin de poder comunicarme con vosotros dos (la religiosa y su hermano). Estoy más cerca de Dios que tú de ti misma; porque vivo en Dios. Alabemos al Señor. ¿Aún dudas respecto a mí? Piensa un poco. ¿Podrá un alma condenada venir a decirte: “Alabemos al Señor”, cuando durante toda la eternidad no hará más que odiarlo? Soy cada vez más feliz. Estoy radiante de eterna juventud. Brillo como una estrella.
-¿En el Cielo?
- No. Pero ya falta poco, gracias a las Misas Gregorianas.
- Entonces, ¿son tan eficaces estas Misas?
- Sí. Bastaría una sola Misa para hacer subir al Cielo, pero el Señor distribuye los méritos del Santo Sacrificio según las necesidades de la Iglesia.
- Dime, ¿qué encontraste a tu paso a la eternidad?
- Una infinita Misericordia, dos brazos amorosos y un Corazón palpitante de amor. Querría abrasarme de amor. Si me vieses… Soy un cáliz tres cuartas partes lleno de delicias. Tenía razón San Pablo cuando decía que ni ojo vio, ni oído oyó lo que Dios tiene preparado para sus elegidos. No lloréis por mí más que lágrimas de amor y agradecimiento a Dios… Tuve al Ángel de la Guarda junto a mí. Mi Purgatorio fue un purgatorio de deseo, lo que yo misma deseé hacer, y fue breve. Mis últimos sufrimientos y los vuestros me obtuvieron la entrada en el Paraíso inmediatamente después de mi muerte; pero si se te da entrada a un palacio de cristal resplandeciente, y te das cuenta que tienes aún polvo bajo los pies, buscas la alfombra fuera de la puerta para limpiarlos. Por eso me quedé en la antecámara, pero moría de amor, ese fue mi verdadero martirio. Prefería yo misma la espera de pocos días en el antepurgatorio, lo que me fue compensado con el encuentro allí con mamá, donde estaba retenida desde hacia tiempo. No sufría, pero todavía no había sido admitida a la visión beatífica de Dios. Esperaba a papá, que estaba acabando de embellecerse; y Jesús nos reunió en un mismo abrazo el 15 de Agosto.
(Es doctrina de los Santos que, ni aún permitiéndoselo Dios, querría un alma estar en el Cielo sin haberse antes purificado. Y se comprende).
El Señor le dijo a la religiosa:
- Tu solicitud, hija mía, no debe solamente extenderse a todas las almas que pueblan la tierra, sino que debe abrazar además a la inmensa muchedumbre de las almas del Purgatorio, cuyo número es más grande que las estrellas del cielo y que los granos de arena en la playa: almas que deberían estar ya en posesión de la gloria del Cielo y cantar alabanzas al Señor, pero que negligentes y despreocupadas han dejado transcurrir sus vidas en caprichos, como si la hora del rendimiento de cuentas no hubiera de llegar nunca. Tu sed de almas no sería completa si no se extendiese tu solicitud a ese océano de almas que están en espera de su liberación. La gloria de mi Padre lo reclama. Te he dicho que mis más acerbos dolores me vienen de las almas sacerdotales y religiosas de la tierra; pero esta pena se extiende también para esas mismas almas, y son numerosísimas, que, por múltiples gracias de su vocación, deberían estar ya en el Paraíso alabando a Dios. Ha cambiado en la Iglesia el modo de enseñar las más esenciales verdades de la fe. Poco o nada se habla hoy del Infierno, del Purgatorio y del Cielo, y estos lugares existen. La vida religiosa es un cuchillo de doble filo: vivida con empeño y amor, abre el Cielo; al contrario, aumenta las penas y tormentos. Muchas de esas almas están en el Purgatorio hace ya siglos, no días, ni meses, ni años. Algunas quedarán allí hasta el día del Juicio. ¡Con todo lo que Yo he hecho por vosotras, almas sacerdotales y religiosas, qué pena cuando debo alejaros por años del rostro de mi Padre! Para hablar un lenguaje accesible a ti, te diré que tengo “vergüenza” del fracaso de ciertas almas. Las mando al fuego del Purgatorio y les digo: Id ahora, recorred el mundo mendigando el rescate de estas llamas purificadoras, pues no os bastó mi Redención y mi Sangre. Así están destinadas a andar errantes pidiendo limosnas de oraciones a almas generosas y compasivas. Para estas almas consagradas la Divina Justicia es siempre más dura. ¡Oh, si se pudiera ver lo que se pierde, perdiendo mis gracias y dones! Estas almas son como hijos que a pesar de todos los sacrificios del padre para hacerlos estudiar, a fin de Curso llevan a casa suspenso. ¿Para qué todos mis dolores y mi Pasión? Esta tremenda advertencia quiero lanzar al mundo para esa particular categoría de almas. El fuego del Purgatorio no es de leña ni de carbón pero es mucho más fuerte que éstos. Ni siquiera el sol es de leña o carbón. Este fuego está destinado a consumir en el alma, con el deseo ardiente de poseer a Dios, toda culpa por mínima que sea, la más pequeña imperfección por ser tan grande la santidad de Dios. Si mis Santos y mis elegidos pudieran comunicar con los hombres de la tierra, les dirían que el fuego del Purgatorio es tormento tan grande que debe ser evitado a toda costa.
El 14 de Agosto la religiosa vio un globo de oro elevarse veloz hacia el Cielo y quedar fijo en lo alto. Su hermana le dijo:
- Estoy ya a la puerta, esperamos que venga la Reina.
