Domingo 23 de Septiembre de 1975
REVISAR DESDE NUEVAS BASES VUESTRA VIDA
Todo comandante de estado mayor, periódicamente reúne en torno a su mesa de trabajo a sus ayudantes.
Con ellos, mira, revisa y estudia los planes elaborados para la defensa y según la necesidad, también para el ataque
contra los que se consideran enemigos.
Estos planes son actualizados y reelaborados continuamente según el variar de
las situaciones de los pueblos.
Ahora bien, hijo, y con mayor cuidado deberían hacer otro tanto aquellos que, en Mi Iglesia y en mis iglesias, tienen el
deber preciso e irrenunciable de preparar el malparado ejército de mis soldados (todos los confirmados son mis
soldados) a la defensa de los ataques de sus enemigos espirituales: el demonio, el mundo, y las pasiones.
¡Y prepararlos
no sólo para la defensa sino también para el ataque!
La batalla que mis soldados deben combatir es la más importante, la más necesaria, la más urgente de todas las guerras
que se combaten en el mundo.
La más necesaria porque del éxito de esta batalla depende la vida o la muerte eterna.
La más urgente porque las fuerzas bien organizadas y bien dirigidas del Mal quieren el predominio sobre las fuerzas
del Bien y el prevalecer de éste sería determinante para el futuro de la Iglesia y del mundo.
La más importante, si no quieren sucumbir en el tiempo y en la eternidad.
Hijo, en un precedente coloquio, te he hablado con claridad de la gigantesca lucha que desde la creación del hombre,
está en acto en el mundo.
Los cristianos, influenciados y sugestionados, parece hayan perdido el sentido de su existencia, abatidos por la crisis de
fe, originada por la antisocial oleada materialista. Mal guiados, no bien adiestrados, son espantosamente arrastrados por
las fuerzas adversas del mal.
Urge poner la segur13 a la raíz y tener el valor de mirar a la cara la realidad si no se quiere ser sumergidos.
Remedios espirituales
— Señor, a mí me parece que hay tantas iniciativas y actividades en acción en tu Iglesia, precisamente para contener el
mal.
Hijo mío, no faltan actividades e iniciativas, estudios y encuentros; hasta demasiados hay de eso. Pero te he dicho que
urge poner la segur a la raíz, lo que quiere decir tener el valor de buscar las causas verdaderas de esta derrota del
mundo cristiano de hoy.
El Concilio ha indicado estas causas, pero poquísimos las han tomado en serio. La mayoría con diabólica insensatez,
han tomado el apunte para generar confusión y anarquía en Mi Cuerpo Místico, entre mis soldados, entre mis fieles.
Los remedios para eliminar las causas de tantos males espirituales no pueden ser sino espirituales.
Es obvio, los remedios os los he indicado con los luminosos ejemplos de mi vida, pasión y muerte.
El primer remedio, fundamental y seguro es una auténtica conversión.
Ninguno debe maravillarse, ni los fieles ni mucho menos los sacerdotes.
Comiencen mis sacerdotes a examinarse sobre su vida interior ¡cuánto encontrarán que deben rehacer!
Rehacerse a sí mismos para rehacer a los demás, santificarse a sí mismos para santificar a los demás; menos lecturas
inútiles y nocivas, menos televisión, menos espectáculos; más meditación y oración, más devoción a mi Madre y
Madre vuestra también, más vida eucarística.
Hijo, por muchos de mis sacerdotes soy tratado como un objeto, ni más ni menos que un objeto cualquiera. Sin
embargo Yo, Jesús Verbo Eterno de Dios, Dios como el Padre mío, estoy realmente presente en el Misterio del Amor,
en el Misterio de la Fe.
Saneamiento interior
Si mis sacerdotes tiene el valor de poner la mano en el arado para dar inicio a este saneamiento interior, Yo estaré con
ellos, Yo los ayudaré, los asistiré, los consolaré a fin de que no fallen en sus santos propósitos y grande será también
ayuda, la asistencia de mi Madre.
Desde aquí hijo mío, — dilo a tus hermanos sacerdotes — desde aquí se necesita iniciar la gran reforma para purificar
y sobrenaturalizar mi Iglesia en buena parte paganizada.
Para esto deberían mis sacerdotes encontrarse, para elaborar en hermandad de intentos, los planes de defensa personal y
social de mi Iglesia.
No teman: Yo estaré en medio de ellos. Entonces sí que les haré conocer mis caminos y mis pensamientos.
En estos
mis caminos los guiaré.
Dilo hijo mío, sin miedo, sin temor; arroja tu pequeña semilla y reza para que no caiga en terreno árido sino en terreno
fértil y fecundo.
Te bendigo. Ámame mucho.
13 Hacha grande para cortar el árbol de raíz
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