7 de enero de 1976
REGINA APOSTOLORUM 34
—Jesús: "Es Mi Madre y tuya la que te habla. Escúchala con humildad y amor, con fe viva".
“Hijo, escogida para ser la Bendita entre todas las mujeres, ab aeterno35 en el corazón de Dios soy el objeto de su Amor infinito.
Agradé a Dios por mi filial candor, pero agradé todavía más a Dios por la humildad.
Mi Hijo, antes de subir al Cielo, me dijo que yo no lo podría seguir inmediatamente a la Casa del Padre, sino que debería
permanecer en la tierra para ser Madre de la Iglesia naciente, y continuar engendrando a la Iglesia en el Amor.
Con Jesús la engendré en el dolor atroz, sin límites. Como Madre y Corredentora debía engendrar su Cuerpo Místico en el Amor.
Mi Jesús y vuestro, en la realización del Misterio de Salvación, me quiso cercana a Él.
El Hijo de Dios, pero también verdadero
hijo mío según la Carne, me quiso Corredentora y Madre de su Cuerpo Místico.
Verdadera Sacerdotisa
Me corresponde verdaderamente el título de Madre de la Iglesia.
Pero no basta. Si te acuerdas, oh hijo, en un mensaje se te ha
revelado que Yo, María, Madre de Dios, soy la única y sola mujer en la Iglesia que es verdadera Sacerdotisa.
Jesús, Sacerdote Eterno, me ha comunicado a Mí su Vida divina. Y Jesús es Dios inmutable, simplicísimo.
Yo, como se ha indicado otras veces, le di a Él la vida humana y El me dio a mí la Vida Divina; ahora bien, de la Vida Divina es
también el Sacerdocio.
Entonces se podría pensar que el Sacerdocio a Mí comunicado sería como el dado a cada bautizado; como
naturaleza sí, como medida no.
A Mí me fue comunicada la plenitud sacerdotal, en forma diversa y a la vez superior a la comunicada a los Apóstoles de los cuales
soy verdaderamente Reina.
¡Justamente se me invoca como Regina Apostolorum!
Yo fui profundamente respetuosa de la Jerarquía, querida e instituida por Jesús Redentor.
Cabeza visible de esta Jerarquía por Voluntad divina fue Pedro. Yo era la Reina de los Apóstoles, y me reconocieron y me
honraron como Madre de la Iglesia y como su Madre y Reina, los mismos Apóstoles.
También Pedro, en los años que permaneció en Jerusalén, venía a Mí por confortación y me llamaba madre, venía a Mí por consejo
y por ayuda y me honraba como Reina.
Si me estimaran verdaderamente
Si mis Pastores y mis Sacerdotes tuvieran plena conciencia de los vínculos espirituales que nos unen, si realmente me estimaran
como Madre y Reina suya,
Yo los cubriría de gracias, como soy generosa en ayuda para todos los hijos que me aman y que
difunden la devoción a mi Corazón Inmaculado.
34 Reina de los Apóstoles.
35 Desde la eternidad.
Presente en el Cenáculo, en el día de Pentecostés, me preparé con los Apóstoles y los preparé para recibir el Espíritu Santo. Sobre
Mí descendió en mayor medida:
Yo, la Esposa del Espíritu Santo fui llena de Él.
No se nos olvida la propia madre terrena porque se sabe que la ternura de su amor no disminuye jamás.
Pero hijo mío, ¡el amor con
el que os ama vuestra Madre Celeste es inmensamente superior a cualquier amor humano!
Yo os amo a todos, y a todos os quiero salvos.
No resistáis a la voz de Dios que os llama a una verdadera, sincera conversión.
¡Temed al Señor que pasa!...
Leed con humildad los mensajes que la Bondad divina os ha enviado.
Es misericordia, gran misericordia la de advertiros de la hora de la purificación ya cercana.
Te bendigo, hijito.
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