Queridos amigos y amigas:
Se acerca el final del año. Han pasado varios meses, muchos días, un montón de acontecimientos… La historia “cumple” un año más… Pero, ¿qué significa “cumplir”?
Cumplir no es solamente estar, pasar el tiempo. Se “cumple” cuando se hace aquello para lo que uno estaba allí, cuando se hace lo que se debe, cuando se realiza lo que convenía. Si esto es así, “cumplir” un año nuevo es algo más que dejar que los días pasen.
La palabra de Dios viene a iluminarnos. Y nos presenta una figura que ha “cumplido” con la vida: Simeón. Es un hombre mayor. Y siente que es la vida la que ha cumplido con él. Por eso ya no se aferra a la existencia, y le dice a Dios, con esas bellas palabras, que le lleve cuando quiera: “Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador…”.
Al final, cumplir con la vida es reconocer que la vida ya ha cumplido contigo, puesto que todo es gracia -gratis-. Te han regalado la existencia, las capacidades, las posibilidades… Se te ha dado conocer y creer en el Señor de la Vida… Y, desde ahí, se te invita a responder agradecido, dando a manos llenas lo que recibiste gratis.
Pero como la vida también es lucha, y a veces recibimos golpes, y hay “espadas que nos atraviesan el corazón”, para poder llegar a darse confiadamente, como Simeón, será necesario reconciliar y sanar esas heridas. En Jesús tenemos también al compañero y sanador, porque también él pasó por lo nuestro y conoce de qué están hechas las llagas.
“Señor Jesús,
al acercarse el final de este año
te doy las gracias porque estás cumpliendo conmigo.
Gracias por todo lo recibido.
Y ayúdame a reconciliar todo lo difícil.
Para poder yo también, como Simeón,
cumplir con la vida y no aferrármela,
sino entregarla con la misma generosidad
con la que lo hiciste Tú.
Señor Jesús,
Señor de nuestras horas,
Señor de nuestros días,
Señor de nuestros sueños”.
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