Al día siguiente, Asunción de María Santísima, mientras oía Misa a las 10´30 escuchó a su hermana:
- En este momento he entrado en el Cielo con nuestra Reina y toda la Corte cantando Hosanna, los ángeles, los arcángeles y también con mamá y papá, y con mi amiga difunta. Estoy postrada a los pies de la Santísima Trinidad, abismada en este océano de delicias. ¡En el Cielo para toda la eternidad! ¿Te das cuenta? ¡Qué lugar ha preparado Dios para los que lo aman! También están conmigo nuestros hermanos difuntos y la sobrinita. Todos reunidos en un gozo eterno; todos resplandecientes con eterna juventud, no hay ninguno de nuestra familia en el Purgatorio, pero orad por tantas otras almas retenidas allí. Los afectos familiares, verdaderamente puros, son mil veces benditos por Dios. Han pasado los dolores y las penas de la tierra y mis lágrimas se han vuelto perlas en mi vestido. Escribe con letras de fuego la Misericordia del Señor y proclámalo a todas las gentes. ¡Cuánta Bondad, cuánta Misericordia ha usado el Señor con nosotros! Lo que debéis buscar es el Cielo. Aquí no se recuerda ya lo que fuimos, porque ahora somos como los ángeles de Dios. En el Cielo se cumplen todos nuestros deseos; los afectos están más consolidados. Somos todos en uno. Bajo nuestros pies, el suelo está sembrado de alegrías. Tengo un hermoso lugar en el Cielo.
-¿Por qué no te me apareces?- le preguntó la hermana.
-¿Aparecerme a ti? Morirías.
-¿Por qué?
- Porque no podrías resistir mi resplandor. Sería necesario que un serafín te tocase con un carbón encendido. Soy de una belleza inconcebible, porque estoy revestida de la Belleza misma de Dios, y por eso para verme será preciso que abandones tus despojos mortales. El Señor en otros elegidos ha glorificado en unos su humildad, en otros su caridad. En mí ha glorificado mi gran miseria, porque no le he presentado otra cosa, y se ha contentado con ella. Soy una de las estrellas más bellas en el firmamento de Dios, ¿sabes por qué? Porque ha sido infinita mi miseria. El Señor hace las cuentas en proporción inversa. Ninguno de nosotros puede crecer en gloria; cada cual ha alcanzado su altura. Todos nosotros somos estrellas en el firmamento de Dios, y jamás una estrella dirá a otra: “Soy más bella que tú”, porque cada uno tiene su medida plena y todos viven de la vida divina. Hay santos canonizados por la Iglesia y otros canonizados por boca de Jesús. Yo soy uno de éstos, y no soy menos bella ni menos amante que aquéllos. Todos somos servidores de Dios en el Cielo. Cada uno tiene su medida plena, colmada, rebosante. Todos son felices y ninguno envidia la suerte del otro. Si todos los hombres de la tierra pudiesen ver las delicias del Reino de los Cielos, la Humanidad entera, buenos y malos, desearían morir al instante para poseerlas. Si todos los hombres pudieran ver a lo que estamos destinados con nuestra inmortalidad, estoy segura que desaparecería el pecado de la faz de la Tierra. Aquí en el Cielo, cada momento es el comienzo de nuevas alegrías y de nuevas embriagueces. Mi día es un día sin fin, porque el sol nunca se pone en el Reino del Amor. Cada minuto Dios crea nuevos goces para sus elegidos. Di a todos que no malgasten los dones de Dios. ¡Si supierais qué es el Reino de los cielos, y lo que se pierde perdiéndolo! ¿No dice el Evangelio que se debería vender todo por comprar este campo?
- En el Cielo ¿tenéis presentes los grandes misterios de nuestra fe?
- Sí, vemos todo, y éstas son nuestras fiestas. Estoy en el Cielo, pero no intento permanecer inerte. Siempre he trabajado, y vuestra santificación la llevo en el corazón. Desde el Cielo quiero trabajar, quiero penetrar en el corazón de todos los hombres y encender en ellos una gran llama de amor. ¡El Amor no es amado!
-¿Qué lenguaje habláis en el Cielo?
- El lenguaje del amor que todos conocen muy bien.
- Dime: ¿El Cielo es un estado del alma en gracia o un lugar?
- Ambas cosas. Es el estado de gracia, que necesariamente debe adquirir antes de entrar en el otro, que es un Reino sin límites.
Jesús le añadió:
- Hay puestos para todos en mi Reino, y allí donde Yo estoy, deseo que estén todos los que el Padre ama, como Yo mismo amo al Padre. En mi Reino no se pone nunca el sol: allí es la eterna primavera y el completo descanso en Dios.
- En el Purgatorio – habla la difunta- La Santísima Virgen vino muchas veces a enjugar mis lágrimas, diciéndome: “Ánimo, hijita, sólo un poco y después la eternidad feliz”. Y Ella fue la que me acompañó a Jesús. Ama mucho a la Virgen. Amad sin medida a la Virgen, pues también es sin medida el amor de María por vuestras almas. ¡Oh, la graciosísima sonrisa de nuestra Reina! Cuando sonríe rayos luminosos emanan de Ella e irradian la tierra. No hay pena, no hay lágrimas que Ella no recoja con su piadosísima mano para presentarlas al dulce Jesús. La Virgen es la sonrisa eterna del Padre Celestial que la contempla sin cesar, como admirando su obra. Al Paraíso le faltaría la luz más bella si no estuviese la Virgen. Sin Ella se contemplaría un sol en pleno mediodía (la Santísima Trinidad), pero ésta es una luz demasiado fuerte y deslumbrante. No existiría la tenue luz del alba, precursora de grandes esperanzas, ni la rosada del ocaso. Sería más exacto decir que María fue arrebatada, en vez de asunta al Cielo. Para cada uno de nosotros María es la Madre amantísima, y para cada uno su verdadera Madre, sin distinciones ni preferencias. ¡Tiene para todos un Corazón pleno de tanta bondad y ternura! Es la imagen perfectísima de Jesús, y estos dos Corazones no forman más que uno sólo. El Señor acabará por tener piedad de este pobre mundo porque está por medio la Virgen, que incesantemente suplica y ruega junto con todos los elegidos. Si el mundo se salva será únicamente por la Virgen, por su ternura maternal. Es la Santísima Virgen la que detiene todavía el castigo. Si por un momento dejara de interceder por sus elegidos, el mundo no existiría más. ¡Comprended qué Madre es María! (7 – IX – 1967).
