(Confidencias del Señor al hermano Antonio de Sevilla)
No es bastante que en la sacristía haya un Crucifico y otro en el Altar, como debe ser, para que tengan presente mi SACRIFICIO ni tampoco que el color de los ornamentos y los símbolos de los mismos les hagan meditar en lo que van actualizar, porque no dedican ni un poco de tiempo para prepararse espiritualmente antes de comenzar la Santa Misa.
No, nada de eso les sirve de ayuda a muchos para tener ocasión de prepararse, y menos aun cuando en la sacristía o en el Altar no hay un Crucifico, adecuado y oportuno que les recuerde mi SACRIFICIO, porque en muchos de estos sitios lo han quitado, o es tan pequeño que no se ve o no se puede mirar, mucho salen sin mirarme.
Tampoco la Liturgia y simbología de los ornamentos que se ponen les estimula y menos cuando prescinden de ellos por el calor o la comodidad.
La vida que llevan algunos no les permite pararse un poco antes de ofrecer la Santa Misa y hacer un silencio u oración como preparación, tienen tantas ocupaciones que llegan corriendo, dicen la Misa en quince minutos, más o menos, y se van corriendo a otra cosa o a celebrar otra Misa. ¡Marta, Marta! (Lucas 10, 38-42). Ese activismo excesivo en mi Iglesia no es bueno, ni agrada al Padre.
También muchos de vosotros, pueblo mío, mis fieles, que aún acudís a oír o escuchar la Santa Misa, y digo OIR o ESCUCHAR porque poco hay que ver en la Santa Misa, un ciego la puede escuchar igual o mejor que un vidente, porque no es ningún espectáculo de distracción para este sentido de la vista, aunque ya los modernistas lo están presentando como un espectáculo, en el cual cuanto más participación y protagonismo tienen los fieles, se creen que por ello participan mejor y se entusiasman por la Santa Misa, de ahí viene esos movimientos de monitores y lectores, muchos sin preparación, con los que pocos se enteran de las Lecturas de la Palabra de Dios, y esos teatros que se hacen con las ofrendas del pan y vino, esas músicas y cantos movidos, y esos barullos que se forman al darse la paz, y esos paseos de algunos por el Presbiterio, en fin, que todo lo que hacen es distraer y desviar es espíritu de la oración, el silencio, la escucha y la atención en los distintos momentos y actos litúrgicos de la celebración Eucaristía.
La SANTA MISA no es un espectáculo como los del mundo, hijos míos, para distraer los sentidos y pasarlo bien, según el gusto personal de cada uno, ya sea el Sacerdote o los fieles, por tomarla así, dicen algunos: “¡Esta Misa no me gusta!, ¡esta misa sí me gusta!, ¡este Cura es más ligero, o este Cura es muy lento!”.
Todo ello y mucho más es provocado y consecuencia del PROTAGONISMO que los modernistas y protestantizados le han dado en la Santa Misa, tanto al Sacerdote como a los fieles; y la ignorancia del pueblo de lo que en la Santa Misa se ofrece, celebra y actualiza.
También os digo, hijos míos, que el VALOR PRINCIPAL e intrínseco de la Santa Misa es siempre el mismo, se cante o se rece, tenga el Sacerdote unos u otros ornamentos, la diga un Presbítero, un Obispo o el Papa, pues la Víctima y Oferente principal es JESUCRISTO, éste que os está hablando por este medio, hijos míos todos. Y por ello también, aunque el Sacerdote que la diga este en pecado, la Santa Misa es VALIDA (Concilio de Trento, Canon 12, Ds. 855), porque Soy Jesucristo, el que se ofrece al Padre en SACRIFICIO, como HOSTIA PURA Y Santa, agradable a Dios, y Soy Yo también el que por boca del Ministro digo las Palabras del Canon en la Consagración del pan y el vino, de forma que si la fórmula de mis Palabras no es correcta, no Soy Yo quien las dice, y en ese caso, no hay Consagración de pan y el vino, ni TRANSUSTANCIACION en mi Cuerpo y mi Sangre, por lo que esa “Misa” no sería válida ante Dios.
