LÁGRIMAS DE JESÚS Y MARÍA
13 de Junio de 1995 - Salta, Argentina
Mensaje de Jesús.
El mundo nunca se preguntó, cuantas lágrimas derramé por
vosotros durante mi Pasión y cuantas y amargas lágrimas derramó mi Santa Madre,
para ayudar a la Redención, Yo les pido que honren cada lágrima que por
vosotros derramé en esas horas amargas, prometo al que las honre rezando todos
los días de su vida cinco Padrenuestros, cinco Avemarías y cinco Gloria.
1) Asistirle junto a mi Santísima Madre,
en la batalla final de su vida.
2) La conversión total de su alma.
3) Una verdadera contrición de sus
pecados.
4) En el día del juicio, perdonarlo para
que entre Conmigo en la Gloria.
ORACIONES BÁSICAS
Padre nuestro
Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la
tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras
ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes
caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Ave María
Dios te salve, María, llena eres de
gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito
es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por
nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, y por los siglos de
los siglos. Amén.
Credo de los Apóstoles
Creo en Dios Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.
Que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo; nació de Santa María
Virgen.
Padeció bajo el poder de Poncio Pilato; fue crucificado, muerto y sepultado.
Descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos.
Subió a los cielos; está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo.
La Santa Iglesia Católica; la comunión de los Santos.
El perdón de los pecados.
La resurrección de la carne.
La vida perdurable. Amén.
Salve
Dios te salve, Reina y Madre de
misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y
llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos
misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito
de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
V. Ruega por nosotros, santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
Acto de contrición
Pésame, Dios mío, y me arrepiento de
todo corazón de haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el
cielo que perdí. Pero mucho más me pesa, porque pecando ofendí a un Dios tan
bueno y tan grande como Vos. Antes querría haber muerto que haberos ofendido, y
propongo firmemente no pecar más y evitar todas las ocasiones próximas de
pecado. Amén.
Ángelus
Esta oración, que en su forma actual
ya se conocía en el s. XVI, nos recuerda el gran misterio de la Encarnación,
por el cual María fue elevada a la excelsa dignidad de Madre de Dios.
Se reza tres veces al día: al amanecer, al mediodía y al atardecer.
Se debe rezar de rodillas, excepto el Sábado por la tarde y el Domingo, que se
reza de pie, en recuerdo de la resurrección de Jesús.
V. El Ángel del Señor Anunció a María.
R. Y concibió por obra del Espíritu Santo.
Dios te salve, María...
V. He aquí la esclava del Señor.
R. Hágase en mí según tu palabra.
Dios te salve, María...
V. Y el Verbo se hizo carne.
R. Y habitó entre nosotros.
Dios te salve, María...
V. Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
Oremos:
Infunde, Señor, tu gracia en nuestras almas, a fin de que habiendo conocido por
la voz del Ángel el Misterio de la Encarnación de tu divino Hijo, podamos, por
los méritos de su Pasión y de su Cruz, alcanzar la gloria de la Resurrección.
Por Cristo, nuestro Señor. Amén.
Regina Coeli
Esta antífona, que data del s. X, se
reza durante el tiempo pascual en vez del Ángelus (siempre de pie)
V. Reina del Cielo, alégrate, aleluya.
R. Porque Aquel, a Quien mereciste llevar, aleluya.
V. Resucitó según dijo, aleluya.
R. Ruega por nosotros a Dios, aleluya.
V. Gózate y alégrate, Virgen María, aleluya.
R. Porque resucitó el Señor verdaderamente, aleluya.
Oremos:
Oh Dios, que has alegrado al mundo por la Resurrección de tu Hijo, Nuestro
Señor Jesucristo, concédenos, por la intercesión de su Madre, la Virgen María,
alcanzar los gozos de la Vida eterna. Por Cristo, nuestro Señor. Amén.
Espíritu Santo
Ven, Espíritu Santo, llena los
corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.
V. Envía, Señor, tu Espíritu y serán
creados.
R. Y renovarás la faz de la tierra.
Oremos. Dios, que has iluminado los
corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo, danos el gustar todo lo
recto según el mismo Espíritu y gozar siempre de su consuelo. Por Jesucristo
nuestro Señor. Amén.
Ángel de la Guarda
Ángel de Dios, que eres mi custodio,
ya que la soberana piedad me ha encomendado a ti, ilumíname, guárdame, rígeme y
gobiérname. Amén.
San Miguel Arcángel
San Miguel Arcángel, defiéndenos en la
batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial,
arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus
malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén.
Bendita sea tu pureza
Bendita sea tu pureza,
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea
en tan graciosa belleza.
A ti, celestial Princesa,
Virgen sagrada María,
yo te ofrezco en este día
alma, vida y corazón;
mírame con compasión,
no me dejes, Madre mía.