- El timón de la barca de San Pedro – le dice la Virgen – está en mis manos, porque Yo, María, soy la Madre de la Iglesia y a Mí me corresponde tomar bajo mi cuidado la grey de mi amado Hijo. Hija mía cuando el tentador quiera atormentarte, responderás que María, Madre de la Iglesia, te protege. Y bajo este nuevo título me invocarás de ahora en adelante, ya que a la Iglesia has hecho el don de ti misma. Este diamante lo ha añadido a mi corona el Papa Pablo VI, me faltaba y le estoy agradecida.
-¡Cuánta fe necesitó mi Madre – habla Jesús – para reconocer en aquel pequeño envoltorio rosado de un niño recién nacido, a su verdadero Dios y a su verdadero Hijo!
- Debes creerme – añade Jesús – como suena, hija mía: ¡tengo necesidad de amor! Como un hambriento necesita pan, y un sediento agua, Yo tengo necesidad de amor. Este es mi más ardiente deseo; penetrar en vuestras almas, estar junto a vosotros en cada momento del día y de la noche, compartir alegrías y dolores, llegar y gozar juntos, conllevar vuestro peso y hacerme vuestro Cirineo, sentarme en la mesa con vosotros para comer juntos el pan de vuestros sudores: en resumen, vivir emparejado con cada criatura. No os debéis sentir solos y abandonados, porque ninguno está jamás sólo y abandonado de Mi. ¿Por qué el hombre no se acuerda de Mí y no recurre a Mí en sus necesidades? ¿Olvida lo que he hecho por él? ¡Cuánta tristeza siente mi Corazón hecho de carne, al verme tan alejado y despreciado por mis hermanos!. Acudo a ti, querida hija, para que hagas resonar en el mundo este mi gran dolor. Alza la voz y di a toda la Humanidad que Dios está a la puerta y llama, pidiendo entrar. ¡Dejadlo pasar! Él trae vida, esperanza, amor y bienes jamás conocidos. Trae esa paz que tan ávidamente buscáis en el mundo, pero que el mundo nunca sabrá daros; y la trae en abundancia. Dejadme participar en vuestra vida, estar junto a la cuna del niño mientras la madre está en la cocina y el padre en el trabajo; junto al obrero en la fábrica, junto a los abogados, a los médicos, a los profesionales; junto a los ancianos que solos y abandonados de sus seres más queridos, enjugan sus lágrimas y comen el pan amargo de la soledad. Estar al lado de los jóvenes para calmar el bullir de sus pasiones y hacer florecer las flores más bellas de pureza y de generosidad. Finalmente, no al lado sino dentro, y más dentro que nunca, del corazón del alma consagrada, sacerdotes, religiosos o religiosas, para vivir juntos cada momento de su existencia terrena y convertirla en un preludio de la eternidad feliz, que les está preparada. Yo, que soy tu Dios, tu Creador, el Omnipotente, tengo necesidad de amor. Asombrada me dirás: ¿Es posible? Necesito todo el amor que se me niega, por eso hay que redoblar el amor. ¿Qué dios está más cercano a sus criaturas que Yo? ¿Y cómo nunca me veis… no me oís… no advertís mi presencia? Paso en silencio en medio de vosotros, es verdad, pero ante mi presencia se agitan la aguas y todo lo arrolla, se conmueven los cielos y truena el huracán… y vosotros no os percatáis de que Yo paso. Paso buscando, pidiendo, avisando, suplicando. ¡Paso buscando el amor! Estoy siempre en medio de vosotros, en el aire que respiráis, en el agua que bebéis y en el pan que coméis, en la obra grandiosa de la Creación que no cesa jamás Estoy en medio de vosotros, vivo, verdadero, real, con el sacrificio perpetuo de la Cruz en la Eucaristía. Ni aún la misma Iglesia repara ya en mi presencia, porque si reparase en ella, no andarían así las cosas. No reparan en ella ni aún aquéllos, que, con el poder de su eterno sacerdocio me hacen bajar del Cielo. ¿No soy en realidad el Eterno repudiado, el Eterno incomprendido?
- Oh Jesús, ¿qué puedo hacer para consolarte?
