Cuando Jesús está presente, todo es bueno y nada parece difícil; mas cuando Jesús está ausente, todo es duro. Cuando Jesús no habla dentro del alma, muy despreciable es la consolación; mas si Jesús habla una sola palabra, se siente gran consolación. Por ventura ¿no se levantó luego María Magdalena del lugar donde lloraba, cuando le dijo Marta: El Maestro está aquí y te llama? Bienaventurada la hora, cuando Jesús llama de las lágrimas al gozo del espíritu. ¡Cuán árido y duro eres sin Jesús! ¡Cuán necio y vano si codicias algo fuera de Jesús! ¿No es éste mayor daño que si perdieses todo el mundo?
¡Qué puede dar el mundo sin Jesús! Estar sin Jesús es grave infierno; estar con Jesús es dulce paraíso. Si Jesús estuviera contigo, ningún enemigo te podrá dañar. El que halla a Jesús halla un buen tesoro, y de verdad bueno sobre todo bien. Y el que pierde a Jesús pierde muy mucho, y más que si perdiese todo el mundo. Pobrísimo es el que vive sin Jesús, y riquísimo el que está bien con Jesús.
Grande arte es saber conversar con Jesús, y gran prudencia saber tener a Jesús. Sé humilde y pacífico, y Jesús será contigo. Si eres devoto y reposado permanecerá contigo Jesús. Presto puedes apartar de ti a Jesús y perder su gracia si te inclinas a las cosas exteriores. Si apartas de ti a Jesús, y le pierdes, ¿a dónde irás? ¿a quién buscarás por amigo? Sin amigo no puedes vivir contento; y si no fuere Jesús tu especialísimo amigo, estarás muy triste y desconsolado. Pues neciamente obras si en otro alguno confías o te alegras. Más se debe escoger tener todo el mundo contrario, que tener ofendido a Jesús. Pues sobre todos tus amigos sea Jesús amado especialmente.
Ámese a todos por amor de Jesús, y ámese a Jesús por sí mismo. Solo Jesucristo se debe amar singularísimamente, porque él solo es bueno, y fidelísimo más que todos los amigos. Por él y en él debes amar a los amigos y a los enemigos, y rogarle por todos para que te conozcan y te amen. Nunca desees ser alabado ni amado singularmente, porque eso sólo a Dios pertenece, que no tiene igual. Ni quieras que ninguno ocupe contigo su corazón, ni tú ocupes el tuyo con el de nadie; más sea sólo Jesús en ti y con todo hombre bueno.
Sé puro y libre en lo interior, sin apego a criatura alguna, porque te conviene tener para con Dios un corazón puro, si quieres descansar y ver cuán suave es el Señor. Y verdaderamente no llegarás a esto si no fueres prevenido y atraído por su gracia, para que dejadas y echadas de ti todas las cosas, seas unido solo con él solo. Pues cuando viene la gracia de Dios al hombre, entonces se hace poderoso para todo; y cuando esta gracia se retira, queda pobre y enfermo, y como desnudo y abandonado, sólo para el castigo. En este estado no debe el hombre desmayar, ni desesperar, sino estar constante en la voluntad de Dios, y sufrir con ánimo tranquilo todo lo que le aconteciere por la gloria de Jesucristo; porque después del invierno viene el verano, después de la noche vuelve el día, y pasada la tempestad llega la bonanza.
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