Acordaos (Memorare)
Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen
María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra
protección, implorando vuestro auxilio, haya sido desamparado. Animado por esta
confianza, a Vos acudo, oh Madre, Virgen de las vírgenes, y gimiendo bajo el
peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante Vos. Oh madre de Dios, no
desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.
ORACIONES DE LA MAÑANA
+ Por la señal de la Santa Cruz, + de
nuestro enemigos + líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo.
Señor y Dios mío, en quien creo, en
quien espero, a quien adoro y amo con todo mi corazón; te doy gracias por
haberme creado, redimido, hecho cristiano y por haberme conservado la vida en
esta noche.
Te ofrezco todos mis pensamientos,
palabras, obras y trabajos del presente día, a mayor honra y gloria tuya, en
penitencia por mis pecados y en sufragio de las almas del purgatorio.
Dame, Señor, tu gracia para que pueda
servirte fielmente en este día, y me vea libre de todo pecado y de todo mal.
Amén.
Padre nuestro...
Dios te salve, María...
Consagración al Sagrado Corazón
Oh Jesús mío, por medio del Corazón
Inmaculado de María Santísima, te ofrezco las oraciones, obras y trabajos del
presente día, para reparar las ofensas que se te hacen y por las demás intenciones
de tu Sagrado Corazón.
Oración a la Santísima Virgen
Oh Señora mía, oh Madre mía, yo me
ofrezco del todo a ti, y en prueba de mi filial afecto, te consagro en este
día, mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón, en una palabra, todo mi ser.
Ya que soy del todo tuyo, oh Madre de bondad, guárdame y defiéndeme como cosa y
posesión tuya. Amén.
A San José
Señor, que con inefable providencia te
has dignado escoger a San José para esposo de tu santísima Madre, haz que
así como le veneramos cual protector en la tierra, así sea él nuestro
intercesor en el cielo. Amén.
Al Ángel de la Guarda
Ángel de Dios, que eres mi custodio,
ya que la soberana piedad me ha encomendado a ti, ilumíname, guárdame, rígeme y
gobiérname en este día. Amén.
ORACIONES DE LA NOCHE
Señor y Dios mío, en quien creo, en
quien espero, a quien amo más que a todas las cosas, te doy gracias por haberme
creado, redimido, hecho cristiano y conservado en este día. Dame luz y gracia
para conocer mis pecados y arrepentirme de ellos.
Te adoro, Dios mío, postrado con
profunda humildad ante tu presencia soberana. Creo en ti, porque eres Verdad
infalible. Espero en ti, porque eres Bondad infinita, fiel a tus promesas. Te
amo con todo mi corazón, porque eres sumamente amable, y amo a mi prójimo como
a mí mismo por amor a ti.
Examen de conciencia
Es indispensable, para la vida normal
del cristiano, no descuidar, ni una noche, el examen de conciencia o revisión
del día.
Se puede hacer según el siguiente
orden:
A. Dar gracias a Dios por los beneficios
recibidos.
B. Pedir gracia para conocer los
pecados y detestarlos.
C. Examinar brevemente las faltas
cometidas durante el día, particularmente el defecto dominante.
D. Pedir perdón a Dios por dichas
faltas.
E. Proponer enmienda con su
gracia.
Oración de San Bernardo
Acordaos, oh piadosísima Virgen María,
que jamás se oyó decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección,
implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado
de Vos.
Animados con esta confianza, a Vos
también acudimos, oh Madre, Virgen de las vírgenes, y gimiendo bajo el peso de
nuestros pecados, nos atrevemos a comparecer ante vuestra presencia soberana.
Oh Madre de Dios, no despreciéis
nuestras súplicas, antes bien escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.
Al Ángel de la Guarda
Ángel de Dios, que eres mi custodio,
ya que la soberana piedad me ha encomendado a ti, ilumíname, guárdame, rígeme y
gobiérname en esta noche. Amén.
A San José
Glorioso San José, padre adoptivo de
Jesús y esposo de la bienaventurada Virgen María, te elijo, desde ahora y para
siempre, por mi particular patrono, por dueño y director de mi alma y de mi
cuerpo, de mis pensamientos, palabras y obras, de mi vida y de mi muerte. Te
suplico me recibas por servidor tuyo perpetuo, me asistas en todas mis
acciones, y me obtengas la inestimable gracia de vivir y morir como tú, en el
amor de Jesús y de María. Amén.
Himno de Completas
Disipa la densa noche,
oh Cristo, día y fulgor,
Tú que eres Luz de Luz,
de los justos resplandor.
Custódiame esta noche
con tu amor y con tu paz,
en ti hallemos el descanso,
dulces horas de solaz.
