Los mensajes de este capítulo son similares a los de la Salette y de Fátima y a otros mensajes y advertencias contemporáneos. Los signos más significativos de la intervención de Dios pueden ser resumidos como sigue:
1. El mundo pecador será purificado.
2. La Iglesia será renovada.
3. Habrá una era de paz y varias naciones se harán cristianas.
4. Este tiempo será el tiempo de María y del Espíritu Santo.
5. Tal vez la Iglesia proclame nuevos dogmas acerca de María.
El secreto del Divino Corazón
Una vez, en una visión, el Señor me mostró cómo la mayor parte del mundo se convertiría en un montón de ruinas. Vi ciudades y aldeas, y todo parecía como un bosque después de un incendio. No había signo de vida en ninguna parte. De repente apareció el Divino Salvador. Vi cómo caminaba entre las ennegrecidas ruinas. Levantó su mano derecha hacia el cielo, mientras su mano izquierda apuntaba al mundo. Yo le pregunté:
–Jesús mío, ¿qué estás haciendo entre estas ruinas?
Él me contestó:
–Estoy buscando un lugar para sembrar las semillas de la promesa de mi Padre celestial, pero todo está quemado y en ruinas.
Yo entendí que su mano derecha, levantada hacia el cielo, significaba el inminente castigo, mientras que su mano izquierda, apuntando hacia el mundo, representaba su prolongada misericordia.
Conforme yo veía la visión, un escrito aparecía arriba de la diestra de Jesús:
–Esto no sucederá, si mi pueblo se convierte. Por medio de la reparación el Padre celestial tendrá misericordia del mundo.
Entonces entendí uno de los secretos del Divino Corazón: muchos no podrían nacer, si viniera esta ruina total. Su Divino Corazón, infinitamente bueno, tenía pena de aquellas almas que por esto no tendrían la oportunidad de ganar la gloria eterna.
“Yo te digo otra vez”
Jesús me dijo:
–Yo te digo otra vez: “Ora, para que antes que lleguen la santa paz y la gran misericordia para el mundo, los pecadores se conviertan a Dios y acepten mi misericordia, enmendando sus vidas. De otro modo los que no se hayan convertido antes o durante este período de gracia, morirán eternamente. Ustedes, los justos, no deben tener miedo. Oren y confíen en el poder de la santa oración. Regocíjense porque han encontrado misericordia en mi Padre celestial. No tengan miedo, mejor regocíjense, porque mi Madre Inmaculada con su poder de Reina, llena de gracia, junto con las legiones celestiales de ángeles, aniquilará las fuerzas del infierno.
¿Por qué la paz viene tan lentamente?
Así me preguntó un sacerdote y yo recibí la siguiente respuesta de la Santísima Virgen:
–El período de la paz del mundo no está retrasado. El Padre celestial sólo quiere dar tiempo a los pecadores para que se conviertan y encuentren refugio en Dios. Muchos se convertirán, aún de entre los que ahora niegan la existencia de Dios. El mundo ha recibido la gracia por esta ampliación de tiempo antes del castigo, porque el Padre celestial ha recibido con agrado la reparación y los sacrificios de las almas víctimas a través de todo el mundo. Para aquellos que se conviertan antes, las puertas del infierno estarán cerradas y ellos no serán condenados. El poder de su conversión les impedirá caer en el pecado. La reparación tiene poder porque Yo estoy orando contigo y consolando a Dios tan seriamente ofendido. Hija mía, hasta tu respiración debería ser una plegaria de expiación ante Dios.
La furia de Satanás
La Santísima Virgen me dijo que la victoria decisiva, que acabará con las mentiras del mundo y abrirá el camino a la paz prometida, vendrá cuando Satanás haya ganado poder en todas partes, cuando él haya seducido a la mayoría de las almas, cuando en su soberbia que no tiene límites, él sienta que puede arruinar toda la creación de Dios, incluyendo a las almas, cuando la verdad, la fe y la luz sólo vivan en unas pocas almas, porque todas las indecisas se habrán puesto a su lado: entonces la victoria vendrá de repente e inesperadamente.
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