- Amarme, amarme mucho. Todo lo demás es mío, los cielos, la tierra y cuanto contiene. Sólo el amor de mi criatura no es mío, y es lo que busco. Pueblo mío, te he amado con un amor incomprensible. Allí donde Yo estoy quiero que estén los hombres conmigo. Tú todavía no me conoces. Todos los días me siento a la mesa contigo, y comparto tu pan de alegría y de dolor; pero tú no sabes mirarme bien a la cara y fijar tus ojos llenos de lágrimas en mis ojos resplandecientes de amor. Estoy contigo, vivo contigo bajo el mismo techo. Soy el Amigo más fiel que pueda existir; y tú te vas lejos a confiar tus penas a un extraño que pronto te traicionará. ¿Conoces que todavía no me conoces? ¡Soy Jesús! ¡Basta llamarme, y Yo vengo! Vengo enseguida, y salvo y redimo lo que está perdido. Hasta si la propiedad ha sido vendida al extraño en un momento de locura, Yo la rescato de sus manos y os pongo de nuevo en posesión de vuestros bienes. Basta sólo llamarme: al alba, al mediodía, al atardecer, o aún tarde en la noche: Yo vengo enseguida y nunca me hago esperar. Pueblo mío, llámame por mi Nombre, llámame Jesús, porque lo dice todo. Y no es necesario que te pongas de rodillas ante Mí. Al contrario, soy Yo Quien te lava los pies como a Pedro y a los otros apóstoles. Y si me dices como él que no quieres, te responderé que no sabes lo que hago, pero que lo comprenderás más adelante. Te lavaré los pies, aquellos pies que han pisado un camino resbaladizo, y que ahora están llagados de los tropiezos contra las piedras. Yo te los limpiaré, te los curaré, te los besaré y tú quedarás sano y no conocerás ya otro camino que el que conduce a Mí. Pero, ¿por qué te obstinas en no mirarme a la cara y no quieres dejarte lavar los pies? Eres como un niño caprichoso que se obstina en no creer a Quien lo quiere bien. ¿No sabes que si no te lavo los pies no tendrás parte conmigo? Dime como Pedro: “Señor…” No, no me llames Señor. Dime: “Jesús, entonces no sólo los pies, sino también la cabeza y todo mi cuerpo con tal que yo tenga parte contigo”. El banquete está preparado, y faltan los invitados. Pero gritaré fuerte, y haré gritar a mis ángeles a los cuatro vientos; al Septentrión, al Mediodía, al Occidente y al Oriente, y reuniré a todos mis redimidos en torno a la mesa del banquete nupcial preparado por mis ángeles y aderezado con todo esmero; y habrá entonces un solo Reino, el Reino del Amor. Escribe querida hija mía, todo esto que te he dictado. Estas palabras serán dulces como la miel y suaves a la mente y al corazón de muchas almas. Más que a Santa Margarita María de Alacoque te he revelado mi dolor íntimo, sobre todo por las almas que me están consagradas. Y no menos que ellas toman parte en mis penas.
El impulso para la difusión universal de la devoción al Corazón de Jesús se debió a las revelaciones que de Él tuvo Santa Margarita María de Alacoque entre 1673 y 1675.
También en ellas el mensaje de Cristo es el mismo grito, reclamando el amor de los hombres, quejándose de su desprecio, y ofreciendo los tesoros de sus gracias. He aquí algunas de sus frases: “Mi divino Corazón tiene tal pasión de amor por los hombres, y por ti en particular, que no pudiendo contener en Ël las llamas de su ardiente caridad, es preciso que las difunda por tu medio, y que se manifieste a ellos para enriquecerlos con sus preciosos tesoros que Yo te descubro”.
Me hizo ver que el ardiente deseo que tenía de ser amado por los hombres y de apartarlos del camino de perdición por donde Satanás los precipitaba en tropel, le había hecho concebir el plan de manifestar su Corazón a los hombres con todos los tesoros de amor, de misericordia, de gracias, de santificación y de salud que contenía…Y que esta devoción era como un último esfuerzo de amor, que quería favorecer a los hombres en estos últimos tiempos con esta redención amorosa para apartarlos del imperio de Satanás, el cual pretende destruir para someterlos a la dulce libertad del imperio de su Amor, que quiere establecer en el corazón de todos los que quieran abrazar esta devoción: “He aquí este corazón que ha amado tanto a los hombres, que no ha perdonado nada hasta agotarse y consumirse para testimoniarle su amor, y en agradecimiento no recibe de la mayor parte más que ingratitudes, ya por sus irreverencias y sacrilegios, ya por la maldad y el desprecio que tienen por Él en este Sacramento de amor. Pero me duele aún más que se porten así corazones que me están consagrados”.
También a Gabriela Bossi había dicho Jesús: “Escribe: Yo querría que ya no tuvieran miedo de Mí, que mirasen mi Corazón lleno de amor, que hablasen conmigo como con un hermano querido. Para algunos soy un desconocido. Para otros, un extraño, un Maestro severo, un demandador de cuentas. Pocos vienen a Mí como a un familiar querido. Y mi amor aquí está esperando. Diles tú que vengan, que entren, que se entreguen tal y como son al Amor. Tal y como son. Yo los restauraré, los cambiaré. Tendrán una alegría que no conocen. Yo soy Quien únicamente la da. ¡Pero que vengan!. ¡Diles que vengan!…”
Sobre el futuro de la Iglesia, habló así Jesús a la religiosa que estamos mencionando el 23 – VIII – 1967:
- Se está preparando a la Iglesia y a las almas un nuevo Reino. Se entrará en ese Reino por la purificación y la limpieza de los escombros. Preparad al Señor un pueblo nuevo, un nuevo linaje, una generación santa. Proclamarán su Nombre los niños de pecho. La nueva Jerusalén terrestre será como el principio de la celeste. Antes de que el Señor abrase el mundo con el fuego de su ira, es necesario que los buenos enciendan en el corazón de sus hermanos el fuego del Amor. Por eso es urgente instruir a los hermanos, es una responsabilidad que incumbe a todos y este Mensaje a todos debería sacudir. Es la hora de la gran batalla. Quien tenga una espada que la desenvaine. Este mensaje es para todos y debería anunciarse desde el púlpito: los muertos hablan. Los ejércitos celestiales ya están desplegados en batalla prontos a responder al potente grito: “¿Quién como Dios?”. Como el polvo en las grandes tormentas, serán levantadas y arrojadas la almas lejos del rostro del Señor al fuego eterno. La hora es grave el peligro inminente. Sólo el amor puede salvar al mundo.