Si el sueño cierra los ojos,
te contemple el corazón;
proteja tu suave mano
a cuantos te aman, Señor.
Rechaza a nuestros rivales,
guárdanos, oh Defensor,
gobierna a todos los hombres
que tu Sangre redimió.
A ti, Cristo, Rey clemente,
y a ti, Padre Creador,
con el Espíritu Santo
se tribute siempre honor. Amén.
Oración conclusiva
Visita, Señor, esta habitación, y
aleja de ella las insidias del enemigo; que tus santos ángeles habiten en ella
y nos guarden en paz y que tu bendición esté siempre con nosotros. Por Cristo
nuestro Señor. Amén.
El Señor todo poderoso nos conceda una
noche serena y una muerte santa. Amén.
Gracias obtenidas por asistir a la
Santa Misa
1. La Misa es la continuación del
Calvario.
2. Cada Misa vale tanto como la vida,
sufrimientos y muerte de Nuestro Señor Jesucristo, ofrecidos en sacrificio.
3. La Santa Misa es el acto de
desagravio más poderoso para expiar los pecados.
4. A la hora de la muerte, el consuelo
más grande del alma consistirá de las Misas oídas en vida.
5. Cada Misa bien oída nos acompañará
hasta el Tribunal Divino, suplicando perdón.
6. En la Santa Misa, según el fervor
con que se asiste, se puede disminuir en grado mayor o menor, la pena temporal
debida por los pecados.
7. Al asistir devotamente a la Santa
Misa, se rinde el más grande homenaje a la Sagrada Humanidad de Nuestro Señor.
8. En la Santa Misa, Nuestro Señor
Jesucristo ofrece expiación y desagravio por muchas omisiones y negligencias
nuestras.
9. En la Santa Misa, Jesucristo
perdona los pecados veniales que todavía no se han confesado. Además se
disminuye el poder de Satanás sobre el alma.
10. Al asistir a la Santa Misa se
proporciona a las almas del Purgatorio, el alivio más grande que sea posible.
11. Una Misa bien oída durante la
vida, será de más provecho al alma, que muchas que se ofrecieran para su reposo
después de la muerte.
12. Por asistir a Misa, el alma se
preserva de peligros, desgracias y de calamidades, que de otro modo hubieran
sucedido. Además, se abrevia o reduce la duración de su Purgatorio.
13. Cada Misa bien oída obtiene para
el alma un grado más elevado de gloria en el Cielo.
14. En la Misa se recibe la bendición
del sacerdote que Nuestro Señor ratifica en el Cielo.
15. En la Misa se arrodilla entre una
multitud de los santos ángeles, que están presentes en actitud de profunda
reverencia, durante el sacrificio adorable de la Santa Eucaristía.
16. En la Santa Misa se reciben
bendiciones para todos los bienes y empresas temporales.
Oración por un enfermo, enseñada por la Reina de la Paz
El 22
de junio de 1985, la Virgen dictó a Jélena Vasilij esta oración por un enfermo.
A este propósito la Virgen ha dicho: "Queridos hijos: ¡La oración más
hermosa que podéis rezar por un enfermo es precisamente ésta!
La
Virgen ha añadido a Jélena que el mismo Jesús la ha aconsejado. Jesús quiere
que, durante el rezo de esta plegaria, tanto el enfermo como quien intercede
por él se abandonen con confianza en las manos de Dios.
(Recitad
tres veces el Gloria, antes de esta oración)
"Oh,
Dios mío, el enfermo que se encuentra ante Ti ha venido a exponerte su deseo,
pidiéndote lo que juzga ser para él la cosa más importante. Dios mío, infunde
Tú en su corazón este convencimiento: ¡Lo importante es que gocemos de salud en
el alma! ¡Que se cumpla en todo, Señor, sobre él tu santa voluntad! Si quieres
su curación, que se cure, pero si tu voluntad es otra, que siga llevando su
cruz.
También
te pido por cuantos intercedemos por él: purifica nuestros corazones para que
seamos dignos de transmitir, por nuestro medio, tu divina misericordia. Señor,
protégelo y alivia sus penas. Que se cumpla en él tu santa voluntad. Que sea
revelado por su medio tu Santo Nombre. Ayúdale a llevar con valentía su cruz."
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Oración
recomendada por la Santísima Virgen a los enfermos
Jesús
mío, sé que Tú me amas. Aquel a quien Tú amas está enfermo. Si es posible, pase
de mí este cáliz de sufrimiento. Pero añado yo también aquello que Tú dijiste
en el huerto de Getsemaní: "No se haga mi voluntad, sino la tuya".
Fortaléceme
y consuélame, Jesús mío. Madre nuestra, Virgen Santísima, Tú que curas a los
enfermos, ruega por mí ante tu Santo Hijo. Amén.
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