Canal: Starr – 30/8/12
Amados hijos habéis escuchado de boca de mi hijo,
“La paz les dejo, mi paz les doy, no como el mundo la da sino como Yo se lo doy. No se turben los corazones ni tengan miedo, han oído como Yo les he dicho voy y vengo a ustedes, si me amaran se alegrarían porque les he dicho que voy al Padre porque el Padre es más grande que yo”.
Hoy vuestro Padre, ese que mi hijo les dice es más grande que vosotros, viene a vosotros a traeros su paz. Deseo en este momento compartir con vosotros mi sentir, caminar junto a vosotros para que hablemos de la paz y si hemos de hablar de la paz que vuestras miradas se dirijan a Jesús, vuestro hermano y sientan vuestros corazones como arde su presencia y como el don del Espíritu Santo se derrama sobre vosotros, de manera tal que al hablar de paz recibáis mis palabras en un clima de perfecta paz.
Vive el hombre momentos plenos de tensión, muchos miedos y búsquedas insatisfechas pueblan sus almas, no encuentran un sentido a sus vidas en familia falta el dialogo, no hay verdadera amistad y no hay momentos de encuentro sino incomunicación, todas esas cosas alteran la paz y crean un vacío doloroso que no es fácil de llenar, no si el amor de vuestro Padre no está presente. El mundo necesita paz, los pueblos necesitan paz, las comunidades necesitan paz, pero ¿Qué paz es la que necesitáis? No es la paz de los hombres dan pues si el hombre vive en guerra consigo mismo no puede dar paz a nadie.
No precisáis la paz del engaño y la mentira sino que la paz que precisáis es la producida por la justicia y la dignidad de la vida de todos los hombres.
Cuando vuestro hermano Jesús pasaba de vuestro mundo al Padre les dejo su paz, es necesario que rescatéis la paz que el os dio, la paz de hermanos que se encuentran, que reconocen sus diferencias que perdonan y que se aman. La paz de Jesús es la paz que todos vosotros precisáis la que es un don de vuestro Padre y un verdadero regalo para el espíritu.
Hoy vuestro Padre os habla a vosotros que estáis inmersos en las comunidades, pues está cansado de vuestras acusaciones mutuas, está cansado de vuestras desconfianzas y de veros siempre a la defensiva, esa no es la vida de los que trabajan por el reino, vivir la paz en las comunidades sobretodo aquellas que están a mi servicio, es una necesidad urgente, no puede haber manipulaciones ni pisoteos de la dignidad entre sus miembros de aquellos que critican la violencia pero la fomentan, atacando a los que piensan diferente a lo que ellos consideran justo y verdadero. Para que halla paz en las comunidades no debéis reprimir vuestros sentimientos ni dar juicios sin fundamento, tampoco podéis desacreditar a vuestro hermano ni hacer cálculos para ver cuanto os beneficiará su amistad, tampoco debéis estar cerrados en egoísmos personales, pues los que trabajáis en mi Nombre muchas veces sentís un cansancio profundo, por tantas cosas que no marchan bien, pero ese cansancio en la armonía tiene el feliz reposo del espíritu que os da su paz, esa paz os hará asumir vuestras vidas y la de vuestros hermanos, con sus aflicciones, conflictos, dificultades pero sin miedo y con valor, debéis ser honestos y no poner nombre a la verdad, la verdad no tiene nombre terreno, no se llama Juan, ni se llama Pedro, ni Darío, ningún hombre tiene la verdad, la verdad se llama Yo Soy el que Soy, debéis asumir un compromiso profundo con vosotros mismos y con vuestros hermanos y con vuestro Padre en defensa de la paz sin actitudes que naveguen en dos aguas, pues la paz es misión vuestra debéis en las comunidades dar un fuerte grito que se escuche en todo el mundo de un NO a la guerra, un grito que penetre las montañas y llegue a las profundidades de los mares y los océanos, un grito que se escuche en los cielos, un grito en contra de la mentira, en contra de la agresión entre hermanos, en contra de la agresión entre maestros y discípulos, entre pueblos, debéis compartir como vivir la experiencia de la paz entre hermanos, compartir la palabra de Jesús que hoy viene a deciros junto a Mi, una vez más, que nos trae, que os trae y que os entrega para que podáis vivir en paz.
