Decíamos ayer, que la Comisión encargada de dilucidar las apariciones de la
Virgen María en Medjugorje (Bosnia) se ha mostrado abrumadoramente mayoritaria a la veracidad de estos
hechos extraordinarios. Los franciscanos de
Medjugorje -ha sido la orden que, desde un primer momento, ha atendido a los peregrinos y a los propios videntes- han emitido
un comunicado que no se puede dejar de leer.
Observen que habla de la
Comisión creada por Benedicto XVI “
que ha trabajado durante tres años”. Así, en pasado. Es decir que el informe de la
Comisión Medjugorje ya ha sido elaborado. Entonces, ¿por qué no se publica? Pues porque no deja de ser un órgano asesor. Ahora
ese informe pasa a la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe.
Procesalmente, el Papa puede intervenir o no en el proceso. Y también procesalmente,
el dictamen de la Sagrada Congregación puede tener el alcance que se le quiera dar.
Ojo, a pesar de su indudable interés, el comunicado de la Fundación Centro Medjugorje, no me gusta. Verán, me recuerda aquel principio del mundo de la comunicación de que “quien centra el debate gana el debate”. Lo digo porque el Centro entra directamente en la famosa carta a los obispos norteamericanos y matiza todo lo matizable... algo que no han hecho los medios informativos que la han utilizado para concluir, sin encomendarse a nadie, que las apariciones de Medjugorje son falsas. Esto es, justo lo contrario de lo que había dicho la Comisión. Y entonces, ¿por qué la carta habla de que no se debe recibir a Iván? ¿Por qué laSanta Sede aún no se ha pronunciado cuando la Comisión ya ha concluido sus trabajos? Dicho de otra forma: ¿Para qué se creó la susodicha Comisión?
Y a todo esto, ¿cuál es la postura del Papa Bergoglio sobre Medjugorje? Pues para eso hay que dar marcha atrás, remontarnos a cuando era arzobispo de Buenos Aires, no Papa. El Papa Francisco actúa con exquisita prudencia, lo mismo que sus antecesores. Un Papa intenta -y hace bien- no desautorizar a sus colaboradores. Por ejemplo, Juan Pablo II también creía en las apariciones de Medjugorje, pero como el obispo de Mostar las negaba, él sólo se atrevió a decir, en privado: “¿Qué más tiene que hacer la Virgen para que creamos en sus mensajes?”. Públicamente no se pronunció.
Benedicto XVI también creía y fue más allá. Ante la actitud reticente del obispado de Mostar, del que depende la aldea bosnia, decidió que lo sentía muchísimo pero que elVaticano iba a crear una Comisión para dilucidar el carácter sobrenatural de las apariciones. En ello estamos.
Pues bien, volviendo al arzobispo Bergoglio, la prensa argentina dio en su día cuenta de cómo el entonces cardenal-arzobispo de Buenos Aires apoyó el viaje de uno de los videntes, Iván, a la Argentina, donde, por cierto, tuvo un gran éxito. Vamos, que la actitud de Bergoglio en Argentina respecto a Iván se distancia de la carta a los obispos norteamericanos para un acto similar en Estados Unidos.
Pueden verlo en los siguientes enlaces:
Si ahora comparan esa actitud del Pontífice cuando era obispo, con la de la famosa carta a los obispos norteamericanos, a lo mejor perciben diferentes “sensibilidades”, que diría donAlfredo Pérez Rubalcaba.
En plata: ¿qué pasará partir de ahora? No lo sé. El informe de la Comisión es abrumadoramente favorable a Medjugorje. Ahora bien, ese informe no tiene por qué hacerse público. Ahora pasa a manos de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, que preside el arzobispo Müller, citado en la carta. En el informe final, que podría ser de la propia Congregación, sin pasar por el Papa, la Iglesia, como siempre cuando se trata de hechos preternaturales, puede decir tres cosas:
1.- Las apariciones son ciertas.
2.- Las apariciones son falsas.
3.- No se pronuncia. Quien quiera rezar a Nuestra Señora de la Paz puede hacerlo con toda libertad, pero en calidad de devoción o creencia privadas.
Personalmente pienso que en esta tercera vía puede estar el peligro... porque hay muchos empeñados en negar, en censurar a María, y con este ‘no-pronunciamiento’ podrían seguir haciéndolo.
Para entendernos: aquí lo que estamos dilucidando es si censuramos a Santa María o no.
Eulogio López
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