- Soy Dios – Amor – sigue hablando Jesús – Dios que salva lo que está perdido. La victoria será mía. Confundiré el mal con el bien, la perfidia con la bondad y el perdón. Olvidaré todo para comenzar todo desde el principio. Renovaré el mundo. Surgirá un mundo nuevo. Pero antes que el mundo, renovaré la Iglesia y mis ministros, mis almas consagradas, mis esposas. Daré a la Iglesia un rostro nuevo, fresco, juvenil, Vestirá vestidos nupciales, la adornaré con piedras preciosas y avanzará bella y vigorizada por el camino de los siglos. Serán su comitiva mis ministros, ornamento indiscutible de verdad y de fe, y mis verdaderas esposas, castas y modestas la Nueva Jerusalén cantará el himno de liberación como en los tiempos del Antiguo Testamento. Pero, hija mía, todo esto es tan deseable como difícil, porque he criado al hombre libre, y necesito de la cooperación de los buenos para renovar el mundo. Un poco más de fe bastaría para volver a encender el amor que todo lo puede. Estoy pronto a perdonar todo a cambio de un latido de amor. Este es el tiempo en que la caridad se ha enfriado en el mundo. Y también el tiempo de renovación. Así como después de un borrascoso invierno la dulce y suave primavera aparece para despertar los seres dormidos, todo lo criado se despertará al nuevo soplo de vida que le hará salir del letargo de un mundo viejo. Nuevas generaciones, nueva la Iglesia en su más exuberante reflorecimiento de una eterna juventud en la perenne caridad de su Fundador. Todo un mundo nuevo de paz, de concordia y amor como alabanza perenne a Dios. Tal será el mundo renovado con el sacrificio de los dolores agudos del parto. Estamos en los primeros albores de una nueva resurrección. ¡Movilizad las fuerzas de la Iglesia! Nace sobre el mundo una aurora, es como el nacimiento de un nuevo día. En el mundo moderno se repite mi Pasión: Aunque todos mis sacerdotes me abandonan, como me quedé sólo con Juan en el Calvario, Yo renovaré el mundo. La renovación será como una nueva creación, y entonces muchos creerán en Mí. De tanto mal sacaré tanto bien. Ahora vosotros gemís como una madre en los dolores del parto. Llora y se entristece la Iglesia toda, ante tantas luchas, tanto desorden que pesa sobre la Humanidad, pero cuando el mundo sea renovado por el dolor y el sufrimiento, entonces vuestro llanto se convertirá en gran alegría. Será este el nuevo día, la nueva época en que finalmente sustituirá al odio el amor, y los hombres verdaderamente se volverán hermanos entre sí y en mi Nombre. El Buen Pastor vela sobre su grey y sus ovejas escucharán su voz, y habrá un solo rebaño bajo un solo Pastor. Cuando todo parece perdido, entonces todo está ganado Así como mis apóstoles fueron mensajeros de la Buena Nueva después de haber sufrido mucho por Mí, igualmente esta generación que sufre y está agobiada será la semilla fecunda de una nueva vida que se prepara para el mundo. Mandaré al Espíritu Santo para renovar la faz de la tierra, y será como un nuevo Pentecostés. De mi Corazón partirá la gran luz para iluminar a todos los pueblos cegados en la sombra del pecado y de la muerte. Como de una roca abierta en la montaña brota un impetuoso manantial de agua siempre limpia y fresca así de mi Corazón siempre abierto brota el amor para los hombres.
La hermana difunta siguió hablándole a la religiosa diciéndole:
- Hay que hablar a los hombres de la Misericordia del Corazón divino. La Justicia es una consecuencia. Toda persona equilibrada comprende que por fuerza tiene que existir una Justicia. Pero lo que no se conoce o se conoce mal, es la Gran Misericordia e infinita Bondad de Dios. Se peca más por ignorancia que por malicia. Es preciso enseñar a los hermanos y ganar almas para Jesús. Mostrad a los hermanos el verdadero Rostro de Cristo, el Ecce Homo. El Rostro de Cristo que hay que presentar a los hermanos es aquel que con la mirada fija en los Cielos, clavado en la Cruz, clama: “Padre, perdónalos, que no saben lo que hacen”, y después, cuando inclinando la cabeza expiró. Alli está todo el Cristo en su inmenso amor y en su inmenso dolor. ¡No hay amor más grande que dar la vida por aquéllos que se ama! El Señor está ansioso por derramar sobre el mundo las cataratas de su Misericordia, pero el mundo no está dispuesto a recibirlas. ¡Es preciso que el mundo se disponga a recibir el Gran Mensaje de Amor!
