Manipulación de los argumentos.
Occidente está desarrollando una cultura de la muerte como derivación de la glorificación del hedonismo. Hay que hacer desaparecer todas las cosas que nos producen dolor y que no nos producen el placer inmediato que aspiramos. Por eso hacemos desaparecer una familia a través del divorcio; hacemos desaparecer un bebe a través del aborto; y llegamos al colmo de hacernos desaparecer a nosotros mismos porque nos molesta, no nos gusta como somos, perdemos independencia con la vejez o la enfermedad.
Y disfrazamos nuestros apetitos hedonistas ilimitados con frases huecas, manipuladoras, como morir con dignidad o no perder autonomía, o incluso hablamos de piedad por los que sufren.
ARGUMENTOS HABITUALES A FAVOR DE LA EUTANASIA O SUICIDIO ASISTIDO
Los siguientes argumentos a favor son los que se manejan más vulgarmente:
Tengo un derecho a disponer de mi propia vida, y puedo reivindicar la autonomía como parte integral de la dignidad humana y expresión de ésta.
Una vida que en determinadas condiciones es indigna, la imagen que proyecto ante los seres cercanos puede ser considerada como humillante e indigna.
¿Por qué aceptar una forma de existencia en circunstancias limitadísimas, sacrificando, en cierta forma, a parientes y amigos?
Así como se tiene un derecho a vivir con dignidad, ¿por qué no tener un derecho a morir dignamente?
No debe intentarse prolongar la vida cuando ésta no se pueda vivir, haciendo del paciente no un ser humano, sino un caso clínico interesante (como ocurre en los hospitales universitarios actualmente)
Podría institucionalizarse unos derechos no sólo del paciente terminal, sino de la familia en sí.
¿Es justo morir de un modo tan doloroso?
EL SUICIDIO ASISTIDO NO ES POR EL DOLOR
La afirmación fundamental detrás de los argumentos para el suicidio asistido o eutanasia es que me mayoría de los pacientes que lo desean están experimentando dolor físico insoportable.
Sólo el 22 por ciento de los pacientes que murieron entre 1998 y 2009 por el suicidio asistido en Oregón, uno de los tres estados, junto con Washington y Montana, donde es legal, argumentaron el dolor o el miedo de tener dolor, de acuerdo con sus médicos. De los siete pacientes que recibieron la eutanasia en Australia en el breve tiempo que fue legal en los 90, tres no reportaron ningún dolor, y el dolor de los otros cuatro se controló adecuadamente con medicamentos.
Los pacientes mismos dicen que el motivo principal no es escapar del dolor físico, sino la angustia psicológica, principalmente la depresión, la desesperanza y el miedo a la pérdida de autonomía y control.
Y esto lo han reconocido ya Holanda y Bélgica, los adelantados, que ahora aceptan como razones del suicidio el sufrimiento psicológico; hasta incluso se habla del dolor para la familia y no para el sujeto.
EL SUICIDIO ASISTIDO O EUTANASIA NO VA A MEJORAR NUESTRA CALIDAD DE VIDA
Un tercer error sobre el suicidio asistido o la eutanasia es que mejorará el último tramo de la vida para todos. Después de todo, la muerte afecta a todos, y legalizar el suicidio asistido permitiría a una persona evitar una muerte terriblemente dolorosa.
Pero el hecho es que, incluso en lugares donde el suicidio asistido es legal, muy pocas personas toman ventaja de ello.
En Oregon, entre 1998 y 2011, 596 pacientes usaron el suicidio asistido – alrededor de 0,2 por ciento de los pacientes moribundos en el Estado. En Holanda, dónde la eutanasia y el suicidio asistido por un médico es permitido por más de tres décadas, menos del 3 por ciento de las personas mueren por estos medios. E incluso si sumamos todos los pacientes moribundos que incluso vagamente manifiestan su interés en el suicidio asistido, equivale a menos del 10 por ciento. Para la gran mayoría de pacientes que mueren, que no tendrá ningún impacto en la mejora en el final de su vida.
¿Y quiénes son las personas con mayor probabilidad de ser abusados si se legaliza el suicidio asistido? Los pobres, con poca educación, los pacientes moribundos que representan una carga para sus familiares.
ES FALAZ EL CONSENTIMIENTO VOLUNTARIO
Un argumento predilecto de los propulsores de la eutanasia es que hay que dejar a las personas que libre y soberanamente puedan decidir si seguir con sus vidas o terminarlas, ante situaciones de mucho dolor y sufrimiento.
Esta posición parte de la base de considerar la autonomía de la persona para tomar decisiones siempre como total, o sea que la enfermedad, la vejez, o las condiciones psicosociales de la persona no le afectan de un modo tal, que desaparecidas esas circunstancias, el individuo tomaría la misma decisión de quitarse la vida.
Jeremy Prichard, un criminólogo de la Universidad de Tasmania ha dado una enérgica respuesta sobre el consentimiento voluntario. Duda de que muchas personas en la comunidad sean capaces de dar su consentimiento total y voluntario para acabar con sus vidas.
El autor sostiene que la creciente prevalencia de maltrato a personas mayores sugiere que las personas de edad pueden ser fácilmente manipuladas:
“Estos procedimientos pueden ser seguros para personas conectadas socialmente, económicamente independientes, con una gran autonomía y auto-eficacia”, escribe,
pero “las circunstancias pueden ser completamente diferentes para
-pacientes aislados con baja auto-eficacia,
-que representan una carga no deseada a sus cuidadores,
-y donde algunos de los cuales se beneficie económicamente de la muerte del paciente (aunque sólo sea en una reducción de la presión financiera)”.
A veces la petición de eutanasia puede ser verdadera, pero ha sido motivada por una presión sutil. Los cuidadores pueden fácilmente convencer a un paciente que la muerte es la mejor opción para todos.
EL SUICIDIO ASISTIDO NO PRODUCE UNA BUENA MUERTE
El error de concepción es que el suicidio asistido es una forma rápida, indolora y segura a morir. Pero nada en la medicina – ni siquiera sacar sangre – está exento de complicaciones. Resulta que muchas cosas pueden salir mal durante el suicidio asistido.
Los pacientes vomitan las pastillas que toman. No toman pastillas suficientes. Se despiertan en lugar de morir. Los pacientes que en el estudio holandés vomitaron los medicamentos son el 7 por ciento de los casos, y en el 15 por ciento de los casos, los pacientes no murieron o tomaron un tiempo muy largo en morir, horas, días incluso.
En el 18 por ciento de los casos, los médicos tuvieron que intervenir para seguir administrándoles medicamentos letales ellos mismos, convirtiendo el suicidio asistido por un médico en una eutanasia.
LA BUENA MUERTE ES MEJORAR LA ATENCIÓN
En lugar de tratar de legalizar el suicidio asistido, deberíamos centrar nuestras energías en lo que realmente importa: la mejora de la atención a los moribundos; garantizar que de todos los pacientes pueden hablar abiertamente con sus médicos y familiares acerca de sus deseos y tener acceso a paliativos de alta calidad o a hospicios, antes de que sufran procedimientos médicos innecesarios.
El atractivo del suicidio con asistencia médica se basa en una fantasía. El verdadero objetivo debería ser una buena muerte para todos los pacientes moribundos.
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