Decid conmigo hijos míos:
“Ven Espíritu Santo llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor, envía tu espíritu Señor para darnos nueva vida y renovar la faz de la tierra. Dios que has iluminado los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo, danos a gustar todo lo recto, según el mismo Espíritu y gozar siempre de su consuelo. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amen”.
Por lo demás que el Señor os conforte con su fuerza poderosa, revístanse de las armas que les ofrece Dios para que puedan resistir a las acechanzas del enemigo, porque nuestra lucha no es contra adversarios de carne y hueso, sino contra los poderes, contra las potestades que dominan este mundo de tinieblas, esta es la voz de vuestro hermano Pablo, si deseáis construir la paz leed sus cartas todas ellas os guiarán a la paz, pues vuestro hermano, durante mucho tiempo fue un hombre sin paz hasta la manifestación de mi Hijo en su vida, a partir de allí supo ser paz para él y para sus hermanos, el supo guiar a las comunidades y sacarlas de sus mares tumultuosos llevándolas a mi Presencia. Vosotros m
S comunidades seguid su mismo ejemplo pues el evangelio de la paz hoy os habla de la buena noticia de ser una comunidad unida al amor y en el entendimiento base de la paz, una paz que el mundo no les puede dar por eso hoy vuestro Padre y el hijo que son uno junto al Espíritu Santo, os traen la verdadera paz.
Ahora meditad mis palabras y decidme:
¿Hay paz verdadera dentro de vosotros?
¿En qué consiste vuestra paz?
¿Hay paz en las comunidades o vivís en guerra?
¿Hay paz en vuestras conciencias?
Y sobretodo ¿tenéis paz en la absoluta confianza de la Presencia de vuestro Padre en medio vuestro?
Si vuestra paz se funda en Dios podrá haber miles de problemas en vuestras vidas, en vuestros hogares, en vuestro trabajo pero no os desespera, no os sentís agobiados porque estáis con Dios. Yo os exhorto a vosotros miembros de mis comunidades a saludaros dándoos la paz es el saludo de los que creen en Mí, que la paz esté contigo, que la paz de Cristo resucitado esté contigo, es ese el saludo que hoy vuestro Padre os pide. Para que comencéis a anunciar desde ahora el evangelio de la paz, siendo paz vosotros y entre vosotros.
Vuestro Padre está cuando os dejáis abrazar por mi amor y mi amor es fuente de toda paz y justicia, mi amor os pacifica, mi amor os enaltece y mi amor os libera del yugo de la tristeza, el desanimo y la falta de confianza, mi paz es paz verdadera, mi paz se hace mostrando las llagas de mi Hijo, una paz que pasó por un proceso muy doloroso hasta el extremo de costar la vida, una paz que se cultivó en el amor, esa es la paz que os da vuestro Dios que la cruz de mi Hijo sea el punto de encuentro desde donde beberéis la paz, nunca os alejéis de mi amor, pues mi amor es comunión entre el Padre y sus hijos y vivid en la verdad pues es constructora de paz entre vosotros, miembros de mis comunidades.
Podéis pensar diferente, podéis tener diferentes opiniones y está bien, pues de esta manera os educáis unos a otros, de esa manera os edificáis como pueblo y os recreáis pero sin perder vuestra esencia que es divina, sin perder la felicidad ni la alegría, logrando ser un solo corazón, de manera que todos vosotros, podáis decir tomados de la mano,
Señor haz de mi un instrumento de tu paz que allí donde haya odio ponga yo amor,
Donde haya ofensa, perdón,
Donde haya discordia ponga yo unión,
Donde haya error, ponga yo verdad,
Donde haya duda, ponga fe,
Donde haya desesperación ponga yo esperanza,
Donde haya tinieblas ponga yo luz,
Donde haya tristeza ponga yo alegría,
Maestro que no busque yo tanto ser consolado como consolar,
Ser comprendido como comprender,
Ser amado como amar,
Porque dando es como se recibe,
Olvidando como se encuentra,
Perdonando como se es perdonado,
Muriendo como se resucita a la vida eterna”
Son palabras de vuestro hermano Francisco, tal vez si las dijerais tan a menudo como decís otras palabras no tan santas, la paz ya estaría en medio vuestro.
Os dejo mi paz, os doy mi paz. Vuestro Padre ha hablado.
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