A continuación le habló Jesús:
- Quiero por tu medio recordar a los hombres mi pacto de hermandad y de amor. Soy José vuestro hermano. No tengáis miedo. Soy aquél que habéis vendido al extranjero. Mis vestidos están rojos de la sangre vertida por todos vosotros; pero venid a Mí, no temáis. He olvidado todo; no guardo rencor. Sólo el Amor vence, con tal que volváis a Mí; no quiero otra cosa. Necesito teneros conmigo a todos. Os haré gobernadores y príncipes de mi Reino; os abriré a todos los graneros del Faraón, y no habrá ya más hambre sobre la tierra. ¡Únicamente acordáos de volver a mi Corazón! Ha llegado la hora de manifestar al mundo la angustia de mi Corazón. Quiero establecer en el mundo un Reino nuevo: el Reino de la gran Misericordia, de aquella Misericordia que todo lo comprende, que todo lo excusa y que todo lo perdona; que no guarda el más remoto recuerdo de cualquiera que sean las culpas y los pecados que gravan las conciencias humanas de los pueblos y de las naciones. Que nadie tenga miedo de acercarse a Mí, de buscarme y sobre todo de amarme. A todos prometo mi amistad y mi perdón, a cambio de un sincero latido de amor. No he muerto en la Cruz entre mil tormentos para poblar de almas el Infierno, sino de elegidos el Paraíso. Yo soy el que Es, siempre vivo, siempre presente, siempre activo en el corazón del hombre, como Compañero fiel que jamás traiciona ni abandona, y siempre dispuesto a tender mis brazos amorosos a mi criatura. Quiero ser presentado como el padre del hijo pródigo, que avejentado por el dolor de la ausencia del hijo, todas las tardes desde la terraza ansía su vuelta con un rayo de esperanza. Tengo necesidad de que el mundo sepa lo más pronto que Dios es inmutable, jamás cambia ni disminuye su eterno amor por los hombres. Necesito que el mundo sepa que a mi perdón no pongo límites, y que al hijo pródigo jamás le preguntaré de qué modo ha derrochado mi patrimonio, ni le pediré cuentas de sus crímenes. Cuanto más miserable y culpable es un alma, más derecho tiene a mi misericordia y a mi perdón. Son los derechos adquiridos por el hijo pródigo (arrepentido): derecho al banquete, al vestido nupcial y al anillo. Vencerá mi Misericordia, porque los hombres no permanecerán ya sordos a mi grito de amor. El amor es una flor del Paraíso. En aquel jardín de delicias esta bellísima flor perdió su fragante aroma. Fue manchado y sustituido por otro amor. Si Yo encuentro en un alma esta perfumada flor, vuelvo a ver en ella mi imagen y la hago igual a los ángeles. Dios habla siempre a los hombres en un modo o en otro, pero los hombres no saben captar la voz divina.
- Dime – preguntó la religiosa a su hermana difunta – ¿Qué debemos hacer para ganar el premio eterno?
-¡Amar! Solamente amar, pero mucho. Instruid, enseñad, hablad, actuad. No tengáis miedo. Dios está con vosotros si vosotros estáis con Dios. El amor no admite el temor. Después, caridad activa. No basta predicar el amor, es necesario hacer vivir este amor activo. Se resistirá a la palabra, pero no se resistirá al ejemplo, que es siempre contagioso. Guerra al propio egoísmo, al propio bienestar individual. Saber dividir la capa aunque sea pequeña, y aún sólo una. Abrid generosamente los brazos al hermano, ¡y son tantos los hermanos necesitados! No es difícil a ninguna alma de buena voluntad comprender que sólo la vuelta a Dios puede salvaros de hundiros. El hecho es que cada uno espera que el otro lo haga y nadie hace nada. Pero lo repito, la hora es muy grave. Comenzad en la familia, en la comunidad, en la parroquia, en las asociaciones. Buscad a los pobres, a los abandonados. Hablad, ayudad, animad, apresuráos. El Señor quiere obras de caridad, la caridad es aquella hermosa flor del Paraíso nacida en el Corazón del Padre Celestial, cuando dio al mundo a su Unigénito: “El Verbo se encarnó… Dios es caridad”. La pureza de un alma está en relación con su caridad.
Jesús le dice:
- Quisiera que se supiese lo que te digo: Toda esa llamada caridad, no basta. No, no puede ser suficiente. No quiero obras de caridad que mantengan el corazón del hombre alejado del mío. Quiero amor, amor verdadero, sincero, desinteresado. Los Magos siguieron su estrella y no se extraviaron. Hay una estrella para toda alma. Felices aquellas que siguen su estrella y se dejan iluminar por su luz. Pruebo a las almas para ver si lo que recibo es oro puro, porque Yo me he dado por entero. El cumplimiento del propio deber es el éxtasis más bello de la vida.
- La tierra- dice la hermana religiosa a la difunta- no te ha dado más que zarzas y espinas.
- Demos gracias a Dios por ello, de lo contrario me hubiera apegado demasiado a las cosas pasajeras de este mundo. Valía la pena sufrir lo que he sufrido. No tengáis miedo de sufrir, porque no se pueden ni comparar los padecimientos de este mundo con la gloria que se manifestará en nosotros. De la vida terrena lo que vale para el Cielo son precisamente nuestros dolores y lágrimas. Te agradezco haberme animado. ¿Cuántas veces me dijiste que no hay suspiros de nuestro corazón que Jesús no tenga en cuenta? Tenías razón. No son las lágrimas de nuestros ojos lo que agrada al Señor, sino el fruto de nuestros corazones, es decir el amor. Jesús cuenta todas nuestras penas, nuestros dolores, nuestras lágrimas, las tentaciones superadas, con un acto de resignación y de confianza en Él, a todo eso le asigna gran cantidad de gloria. Mis lágrimas son ahora piedras preciosas en mi vestido.