También os digo que si en la Santa MISA Católica y Apostólica se negase que ES MI SACRIFICIO ofrecido al Padre, aunque la fórmula del Canon fuese correcta, Yo Jesucristo, muerto y Resucitado, no Soy el que las pronuncia ni me hago Presente, pues sería una contradicción por mi parte, esa “Misa” no sería válida a los Ojos de Dios, por lo que no os comunicaría ninguna Gracia, escucharla y comer el pan y el vino que os den. Todo esto y más, lo sabe el enemigo de vuestras almas y mío. ¡Vigilad y orad!
Por ello, hijos míos, os vuelvo a recordar que os informéis bien de vuestra FE cristiana, Católica y Apostólica y sobre la Santa Misa, si creéis necesitarlo, pero no preguntéis ni pidáis información a los modernistas y protestantizado, porque os confundirán, hacedlo con Sacerdotes católicos, sencillos y piadosos, que sean humildes y quieran mucho a mi Madre y vuestra, que respeten la Tradición y el Dogma Católico; todavía quedan algunos en mi Iglesia, orad por ellos y cuidadlos en todas sus necesidades, son los verdaderos, que quedaran por servir a la Iglesia remanente en los eventos anunciados, y que se aproximan si pausas. Yo os digo estas cosas aquí, porque sé que muchos sólo tendréis esta información. ¡ORAD y MEDITAD con estas Confidencias, hijos míos, pues son un regalo del Cielo en estos días difíciles para la fe!
Sé que estáis muy agobiados y limitados muchos de vosotros, para vivir vuestra FE cristiana y Católica, para ir con frecuencia a Misa, para asistir a Grupos de oración y comunicaros con los hermanos que sienten esta misma llamada de mi Santa Madre y vuestra a la ORACION, la PENITENCIA y la REPARACION, pero pedídselo a ELLA de corazón todos los días y veréis como podréis llevar vuestra vida piadosa y santa con la Cruz de cada día, hijos míos, que no será más pesada de lo que podéis soportar, os lo aseguro Yo, JESUS, el Hombre de la Cruz, porque Yo llevo vuestra parte más pesada y difícil, porque estoy con cada uno de vosotros, y os dejo sólo con lo que sé que podéis, confiad en Mí, que Soy fiel, manso y humilde de Corazón y encontrareis vuestros alivio y descanso (Matero 11, 29-30).
Asistid a la Santa Misa todos los días si podéis, y llegad unos quince minutos antes o más, para que serenaros del barullo que tenéis en vuestra mente por los problemas de la vida, y poneros en mi Presencia ante el Sagrario, en silencio, hasta que vuestra mente se pare un poco de todo lo que trae, y si no se para frenadla vosotros tomando la palabra:
“¡Señor, aquí me tienes!
¡Gracias por permitirme estar aquí en tu Presencia!
¡Te quiero, te amo, te necesito, Señor mío y Dios mío!
¡Ten Misericordia de mí!”
Y así comenzareis vuestra oración personal cada uno a su manera, o con algún librito de oraciones o estampas, pero haced el OFRECIMEINTO DE LA SANTA MISA y vuestras PETICIONES, después en la Misa no sabéis si se harán o no, y cómo serán, tenéis que prepararos vuestra Misa, pero con la Iglesia, a ver si me entendéis, creo que sí, hijos míos, porque si no, no acabaría nunca aquí, pero seguiré estas comunicaciones y Confidencias en otro momento.
Os Bendigo a todos y os llevo en mi Sagrado Corazón y el Corazón Inmaculado de María, mi Paz os doy, mi Paz os dejo, no permitáis que nada ni nadie os la quite.
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