-¿Ves, hija mía – le habla Jesús- cómo las almas reciben mal la cruz de la tribulación? Y no saben lo que me cuesta ver sufrir así a toda la Humanidad. Yo vertería toda mi Sangre por ahorrar a cada uno de vosotros lágrimas. Quisiera tomar sobre Mí la carga del dolor humano, y llevar Yo sólo su peso como lo hice entonces. Pero sin embargo, si se pudiese ver qué cantidad de gloria futura corresponde al dolor de aquí abajo, serían las mismas almas quienes me pedirían les mandase cruces y sufrimientos. Yo quiero llevar las almas al Reino de mi Padre y por eso las visito con el dolor. ¡Pero son tan pocas, aún entre las almas consagradas, las que profundizan este misterio! Yo soy el Amor, el Amor que quiere siempre dar. Pero ¿quién me comprende? ¡Son pocas las almas que comprenden mi Amor! Recoge los más pequeños sufrimientos, que se transformarán después en oro, y ofrécelos por tus grandes intenciones, y cuanto más pequeños son, Yo los hago más grandes. ¡Jamás una plegaria o una lágrima en favor de un alma será rechazada por Mí! Soy el Buen Pastor que recoge en torno de Sí la pequeña grey.
- No hay nada – le habla la hermana difunta- absolutamente nada, que pueda alejaros del amor de Dios. Son excusas banales decir: yo no puedo, no sé, no soy virtuoso como tal Santo o Santa. Excusas que pretenden excusar únicamente una mala voluntad, muy débil. Esto puede referirse mayormente a ciertas personas que no hacen el menor esfuerzo para tender a la perfección. El Señor acepta todo, incluído un esfuerzo mínimo, para transformarlo en amor. Él es Quien lo transforma. Sólo se requiere un poco de buena voluntad por parte de cada uno. Dios solamente quiere ser amado, el resto lo hace Él. Los efectos de la palabra de Dios son música suave para los oídos, luz, fuerza y energía para el alma.
- Hará el Señor nuevas todas las cosas- habla la hermana difunta- un nuevo sacerdocio, una vida religiosa nueva. Serán invertidos los valores humanos a los cuales se dedica hoy tanta atención. A la riqueza se opondrá una gran pobreza. A la inmoralidad de hoy se opondrá la competición que los hombres de la tierra harán con los espíritus celestiales por la pureza angélica. Todo resurgirá a una nueva vida.
- Hija mía – habla Jesús- la pena de las penas son los sacerdotes indignos, y son tantos, y se multiplica el número. Escribo para que se sepa, para que se lea. De cuántas dudas, de cuántos sofismas uno tras otro se va cubriendo mi Iglesia. Son mis ministros, los que quieren echar fuera la verdad y la fe. Y sólo no puedo salvar al mundo. Lo salvé sólo en el Calvario, derramando hasta la última gota de mi Sangre; pero ahora tengo atadas las manos, como delante de Pilatos. He hecho al hombre un gran regalo, la libertad, no puedo retirárselo, y el hombre abusa de mi regalo. Sufro, estoy solo, el mundo se ha alejado de Mí. El mundo de las almas ya no es mío. Esas almas que Yo he salvado con mi Sangre se han alejado de Mí. Tengo a mi Padre celestial, a mi Madre, a los Santos, los Ángeles, a los elegidos, ¿pero los hombres? Me haría de nuevo Niño para morir en el Calvario otra vez. Clavado en una Cruz, tremendamente sólo, todos me abandonaron salvo dos o tres almas fieles. Mi Iglesia naciente se ocultó… y así es en todos los tiempos, por falta de fe en Mí, en mis palabras. Tantos desertores de mis filas y por falta de fe. Cuántos fracasos entonces y ahora; todo por falta de fe. Si hubiera más fe en mi Iglesia, el dragón infernal no obtendría tantas victorias.
- El mundo entero – le dijo Jesús- será un inmenso brasero, algo que nunca se ha visto desde el principio del mundo, y los ángeles del Cielo se cubrirán los ojos con sus alas porque la Humanidad es ahora leña seca para el fuego. La Humanidad corre veloz a su gran purificación, hacia esa renovación que se hará no sin penas ni sin dolores. Parecerá hasta el triunfo completo del mal sobre el bien. Pero los pocos que queden fieles a mi palabra, formarán un nuevo núcleo, como Abraham, de verdaderos hijos de Dios. La lucha ha comenzado ya, e irá siempre acentuándose más hasta dejar en los mismos buenos poca confianza. Todo pareceré perdido. Se gritará fuerte: ¡Señor, sálvanos que perecemos! Y sólo entonces se acordarán los hombres que su ayuda está en el Señor. Pero para llegar aquí es necesario sufrir y llorar mucho, como el pueblo elegido antes de llegar a la Tierra Prometida. Las civilizaciones necesitan de cuando en cuando de renovación. La Historia está llena de ejemplos: demolidas las viejas, se construyen las nuevas, y éste es el caso de la presente civilización. La cizaña ha crecido en los jardines de la Iglesia, pero ahora la hora está mucho más cerca. Los pueblos fuertes demolerán a los débiles, todo derecho humano será atropellado. Sangre, fuego sobre la tierra: cosas nunca vistas desde la fundación del mundo. El cielo no tendrá más que los reflejos del fuego, no será azul, sino cargado del humo de los medios de destrucción. Habrá niebla sobre toda la tierra. La tierra estará envuelta en un manto negro.
-¡Señor, se diría el Apocalipsis!
- El tiempo del verdadero Apocalipsis está muy lejano, y será querido por Dios, mientras éste es querido y preparado por el hombre.
La Virgen le añade:
-¡Hija mía, ya no puedo más! Si la Humanidad supiera lo que se prepara, toda ella se pondría de rodillas implorando clemencia y perdón, deseosa de hacer penitencia. Grandes desórdenes mundiales… ¡Ruega hijita, ruega mucho!
La hermana difunta también le comunica:
- El diablo soporta mal el deseo del Señor de volcar en el mundo una catarata de más abundante Misericordia. Lucha tremenda entre él y Dios, parecerá el Anticristo, pero éste está aún muy lejos. Dios no va a destruir el mundo, sino a renovarlo (24 –3- 1968). Se oscurecerá el cielo. Caerán las estrellas sobre la tierra. La tierra será envuelta en un manto negro por días y noches. Pero no es todavía el fin del mundo, porque el Señor no pretende por el momento destruir su obra maestra. Será el símbolo de las tinieblas del entendimiento del hombre, y extenderá la oscuridad sobre toda la tierra hasta que los ateos, aquéllos que no creen en Dios, los constructores de los medios de destrucción, levanten ellos también los ojos hacia el cielo aturdidos y atónitos para implorar una ráfaga de luz. Después volverá a brillar el sol. No te digo que estas cosas se realizarán precisamente ahora (1968). Es todavía tiempo de misericordia, de perdón, y es necesario implorarlos con todas vuestras fuerzas (3 – 1- 1968). Es necesario evitar el merecido castigo. Dios es Bueno y Misericordioso. Recurrid y elevad incesantes plegarias a Aquél que todo lo puede cerca de Él. Toda la Humanidad está en un abismo. Pero ¿por qué no publicar ciertas cosas? Todos éstos son avisos de Dios. Nada en la vida del Universo y en la vida humana es una “casualidad”, sino que todo habla de amor. Mirad todo acontecimiento personal, social, con los ojos de la fe, porque todo es amor (es decir, todo lo que sucede en el mundo es querido o permitido por la Divina Providencia para sus fines siempre buenos para todos). Debemos despertar al mundo, para que caigan en la cuenta que está a punto de perecer; este mundo tan sumergido en la inmoralidad y en el pecado (esto se decía en 1968… ¿Qué se diría de ahora en 2011… con una homosexualidad practicante legalizada mediante hediondos matrimonios homosexuales, abortos asesinos legalizados, pornografía, pederastia practicante, divorcios, concubinatos, amancebamientos, promiscuidad sexual, etc. etc?…) y que sin embargo se encuentra a sus anchas así como está. Es preciso sacarlo de ahí, despertarlo de su sopor, de modo que pida ayuda al Señor. Debemos encender en el mundo un gran fuego, encender las candelas una a una, como se hace en la Vigilia Pascual, aprovechando la llama del Cirio, la verdadera Luz del mundo. El Mensaje. ¿Quieres saberlo sin horrorizarte? Se pronostican hambres, guerras, pestes, enfermedades, inundaciones, incendios, rapiñas, destrucciones, llanto, muerte… si no se vuelve a la fe de nuestros antepasados. Por el momento se diría que es la hora de Satanás. Los buenos están perplejos, angustiados. Os preguntáis con razón ¿cómo terminará esto? Pero Jesús ha vencido al mundo. Hombres de poca fe ¿por qué teméis? ¿No fue necesario que Cristo sufriese primero para entrar en su Gloria? Así es también necesario que venga esta gran purificación para separar los machos cabríos de los corderos, antes de que brille sobre la Iglesia y sobre el mundo nuevo, una luz deslumbradora que hará resplandecer la nueva Jerusalén en todo su fulgor. Este nuevo Reino será el Reino de la paz, del amor, de la concordia sobre la tierra, preludio de la bienaventuranza del Cielo. La venida del Reino de Dios estará basada en la caridad. Los hombres, en consecuencia, no podrán extraviarse más: pero primero la guerra, después la victoria. De todos los planetas, sólo la Tierra guarda la imagen de Dios: el hombre; los otros planetas no están habitados.
- Un día estas revelaciones serán reconocidas por la Iglesia – le anuncia su hermana- El Mensaje de Jesús al mundo será aceptado, ya lo verás, porque tendrá su testimonio de amor. Recuerda que en cuanto al Manuscrito no hay “derechos reservados” sino que todo será del dominio público. Las almas deberán poder beber hasta saciarse; y las abejas deben encontrar libre acceso a la corola de esta flor. Te he dicho que eres la pluma de Jesús, para transmitir al mundo su Mensaje de Amor, pero una vez que ya no se necesita la pluma, se aparta. No se dirá nunca: “¡Qué bella pluma!”, sino “¡Qué bellos pensamientos!”.
Y la Santísima Virgen también le dijo:
- No se pongan límites en manifestarlo al mundo entero. Hija mía, tú no sabes los prodigios que Jesús quiere obrar con su Mensaje de Amor.
Jesús le confirma:
- Te prometo que ninguna alma leerá este Manuscrito sin sentirse mejor y más cerca de mi divino Corazón. Deseo de este modo saciar tu sed de almas. Concederé a los que lo lean la gracia de la compunción y del retorno a Mí. Estas palabras mías producirán en las almas el afecto de una gran realidad, actualidad y conmoción. Te prometo grandes gracias para todos los que cooperen de uno u otro modo en dar a conocer mi Mensaje de Amor, cuyas copias se multiplicarán como las estrellas del cielo y los granos de arena, hasta el punto de que no se podrán contar. Yo podría hacer llegar mi Mensaje hasta los últimos confines de la tierra, mis ángeles serían los mensajeros, pero quiero vuestra cooperación. Aunque no es conveniente desear las revelaciones divinas, cuando son conocidas gratuitamente, es necesario inmediatamente consignarlas”.

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